» 22-05-2020

Reflexiones tipográficas 244. La derogación de la reforma laboral.

Es evidente que las crisis económicas se han convertido en un mecanismo de poner a cero el contador de las mejoras sociales. El capitalismo, siempre atento a sus intereses económicos de elite, tras establecer el contubernio con los gestores (políticos, ejecutivos y financieros) y de acabar con los sindicatos (por expulsión o por asimilación) estableció el sistema de crédito (endeudamiento) que periódicamente explota en una crisis que se resuelve mediante recortes irreversibles para los trabajadores. Así ocurrió en la última crisis sin que la reforma laboral se haya vuelto atrás cuando las cosas mejoraron para los empresarios.  Pero es que parece haber un consenso en que esos recortes deben ser eternos. Como muy bien se dijo cuando los recortes (de los que viene la virulencia del coranavirus por carencia de medios humanos y materiales, de vacunas y de tratamientos) se implantaron, España mejoró pero no mejoraron los españoles.

 

Los primeros que sufrieron las condiciones económicas asociadas al virus fueron los dos millones de precarios (temporales) que se fueron inmediatamente a la calle sin ningún tipo de subsidio. Eso es lo que quería la patronal: el despido libre e inmediato y lo que le proporcionó la reforma laboral. Pues bien ahora sabemos que esa infame manera de tratar a los trabajadores había venido para quedarse… ¡por el bien de España! ¿pero quien es España? Desde luego no son los trabajadores, por lo que debe ser la patronal. Se ha repetido hasta la saciedad que los trabajadores no debían pagar la coronacrisis como pagaron la crisis de 2008. Pero a la primera de cambio se eleva el consenso (la mitad del PSOE, la ultraderecha extendida (PP. VOX, C’s), los nacionalistas de derechas (JXC, PNV, y los pequeños): ¡la reforma laboral no se toca!

 

La estrategia política de la ultraderecha es perversa. Por una parte no apoya al gobierno (en su lucha contra el virus y en todo) y por otra condena los pactos con la izquierda más radical y la derecha nacionalista. Es decir no hay nadie con quien pactar. No hay que ser muy listo para darse cuenta que lo que pretende la ultraderecha es derrocar, con métodos escasamente democráticos, a su oponente histórico. Si a esto añadimos que la mitad del PSOE es de derechas, la España de izquierdas es residual. Pero no se conforma con esta estrategia de la araña, además insulta, desacredita, se envuelve en el constitucionalismo y en la bandera, organiza en la sombra escraches y caceroladas, orquesta campañas en las redes sociales. Para el PP pactar y aliarse, en la sombra y a la luz, con la ultraderecha más radical es normal. Pactar con partidos nacionalistas constitucionales o partidos de izquierda radical (chavistas, castristas y bolovarianos, dicen) es altamente reprobable (traición, dicen). Y no son opiniones sino que se plantean como razones y como imposiciones.

 

En esta situación Sánchez, acorralado (es decir en busca de apoyos para salvar a los españoles del virus), pacta con Bildu (partido nacionalista de izquierdas, absolutamente constitucional, condene o no condene ciertas acciones) la reforma integral de la reforma laboral. El gallinero se alborota: la patronal abandona el pacto social, Calviño aduce falta de oportunidad y la sacrosanta misión de resolver problemas, el ministro de transportes enarbola interpretaciones, y la ultraderecha se explaya en gritos histéricos de traición y deslegitimidad. ¿Por qué pacta con Bildu? Porque no le queda más remedio. Si el PP hubiera hecho lo que le tocaba: apoyar la salud de los españoles, este pacto no se hubiera formalizado y los empresarios podrían seguir disfrutando de la sojuzgación de los trabajadores. Pero Casado tiene prisa por tomar el poder y está dispuesto a hacer tantas trampas como hizo para conseguir el título de abogado y el master. El que es tramposo lo es hasta la médula y hasta la muerte. Porque -interpretaciones aparte- lo evidente es que Casado vota en contra de la salud de los españoles, alineado con ERC y en contra de Bildu (que la apoya con su abstención). Si tan reprobables son ¿por qué los apoya? Yo os lo diré: porque se muere por el poder, y a poder ser, con trampas como sus títulos, sus acciones taimadas en la sombra, y sus pactos a la luz con los fascistas de ultraderecha.

 

La reforma de la legislación laboral está en el programa de PSOE e IU. No es ninguna sorpresa. El asombro es fingido, y tiene un único fin: el golpe de estado para tomar el poder que no les han dado los ciudadanos. Porque para la ultraderecha solo es legítima la situación en que gobierna a favor de los empresarios y en contra de los trabajadores. Es lo único que cuenta y de lo que cobra desde ya hace muchos años. Como cobra Aznar que por cierto ya ha intervenido para apoyarlo.  La cuestión es que las encuestas no castigan al PSOE a pesar de los muertos y a pesar de la catástrofe económica y eso pone nervioso, pone muy nervioso. Si le PSOE sale razonablemente indemne de esta situación Casado ya no gobernará en la próxima legislatura (y probablemente nunca). Por eso se esfuerza, hace trampas, insulta, miente, manipula, corrompe, extorsiona, hace pactos contra natura, se escandaliza, chorrea, se envuelve en la bandera, se da el pico con el águila imperial, le pone el culo a la ultraderecha, cacerolea, escrachea y hace pactos con el diablo. Porque se muere por el poder.

 

El desgarrado. Mayo 2020.




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