» 15-09-2019 |
La gota fría (ahora DANA) azota España. Los periodistas se afanan en describirnos el desastre. ¿Es eso lo que hace falta? ¿Es el detalle de la inconmensurabilidad del barro o del daño lo que es noticia? Lo dudo. Hemos pasado de la relación del daño a la relación de “la magnitud de la tragedia”. Lo humano ha desaparecido, lo que importa es lo indicativo. La noticia es el barro, los coches apilados, la fuerza desatada del agua. Lo que importa es que esta cadena de TV es la que les está contando lo que ocurre. La cadena de las noticias. La cadena de la que usted se puede fiar. Un despliegue inigualable. Un esfuerzo inaudito. Pero ¿para decirnos qué? Nada más que lo descriptivo, lo que cualquier ciudadano puede grabar con su móvil. Descripción mal relatada, reiteración inútil.
Como en el caso de los incendios forestales lo importante no es el qué, sino el por qué. Todo esto no es solo la fuerza de la naturaleza sino también la estupidez de la prevención. Los bosques se queman porque nadie limpia los sotobosques y las inundaciones ocurren porque no se cumple la ley de zonas inundables. Los científicos saben por donde discurre el agua y por donde discurrirá en caso de desmesura. La ley también lo dice. Como la ley de asistencia a nuestros mayores (dependencia), la ley existe, y no se aplica por falta de voluntad o por falta (consentida) de fondos. Las leyes son para ganar votos no para mejorar las cosas. Estamos en manos de desaprensivos, de truhanes, de ladrones… muchas veces. Pero lo que me interesa de este desagu¡sado no es que los políticos se limiten a sacarse la foto, que es lo que han hecho siempre. Lo que me enerva es que los medios informativos sigan la misma ruta.
La Vanguardia del 15/09/19 en la página 36, en el artículo “La gota fría no tiene toda la culpa” de Salvador Enguix, toca el tema. No hace falta que os diga lo que denuncia: el incumplimiento de la ley. He sido testigo de como los organismos obligados a la previsión de estos desastres (el ACA en Catalunya) dispensan certificados de no inundabilidad a los municipios afines a sus postulados políticos. La gota fría no es un problema de las fuerzas de la naturaleza, la gota fría es un problema político. Pero aún en el caso de que esta evidencia existiera lo que la administración no puede obviar es que todos los desastres son de su responsabilidad, porque su responsabilidad es preverlos.
Vivimos en la era de “salvar el culo”. Cualquier político, lejos de querer solucionar las cosas, lo que quiere es salvar su puto culo. Lo hemos visto infinidad de veces. Los bosques se queman porque pirómanos descerebrados disfrutan viendo el espectáculo -dicen-. Se obvia que los bosques son de eucaliptos (un árbol que quema como la estopa) porque los políticos lo quisieron, que los terrenos quemados son urbanizables (como en Brasil), que las compañías de extinción aérea de incendios son las grandes beneficiadas y participadas por políticos, que el terror hacia los terroristas del fuego es fuente de sumisión política. La delincuencia, las “epidemias” de insanidad alimentaria, las enfermedades de transmisión sexual… Todo vale. Todo es una fórmula de sumisión y de supeditación.
La naturaleza desatada es pavorosa. Para evitarlo tenemos políticos. Para que prevean esas situaciones y las eviten. No es así. Ellos están ahí para gozar de la sopa boba, para hacerse la foto, y para forrarse. Y, eso sí, lamentarlo con esa carita de conejo que se les pone en estos casos. ¿Hasta cuando vamos a aguantar a esos indeseables que solo buscan su beneficio y su confort? Pero la pregunta definitiva es la que inicia este artículo ¿hasta cuando vamos a aguantar a unos periodistas que están aliados con el poder y que no quieren de ninguna manera defender a los ciudadanos? Ese es el tema. Las películas americanas siempre nos explican que los periodistas son los que nos pueden defender de los políticos ¿Que pasa cuando están conchabados? Solo hace falta ver al trío de la bencina: Marhuenda, Clavel e Inda. Pero no son los únicos. En todas partes cuecen habas.
Los periodistas son sectarios. Defienden a los ciudadanos de su cuerda. Ya no existen los periodistas que contemplan el mundo como una división entre el poder y los sometiidos. Ahora cualquier facción periodística divide entre “los suyos y los otros”. Se han horizontalizado. Se han acostado. Como tienen la palabra, los medios, la voz, no consienten que que se les contradiga. Gremialistas hasta la médula no consienten que se toque a ninguno de su religión. ¡Prietas las filas! ¿Que esperanza podemos tener los ciudadanos en que el periodismo defienda nuestros derechos? Como los americanos deberemos recurrir a las películas, a la ficción. Amén.
El desgarrado. Septiembre 2019.