» 19-05-2023 |
Una de las argucias que utiliza la política (los políticos) cuando no les interesa como la realidad, o la política o las instituciones, o los poderes, o los ciudadanos, o el estado de derecho son, consiste en adoptar otro punto de vista, siempre apócrifo, que convenga más a sus intereses. Esa reinterpretación de la realidad, ese punto de vista mostrenco, es ajeno a las reglas del juego político y legal, está fuera de escena. Es un punto de vista ob-sceno, fuera de escena, ajeno, dispar. Otras veces he denunciado que no se puede corregir el estado de Derecho recurriendo al sentido común (que tanto gustaba a Rajoy), los países de nuestro entorno, la moral, la religión (¡como Dios manda!), etc. En estas elecciones el PP ha decidido resucitar a ETA como medio de trasladar la reflexión política a otra escena: religioso-moral-revanchista que es el respeto a ultranza- a las víctimas del terrorismo, respeto que es entendido como que la deuda que ETA tiene con sus víctimas no podrá ser jamas pagada y por tanto olvidada. La justicia perdona, pero no obliga a que las víctimas olviden (la memoria es nuestra única garantía de que las cosas no vuelvan a repetirse). La justicia reinserta a los delincuentes (al menos tendencialmente) lo que quiere decir que su delito queda social y políticamente borrado. Aquel que ha cumplido su pena hace la paz con la sociedad por terrible que haya sido su delito, lo que no significa que ese delito deba olvidarse pero sí que deba borrase del historial jurídico-social del ex-delincuente. Lo contrario (la imposibilidad de la redención) es inhumano.
¿Por qué el PP (y Vox) resucitan a ETA y consideran los delitos ya purgados como eternos? Para condenar a quien (la izquierda y parte del PSOE) les reconoce como individuos totalmente reinsertados y con plenos derechos políticos. Es decir, lejos de pregonar su política municipal y autonómica para los próximos cuatro años, prefiere descalificar al oponente como políticamente inhábil, moralmente reprobable y jurídicamente dudoso. El PP y Vox no quieren la justicia de nuestro estado de derecho sino otra justicia ob-scena que conviene más a sus intereses y que, de hecho, no tiene ningún sustento en nuestro sistema político-jurídico-social. Existen caminos para reivindicar la injusticia de la Justicia, o de su cumplimiento, o la inidoneidad del cuerpo legal, etc. Se pudieron recurrir las penas a tribunales superiores, se pudieron recurrir las leyes que determinan la reinserción, se puede reformar la Constitución y las leyes. Pero no. El PP (Diaz Ayuso, aparte) no quieren nada de eso. Lo que quieren es el derecho a actuar en los márgenes del estado de derecho y de la buena fe política y administrativa. Y sobre todo lo que quieren es intoxicar la opinión pública y engañar a los electores trasladando el debate sobre la municipalidad a otra esfera (la de la política nacional y los pactos de gobierno) y a otros argumentos ajenos a la política municipal. Solo porque en política todo vale se puede aceptar como correcta (ajustada a derecho) una política que engaña e intoxica a los ciudadanos desviándose de su rigor y su legalidad.
Es curioso que la gran derecha reivindique, en este caso, la memoria eterna, cuando, tanto en el caso de la memoria de las figuras y los símbolos del franquismo (una dictadura cruel y sanguinaria) como en el caso de la memoria histórica (la reinvidicación de los derechos de las víctimas de la dictadura) no les parece que haya sino que olvidar lo ocurrido y acatar aquel pacto vergonzoso de la impunidad de los asesinos de la dictadura, dictado por ellos mismos. Debemos recordar los símbolos, las figuras, los hechos de la dictadura, debemos dejar que los muertos descansen en paz en tumbas que ostentan el reconocimiento de sus figuras y el honor de sus actos, pero no debemos olvidar los crímenes de quienes confundieron la lucha política con el terrorirsmo y que han pagado por ello. Ni Franco ni sus secuaces han pagado por nada, fueron motivo de autoamnistia. Franco quiso salvar a media España (la otra media estaba bien como estaba) de las hordas rojas del comunismo internacional (el contubernio judeo-masónico) y utilizó para ello el terror. Y no me refiero a la guerra que siempre es terrorífica, sino a la posguerra en la que se ajusticiaron y enterraron en fosas comunes y las cunetas a medio millón de españoles por el mero hecho de haber luchado en el bando presuntamente equivocado. ETA quiso librar al país vasco del yugo español mediante el terror. Lo común a ambas posiciones es el terror, pero en el caso del franquismo es algo que hay que olvidar y en el caso de ETA hay que mantenerlo en la memoria del inconsciente colectivo para siempre. Y con jugosos réditos electorales.
Solo hace falta hablar con los ciudadanos de política para comprobar que están absolutamente intoxicados, engañados, manipulados. ¿De qué calaña son unos políticos que prefieren a los ciudadanos engañados que informados? ¿Qué clase de personas son los que dividen al pueblo para sacar partido de esa división en dos Españas? Marx dijo que la religión es el opio del pueblo (es decir lo que les adormece y les engaña). Hoy el opio del pueblo es la posverdad política, la intoxicación inmoderada, la manipulación infame. Hoy en día la transpolítica es el opio del pueblo. Y a esa gentuza es a quien debemos votar para mejorar nuestras vidas. No es de extrañar que el desencanto por el sistema político sea generalizado. Cuando es imposible saber donde está la verdad ¿qué hacer? ¿Buscarla o abandonar? El PP afirma que la ley de la vivienda (ayer aprobada) es una ley etarra. Es, cuando menos curioso, que ETA procure ahora una mejor vida para los ciudadanos españoles (no otra cosa pretende esa ley). Probablemente lo que quieren decir es que una ley que dimana de un presunto pacto de gobierno con los ex-etarras no es una buena ley. Es la doctrina -mal aplicada- de los frutos del árbol corrupto. Y en este caso, además, el arbol no está corrupto sino descalificado, denostado, condenado por esa derecha que nunca olvida las afrentas que sufre pero que olvida, con facilidad, las que inflige. El único árbol corrupto que hay aquí es el árbol político y a eso deberíamos dedicar nuestros esfuerzos. A derribarlo, a cambiarlo por un sistema en el que la verdad y la honradez tengan sentido en sí mismos y no en función de los votos obtenidos.
El sistema caza-votos de la política actual no es de recibo. El fin no justifica los medio. ¿O sí?
El desgarrado. Mayo 2023.