» 28-07-2020 |
Llueve sobre mojado. Los periodistas cacarean su independencia mientras se blindan ante las críticas, se tapan entre ellos, no denuncian a los defraudadores y se escudan en aquello de que no maten al mensajero. No diré que el periodismo no sea el cuarto poder, sino que quizás es tan poco democrático como los otros tres. El gremialismo es formidable. Cuando se muere un periodista los funerales mediáticos son de Estado. No dudo que sea necesario para hacer frente a los explotadores, pero cerrar filas nunca ha sido la solución. Hay que denunciar a los corruptos, los vendidos, los que están en nómina de los políticos. No se puede aspirar a dar una información veraz amparándose en que la pluralidad exige dar cabida a los corruptos. Es evidente que si tratas mal a los políticos, éstos te vetan… y se acabó el negocio. Tampoco diré que ser periodista independiente sea una situación cómoda, pero ¿hay alguna posición cómoda (excluido el rey emérito) en esta seudo-democracia?
Newtral, como la denuncia de las fake news (El objetivo), pretende aportar transparencia, pero solo pretenden aportar transparencia en el caso de los políticos y de los bulos anónimos. ¿Que hay de los innumerables periodistas que se comportan como si estuvieran en nómina de los partidos? Ellos también dijeron “A” y ahora dicen “B”, ellos también mienten y, por supuesto, también intoxican. ¿No son merecedores de su momento de gloria enseñando el culo? Entiendo que si se inicia una guerra entre compañeros los resultados podrían ser desastrosos. Pero ¿es eso lo ético? ¿Permitir que se produzcan como periodistas, sicarios del poder? Un periodista sin criterio y sin verdad no es un periodista. O es un político disfrazado o es un agitador. Comprendo que la cosa no es fácil pero nada es fácil en el seno del capitalismo salvaje.
Es evidente que los propietarios de los medios de comunicación (desde Berlusconi a Murdoch, pasando por Turner) son capitalistas salvajes. No están por la verdad de las noticias sino por el negocio de las noticias. Que la Sexta contrate periodistas comprometidos es una estrategia económica y no una estrategia política. Junto a cada periodista comprometido con la verdad se le ha colocado un par, comprometido con la servidumbre a su amo. Parece pluralismo (y lo es si lo comparamos con otras prácticas) pero no lo es porque los sicarios no están por la verdad sino por la intoxicación. Los tertulianos no son periodistas, son políticos… o algo peor. Tertulianos que exigieron que se acabara el estado de Alarma dicen ahora que el Gobierno central no cumplió con su obligación de prolongarlo, mientras afirman que el PP (u otros) apoyaron dichos estados obviando los últimos. Nos gustaría revisar lo que dijeron antes y lo que dicen ahora. No será así, pero sería aleccionador.
El trio de la bencina: Inda, Marhuenda y Clavé (entre otros) se dedican sistemáticamente a defender las tesis del PP. Para nada la verdad de la derecha, sino la voz de su amo. Frente a ellos unos cuantos periodistas que creen en su profesión: Mariñas, Escolá, Cintora (entre otros) defiende la verdad. La lucha es imposible por cuanto los primeros defienden consignas concretas y los segundos verdades abstractas. Parecen opuestos y sin embargo hablan de cosas distintas: los primeros del PP y los otros del periodismo comprometido. LLamarlos a todos periodistas es confundir a la audiencia. Un periodista debe estar mínimamente comprometido con la verdad y ser mínimamente neutral (no: Newtral). Por eso no es pluralidad: hay voces contrapuestas pero no ideas contrapuestas. Unos defienden personas, posiciones, trincheras. Los otros una idea de periodismo. La pluralidad solo se puede producir si el campo de batalla es común. No es el caso. Hablan de cosas distintas, tienen éticas distintas, y sobre todo fines distintos. No es lo mismo intoxicar que informar.
Ciudadanos que se acogieron a la fórmula de la Sexta y la hicieron una grande entre las cadenas informativas, se han decepcionado. Farreras en el ARV parece vendido al constitucionalismo. En MVT el debate ha prácticamente desaparecido y se desliza hacia el magazine. El gallinero de la Sexta noche aburre hasta a las ovejas: no es un debate, es una batalla entre estrategas de la lengua. Quedan la sexta columna, El objetivo de Pastor y Évole -se llame como se llame su programa- (por cierto ¿que pasó de Gonzo?). ¿Morir de éxito? No. Morir de manipulación, Morir de seudo pluralismo. Aún así todavía podemos hacer de necesidad virtud y disfrutar de las intervenciones de los Mariñas, Escolá, Cintora, Pastor, etc. Pero eso sí. Habrá que vacunarse antes contra la rabia. La rabia que dan las intervenciones del trío de la bencina… sin ir más lejos.
El desgarrado. Julio 2020.