» 30-06-2020

Reflexiones tipográficas 252. ¿Cómo enfrentar el coranavirus?

Los gobiernos no se están luciendo mucho en lo de dar directrices a la población que les guíen en lo de enfrentarse a la epidemia. No es su culpa en el sentido de que su desconocimiento es el de todos. El virus no entrega fácilmente sus secretos. Pero en el sentido de la prevención nula, los recortes, insensatos y las privatizaciones interesadas, ahí si podían haber estado a la altura. Lo peor son las directrices contradictorias. En Canarias afirman que las normas publicadas (acerca de que los no convivientes habituales no pueden convivir en un alojamiento turístico) no son de obligado cumplimiento (?). ¿Cómo no recordar el tema de las mascarillas tan denostado y tan -posteriormente- aceptada universalmente. Pero superados los primeros pasos balbucientes toca ahora establecer un plan. Como el gobierno no lo hace, lo haré yo. Veamos las alternativas:

 

1) Ignorarlo. Ha sido la opción de Johnson (UK), Trump (USA), Bolsanaro (Brasil) y López (Méjico). También lo ignorarán muchos países pobres para los que tomar medidas es imposible. Es la ignorancia inducida que, ¡al tiempo! causará estragos en África. Pero a nivel popular es la opción de los jóvenes (pero no los jovencísimos, que son siempre sorprendentemente concienciados). Sabemos de la sensación de inmortalidad de los jóvenes. Las estadísticas los avalan. La muerte es cosa de viejos. Pero lo que empezó como una epidemia de mayores poco a poco va desplazándose a los jóvenes debido a su propia insolencia con el virus. Su insensibilidad es tan manifiesta que tendremos que acabar por cerrar las playas y los lugares de concentración no para proteger a los viejos sino para protegerles a ellos de ellos mismos.

 

2) Allanarse. No respeto, sino miedo. Tirar la toalla, aceptar al virus como una plaga bíblica  y tomar no solo las precauciones razonables sino las irrazonables. Acudir al proselitismo y las brigadas de defensa civil, al insulto y a la persecución. Seguramente la ultraderecha -tal como hizo con el SIDA- utilizará la epidemia como ejemplo de plaga bíblica, que nos manda dios para castigarnos, convirtiendo así lo físico en metafísico.

 

3) Convivir. Tomar las medidas adecuadas (en el caso de que algún día la conozcamos… cabalmente) y continuar con nuestra vida. Dar por sentado que deberemos vivir con mascarilla, con gel alcohólico, y lavarnos las manos en el buen sentido de la palabra. Evitar las aglomeraciones, es decir, huirlas; hablar más bajo y enfatizar menos (la ira se convierte en vector vírico). En el caso de los deportistas deberán tragarse la flema. Las reuniones tumultuarias (como bien sabe Sharpe) no son malas en sí,  sino porque el rastreo se convierte en imposible. Y probablemente tomar también medidas mentales. El SIDA vino aquí para quedarse (tampoco los jóvenes lo entendieron… lo que no es ajeno a una pésima educación sexual) y con nosotros coexiste. El uso de condones se ha hecho general (lo que también protege de otras plagas desde los embarazos adolescentes a la enfermedades venéreas). En una palabra que no hay mal que por bien no venga. Es posible (por no alarmar) que toda esta profilaxis nos libre de la próxima gran epidemia que está por venir.

 

Porque los virus (los parásitos en general) son algo especial en la evolución. Los virus no van adelante sino que van hacia atrás. Recorren la evolución en dirección contraria. Los virus no pretenden la complejificación sino la simplificación, pero esa simplificación se produce a costa de otros organismos que siguen su camino evolutivo. Si la evolución es Dios (y el Génesis parece así indicarlo) los parásitos son demoníacos. Los virus son poco más que un impulso reproductor. Todo lo demás lo pone el huésped. De ahí el éxito del aislamiento. Un virus no puede sobrevivir solo, necesita al huésped. Los virus nos necesitan y de nosotros depende que los apoyemos o que no lo hagamos. Por eso el aislamiento es tan efectivo. Es lo más efectivo. La vacuna y el tratamiento son pan para hoy y hambre para mañana. El virus mutará (su simplicidad le apoya) y todo eso no valdrá. Pero sin huésped no es nadie. Astutamente cambia de huésped (de animales a humanos) y es por ahí por donde se le puede combatir. Investigando su forma de mutar y de migrar y eso es investigación básica. La que, ante unas farmacéuticas peseteras y capitalistas, solo lo podrán hacer los gobiernos… y no lo hicieron por los recortes.

 

Podría haceros muchas reflexiones pero lo importante ya está dicho: ni ignorarlo ni allanarse: combatirlo, pero no solo con vacunas y tratamientos sino con actitudes vitales: el aislamiento. Esa es de momento nuestra vacuna y es la que nos servirá siempre por mucho que el virus mute y migre. A partir de ahora la familia ya no es solo una comunidad genética, es un grupo de resistencia, de aislamiento y de convivencia. Quizás la familia salga reforzada de esto. ¡Algo es algo!

 

El desgarrado. Junio 2020.




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