» 21-12-2019

Reflexiones tipográficas 207. Totalitarismos, hoy.

Hace unos días os hablé de los totalitarismos tal como los entendía Hannah Arendt. Como recordaréis (y si no podéis repasarlo: curso de política práctica 8: totalitarismo) la cuestión fundamental era: todo es posible. Me gustaría volver sobre este punto. Dije (en un abuso de interpretación puesto que Arendt no lo dice) que existe un pacto de “humanidad” que garantiza que la vida en sociedad es posible. Este pacto que ha sido formulado desde Tertuliano a Freud pasando por Hobbes o Rousseau no tiene ningún fundamento. Pero no todo lo que no tiene ningún fundamento (una explicación racional) es apócrifo (fabuloso, inventado). Benjamin era muy dado a creer en estas posiciones apócrifas, en su caso asentadas sobre  la teología judía. Por lo tanto, me voy a alargar hasta ese tipo de explicaciones que sobrepasan con creces una racionalidad estricta.

 

El tema esencial es que entre lo que se piensa y lo que se hace, está la ética. ¿Que es la ética? Dicho mal y pronto es una norma de convivencia, es decir un pacto de humanidad. Asumiré que si hablamos de ética, que nada tiene que ver con el conocimiento (gnosis) ni con la acción (política) estamos hablando de ese pacto que nos permite vivir en sociedad. ¿Es esa ética una forma de conocimiento? sí y no. Originalmente el pacto de socialidad no es cognitivo. Es biológico, instintivo. Posteriormente, puede haber pasado cualquier cosa. Y ha pasado. La ética -como demuestra Kant, pero no solo él- pertenece al mundo cognitivo. Pero, claro, un filósofo no puede permitir que algo importante como la ética dependa del instinto. Resumamos: empezó siendo instintivo y se convirtió en cognitivo. Como la misma humanidad. Tratar de entender nuestra especie como algo exclusivamente cognitivo es ordinaria locura. El ser no es algo cognitivo, sino evolutivo. La historia le ha permitido variar. Y lo ha hecho.

 

Podemos pensar casi cualquier cosa: locuras. Pero no podemos hace cualquier cosa: locuras. Somos una especie social y necesitamos unos límites a nuestra actuación. O, bien: no somos sociales. Entendamos bien este concepto: pensar lo que queramos; actuar solo lo permitido. ¿Cuál es el límite? La capacidad de actuar de los demás: la libertad. La libertad no es un derecho, es un límite. La teoría filosófica-política nos ha engañado durante siglos. La libertad es una aspiración que tiene como límite las aspiraciones de los demás. Es decir: es una quimera. La zanahoria del burro. La libertad es algo que se promete para sacarnos de nuestro nicho de confort (aunque solo sea confort imaginario) y para lanzarnos a -lo que suele ser- una aventura insensata. Libertad es el nombre de la quimera. Resumamos: tenemos límites en nuestra vida social y esos límites se llaman: humanidad (en nuestra vida biológica) y ética (en nuestra vida cognitiva).

 

El totalitarismo nos dice que esos límites no existen. Que una cierta idea cognitiva es ilimitada. Que todo se puede actuar si la justificación cognitiva es suficientemente creíble o aceptable. Esto no lo inventaron los nazis o los comunistas rusos. Ha existido siempre. Dice Arendt que nunca había llegado a sobrepasar los límites como los nazis o los comunistas lo hicieron. Es posible. Personalmente creo que algunos ejemplos se pueden dar. Lo que es cierto es que no se produjo como un programa de Estado, como una voluntad de exterminio radical. Como ella dice, no siquiera hubo que ocultarlo porque el horror era tan intenso que la humanidad no se lo podía creer. Su propia iniquidad favorecía su ocultación. Creo que Pol Pot participó de esa desmesura (Arendt no lo conoció). Creo que en la guerra de los Balcanes estos actos se sucedieron por ambos bandos. En muy posible que EUA hayan aplicado estas estrategias, en por ejemplo: Guantánamo. Tal como ella vaticinó, estas tragedias se han generalizado.

 

Y eso es lo que tenemos que entender: Los totalitarismos se han extendido sin necesidad de tener el soporte de un Estado. Las actuaciones de los políticos cada vez son más totalitaristas. No en vano pretenden que su poder sea cada vez más omnímodo. Guantánamo es un buen ejemplo. La lucha contra el eje del mal de Busch (el terrorismo internacional) o la guerra de Afganistan (de la que ahora se dice que nunca se supo por qué se hacía ni contra quién) parecen ser indicadores de que el totalitarismo se ha convertido en norma. Y no pretendo decir que los políticos, los balcánicos, los EUA sean nazis o comunistas del Gulag. Lo que quiero decir es que los totalitarismos están ahí y que ya nos podemos preparar. Lo que ocurrió con el nazismo y con el comunismo es inenarrable, pero sus seguidores, sin alcanzar -hasta ahora- el terror que consiguieron, no puede ser minimizado. No parece que sea un problema espiar a los ciudadanos (Snowdwn, Assange), utilizarlos de cobayas( Colza, pruebas radiactaivas) o desposeerlos de sus derechos fundamentales (Junqueras). Esa desposesión de derechos se aproxima a lo que Arendt definión como la despersonalización de las víctimas. ¿Te sientes seguro con tu gobierno o quizás deberías cambiarlo?

 

El desgarrado. Diciembre 2019.




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