» 18-01-2021 |
Parece una redundancia. Hace años que el periodismo está privatizado: Berlusconni, Murdoch, Turner. ¿Os parece poca privatización? El capitalismo siempre ha sabido darle la vuelta a la tortilla y el periodismo tenía dos caras como todo: decir la verdad y vender periódicos. No son dos variables independientes (como el espacio y el tiempo en la relatividad). La verdad puede influir en la venta (el hombre que muerde al perro). Hasta llegar a la única verdad existencial: mantener el empleo: no se puede ser periodista (contador de verdades) si no eres periodista (porque has perdido el empleo). El periodismo se convirtió en una especie de funambulismo. Pero os voy a hablar de una privatización más sutil, más popular, más desde la base. La cosa se inició con las pruebas de verificación. La presión política para que estas pruebas no se produjeran mostró la conveniencia de que las desarrollaran agencias independientes, no solo por la independencia (autonomía) sino para no tachar a los periodistas que las hacían con la marca de “indeseables”.
Siguiendo la senda de las pruebas de verificación y velando por el empleo, un grupo de periodistas (de los que la cabeza visible es Garcia y Pastor) fundaron NEWTRAL una agencia dedicada a ser más objetivos que los propios periodistas, la objetividad total. Se trataba de crear una marca cuya honorabilidad estuviera a toda prueba. “Palabra de Dios, te adoramos Señor”. El nombre ya era lo bastante expresivo como fusión de: noticias y neutral. Una de sus primeras funciones ha sido la de desmontar bulos (fakes). El mecanismo es sencillo: el periodista de raza conecta con NEWTRAL que se encarga de corroborar la noticia como supuesta agencia independiente, externa y autónoma. Pero se me ocurre que este sistema es un modo de autocorroboración. Es como si el que da la noticia y su fuente fuera la misma persona. Eso, sin contar que se produce una cadena de jefes y empleados que se puede continuar hasta el infinito.
A estas alturas de semejante extraordinario ejercicio de periodismo de investigación tengo que admitir dos cosas: la primera es que no es un trabajo de campo sino una reflexión exclusivamente “racional”, es decir, que todo son suposiciones, y el segundo, que no soy periodista ni Cristo que lo fundó. También tengo que decir que hablar de periodismo siendo periodista me huele a masturbación. Aclarado todo esto me pregunto ¿Por qué los periodistas presuntamente implicados en este affaire no han hecho el mismo ejercicio que yo? y otra pregunta más ¿por qué sí? Conociendo el mundo periodístico (desde fuera, por supuesto) no me parece mal que los propios periodistas orquesten su plataformas de información… si ello va a repercutir en una mejor información, que debería empezar por la propia composición de esas nuevas plataformas, más que nada, para no hacer lo mismo que los magnates.
Es evidente que las nuevas tecnologías e internet ha cambiado el periodismo. Hoy todo el mundo que tenga un movil-cámara es un reportero y cualquiera a través de internet puede tener una emisora (Pod-cast). Los periódicos digitales (amplificados en los medios televisivos) están sustituyendo a los medios, tradicionalmente utilizados para envolver desde pescado hasta mudanzas. Pero si eso pasa con la tecnología lo que pasa con la estructura es mucho menos democrático. Los imperios periodísticos son plataformas políticas que en el caso de Berlusconi le han llevado a la dirección de la nación, varias veces. Los partidos políticos disponen de periodistas afines que se encargan de defender sus intereses bajo la apariencia de neutrales periodistas. La Sexta tiene en nómina a Marhuenda e Inda que, bajo marca de pluralidad, se encargan de defender los intereses de la dirección de la cadena. Tan afines que sus puestos son intercambiables con los políticos como ocurrió con Montesinos. Las tertulias son tertulias políticas porque los periodistas están absolutamente alineados. No por casualidad la prensa es el cuarto poder. El cine nos sigue enseñando las gestas de periodistas que defendieron la democracia con su labor, paradigmáticamente el Watergate, pero muchas otras como Spotfight e incluso “el Ala oeste de la Casa Blanca” que no deja de ser una serie sobre periodistas. Sobre corrupción periodista hay menos películas probablemente porque las comentadas fueron escritas por periodistas.
Durante la toma del Capitolio, García acudió a la Sexta para dirigir la información. A partir de ese momento fueron los corresponsales afines al periodista los que entraron en antena: Doménech y Pozzi. La labor de Doménech durante las elecciones ha sido importante pero no puedo decir lo mismo de Pozzi de quien es difícil decir que es un buen profesional (no discuto sus valores sino su imagen y dicción ante la cámara). Sin embargo Fesser -al que el telediario había recurrido- fue relegado a un segundo lugar -de relleno- frente a los dos anteriores. Me parece más interesante lo que dice Fesser que lo que dice Pozzi, pero es evidente que no es así para García. Es este sesgo el que me parece peligroso en esta privatización del periodismo. Cuando el director no solo tiene que atender a la información sino también a la promoción. Espero equivocarme.
El desgarrado. Enero 2021.