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» 24-04-2020 |
Los periodistas son absolutamente necesarios en nuestras democracias en las que los políticos tienden a pensar que mandar es hacer lo que les da la gana (es decir: el concepto absolutista del poder). Son el cuarto poder pero ¿donde hay un poder, sin que haya un contrapoder? Y el contrapoder del periodismo es precisamente el poder político y el poder financiero. Ellos lo niegan. Dicen que en su puesto de trabajo no hay presiones y que trabajan con absoluta libertad. Pero lo que vemos los ciudadanos es que todos los periodistas se alinean con una u otra ideología (y obedecen a un u otro mandamás) y he dicho alinean y no comulgan. Alinean quiere decir que trabajan en esa dirección, en la de su credo político, en la de la línea editorial (o económica) de su medio. Es llamativo que se empeñen en negarlo por cuanto todos, absolutamente todos estamos sometidos a presiones de todo tipo, lo que los convierte en unos privilegiados totales. No olvidemos que los medios están en manos de grupos capitalistas que pretenden beneficiarse de su propiedad. Hablar de Berlusconi, Murdoch o Turner es suficientemente explicativo (y en su defecto ver “The loded voice”). Veamos las funciones que desempeñan y cómo lo hacen
1) Noticias: es la teórica función esencial de los periodistas. Recoger la actualidad, cotejarla y transmitirla. Con esto ya tendrían trabajo suficiente por cuanto los políticos mienten como cretenses y los medios tratan de manipular las noticias (censurar, pero soft) para que no les perjudiquen o simplemente les beneficien. La manipulación de las imágenes y de los letreros que aparecen en pantalla es una de las formas de intoxicar. Unas imágenes sin fecha no tienen valor informativo, por cuanto no son actualidad y no son noticia. No se pueden utilizar imágenes para ilustrar… sin que sean absolutamente coherentes con la noticia que se emite. Eso no lo hace nadie. En muchos casos las imágenes contradicen explícitamente el texto de la noticia. Otra artimaña que utilizan los periodistas es la de interrumpir a los oponentes para evitar que digan lo que quieren decir. También las cambian de sección. Muchas noticias sociales se insertan en las páginas de economía. Otras se pasan a las páginas deportivas. No se trata aquí de denunciar todas las triquiñuelas de los periodistas pero no estaría mal que dejaran de rasgarse las vestiduras cada vez que alguien les acusa de alineados.
2) Contenido social. No se en qué manual de periodismo debe poner que una de las misiones del periodismo es promover la socialidad. Es evidente que poner noticias amables y optimistas mejora la imagen de la cadena pero ¿Es eso periodismo? ¿Es noticia que una abuela de más de 100 años haya salido del coranavirus, que se retransmitan en directo diariamente los aplausos a los sanitarios, que los niños nos transmitan sus esperanzas respecto a su inminente salida a la calle, que se nos traslade el caso de este o aquel enfermo recuperado, que sepamos la desazón de un hijo porque no sabe donde está el cadáver de su padre, que nos muestren las imágenes de una feria que no se hará o de unas fiestas que no se celebrarán? Noticias, queremos noticias actuales y contrastadas.
3) Poesía. La relación que existe entre el periodismo y la literatura es la palabra (escrita o recitada). Todos los periodistas son literatos (¿frustrados?). Sant Jordi (ayer) es la feria de los periodistas. Ninguno de sus escritos pasará a la historia (ni los de Pérez Reverte), pero ellos escriben como si fuera su derecho. Pero no es de esa faceta de la que quiero hablaros, sino de los comentarios en off que se hacen sobre noticias visuales. Raro es que el reportero que lo firma (su nombre aparece) no acabe su crónica con un sesgo poético de pésima calidad. Los chistecitos de Prats son un ejemplo magnífico. O las despedidas presuntamente ingeniosas del estilo de ¡buenas noches y buena suerte! pero de pésima calidad, entre las que reluce la del gran Wayoming. Toda esta pasión por el idioma contrasta con las faltas que cometen continuamente como preveer o pertocar de amplia difusión
4) Alarma. Todos sabemos la anécdota del hombre que muerde al perro. Tiene dos vertientes. Una que la noticia es lo insólito (que el perro muerda al hombre no es noticia), dos: que si no hay noticias hay que inventarlas. En esta línea los periodistas se rodean de expertos que opinan de miles de maneras distintas sobre todo lo que puede soliviantar al personal. No se trata de informar sino de alarmar. Lo importante es llevarse las manos a la cabeza para difundir que estamos en manos de descerebrados que solo nos pueden llevar al desastre. Naturalmente siempre descerebrados de la otra facción. En estas situaciones las formaciones políticas que no tienen líneas editoriales afines son carne de cañón. Recuerdo al Dr. Cabeza afirmando que el SIDA se transmite por la picadura de los mosquitos. Como era médico ya era experto y hubo un periodista que con tal de tener audiencia le invitó a que soliviantara al personal. Hay más: Sanchez Rof diciendo que el bichito de la colza si se cae de la mesa se mata o Rajoy explicándonos los hilillos que salían del Prestige, el petrolero que inundó Galicia de chapapote. Todos estos fueron invitados por periodistas para que se explicaran.
5) Periodismo de investigación. Es la gran gloria democrática del periodismo. El Watergate fue obra de periodistas. El Boston Glove sentó las bases de la desarticulación de la pasmosa red de pederastia establecida por la Iglesia católica. El cine los ha consagrado. Los periodistas relucen especialmente cuando se dedican a informar con mayúsculas. Lástima que además de escándalos políticos de corrupción se dediquen también a escándalos de delincuentes comunes cuyo interés solo alcanza al morbo que suscitan.
6) Hay otras muchas ramas del periodismo que cumplen una labor imprescindibles. Citaré solo una: el periodismo de divulgación científica. Entender la ciencia en las páginas de los periódicos es acceder al conocimiento gracias al esfuerzo de un periodista. Hay más: la divulgación económica, la crítica literaria o cinematográfica, magníficos ejemplos de pedagogía y divulgación.
El desgarrado. Abril 2020.