» 13-04-2020 |
Podría ser el covid19, pero no. Aún es pronto (en este siglo) para repartir galardones. De momento la enfermedad del siglo es el individualismo. El individualismo empieza por la creencia errónea de que el hombre (en representación, como siempre, de la humanidad) es la medida de todas las cosas. Primero el estructuralismo y antes la historia -interpretada por Foucault, Derrida, Lyotard, etc.- ya habían constatado que el hombre era un invento reciente. Las últimas palabras de “Las palabras y las cosas” del primero lo pintaban como un rostro pintado en la arena que se disolvía con las olas. Antes, -tras las guerras mundiales- vino la idea de progreso lo que convirtió a los hijos en el relevo de los padres a la búsqueda del éxito, que, a su vez, implicó prepararlos con mimo y condecendencia. Aquello no solo creo esos pequeños monstruos del deporte, esclavos del éxito de sus padres, sino también una generalizada educación permisiva en la que el hijo era el rey del hogar, endiosado hasta la médula incapaz de reconocer un error. La democracia -entendida como que los tutelados pueden opinar sobre todo lo que les concierne- se zanjó en la educación con el “¡No me ralles!“
Después vino la digitalización lo que convirtió la experiencia en una rémora y los mayores en juguetes amortizados. Todo lo que no era digital, multipantalla, era antiguo, carroza, obsoleto. Es más. Era muestra de que los mayores estaban fuera de la realidad. El mundo de la sabiduría, del Senado, de los seniors desaparecía. Si a esto añadimos la intuición (falsa, como aplican las aseguradoras) de que los jóvenes son inmortales (y aún más: están solos en el mundo, es decir no hay que pensar en nadie más), se completa el cuadro. ¡Bueno! Habría que añadir que como consecuencia de todo esto los jóvenes (los nacidos en la democracia) se dedican a regar sus datos -en las redes sociales- a las multinacionales, para facilitarles el trabajo.
Pues bien es esta situación, la que se encontró el covid19 cuando aterrizó en la tierra. No vamos a mitigar la monumental cagada que supone no haber vigilado, desde la política, la trasmutación de virus desde los animales a los humanos (perfectamente conocida), haber aplicado recortes en la sanidad para salvar a España pero no a los españoles -en la esperanza de que nunca ocurriera una catástrofe- o haber privatizado la sanidad para mayor gloria del bolsillo de los políticos… amén de perder toda credibilidad. Todo eso requiere depurar responsabilidades… cosa que no veremos. Pero de lo que quiero hablaros es de como recibió el individualismo la llegada del covid19. Pero antes una previa: lo que ya hacían antes de que llegara. El primer lugar se habían desligado de la política porque la socialidad de los individuos (llamaré así a los nacidos en la democracia, digitales, consentidos y maleducados…ampliamente preparados, todo lo cual no es su culpa) no se manifiesta interviniendo en lo que no les interesa sino en lo que les interesa: las redes sociales y las pantallas digitales. En segundo lugar pensaban que lo único interesante que había en el mundo eran ellos mismos, a lo que añadían un profundo desprecio por los mayores. Y en tercer lugar pensaban que la democracia era una vía de sentido único: de ella para ellos: derechos sí, pero no deberes.
Y así se produce el rechazo absoluto a toda indicación coercitiva precedido por la ignorancia olímpica de cualquier mensaje emitido por la radio (¿radio?) y la tele. Como consecuencia se producen fiestas, barbacoas, salidas a la playa, encuentros paseando al perro, y sobre todo, desencuentros con todo los que te “rallan” tu libertad. Para colmo el virus los respeta que es como darles la razón. Pero lo más curioso es que la independencia a ultranza ya se le ha trasladado a su sistema inmunológico. En la mayoría de los muertos por covis19 el fatal desenlace se produce por que su sistema inmunitario se desborda y lanza una contraofensiva (en forma de inflamación) tan feroz que se carga el sistema. ¿Justicia poética o putada biológica? Debe ser lo segundo porque los que mueren son los mayores. Hasta el sistema inmunitario se ha aliado con los individuos. La juventud es una enfermedad que se pasa con la edad. ¡Ya os llegara el momento! Entonces quizás comprenderéis lo que os digo. De momento recordad que somos una sociedad, todos, no solo los de las redes sociales. El individualismo no solo es un invento reciente sino también negativo. La solidaridad, el altruismo, la tolerancia, producen endorfinas. Más incluso que las pantallas.
El desgarrado. Abril 200.