» 16-05-2020

Reflexiones tipográficas 242. Fragilidad.

Ya comenté que ciertos científicos aducen que el ataque virulento del coranavirus es culpa de nuestra propia civilización, de cómo hemos hechos las cosas. Parece que tratan de arrimar el ascua a su sardina (la sardina del cambio clíimático, del desarrollismo a ultranza, del endeudamiento a todos los niveles, suicida). Ahora vamos a analizar esas directrices. Vivimos en una ficción que nos conviene porque, sin ser real produce un efecto de realidad que   hace que las cosas sean momentáneamente mejores. Y eso ocurre a todos los niveles, desde el económico al científico pasando por el político. Vivimos en en un mundo virtual, pero para nuestra desgracia, el mundo real pide paso y cada vez con más fuerza.

 

Convertir la economía real (tanto tienes, tanto vales) en economía virtual ha sido un gran logro. Gracias al endeudamiento vivimos como si tuviéramos 4,5 veces más riqueza de la que realmente tenemos. Disfrutamos hoy de lo que será real como riqueza mañana (o nunca). El sistema es que el capital nos adelanta el dinero que tendremos mañana, hoy mismo, con letras, préstamos, tarjetas, adelantos, plazos, etc. Es como si la riqueza se multiplicara: circula más dinero (virtual) y todos somos más ricos, pero cuando los acreedores ven peligrar su dinero, suspenden el crédito y se produce la crisis. Unos recortes (básicamente a las clases bajas y medias) y la confianza vuelve al capital que vive de los réditos de esa economía virtual. Es una ficción que solo funciona como funcionan las pirámides financieras; con fraude de cientificidad. Solo el movimiento perpetuo garantiza su funcionamiento. Como en una bicicleta, si te paras, te caes.

 

Pero este mecanismo se ha convertido en universal. La ciencia también participa de esa ficción. Se llama desarrollismo o progresismo y básicamente consiste en creer que no hay frontera. No hay límite para los recursos, las constantes son universales y las variables son los algoritmos científicos. Las ecuaciones no contemplan que los recursos (la constantes) son efímeras. La ciencia no es pura, depende de los gobiernos para su financiación y si hay que apoyarlos, se les apoya. No podemos olvidar que la industria armamentística es la principal valedora de la ciencia, ni que el proyecto Manhattan (que condujo a las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki) fue mayoritariamente avalado por los científicos. Al margen de la ciencia real existe una ciencia virtual que apoya el creacionismo evolutivo, la inexistencia del cambio climático, la inocuidad del tabaco o la eficiencia de la comida industrial.

 

Evidentemente la política participa de esa economía virtual profusamente. La democracia no es una realidad sino un relato que se nos cuenta para convencernos de que vivimos en el mejor de los mundos posibles. Se nos vende que los políticos son trabajadores para los ciudadanos y que la igualdad es la meta, cuando los políticos solo pretenden su lucro y la igualdad es una quimera. La política sanitaria es un escenario en el que se representa la ficción del estado del bienestar como en el sistema laboral, educativo, social, etc.

Los empresarios también participan de la economía virtual: las líneas aéreas dicen que han perdido 15.000 millones. No es cierto. Los han dejado de ganar que no es lo mismo. Si los han perdido es porque ya los tenían en el balance y eso es un adelanto que, como se ha visto, no era real. Pongo el ejemplo de la líneas aéreas porque están teniendo un trato de favor por parte del gobierno que los ha dispensado de la sacrosanta norma de la distancia social, pero todos los empresarios declaran "pérdidas" de lo que simplemente deberían ser ganancias previstas. Las previsiones se convierten en balances, lo que como esta crisis ha demostrado, era un error.

 

Todo eso hace que el sistema sea enormemente frágil, porque no es real, porque es un sistema de postureo que, evidentemente, no puede defenderse porque es virtual y la virtualidad solo tiene imagen pero no tiene defensa. Y ese es el mundo en el que vivimos y el que los científicos desalineados defienden. Pretender que el virus no es enemigo y que la economía es más importante que la vida es una enorme insensatez. El virus nos ha atacado porque el sistema sanitario es virtual, político, de postureo. Con un sistema real esto no hubiera pasado. Nuestra fragilidad es exponencial y los virus lo aprovechan, como lo aprovechan los políticos populistas, los financieros estafadores, las multinacionales evasoras, los empresarios paradisíacos, y los periodistas alineados. Pero preferimos una economía virtual en la que somos 4,5 veces más ricos y 4,5 veces más vulnerables. Así es la vida.

 

El desgarrado. Mayo 2020




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