» 19-01-2021

Reflexiones tipográficas 297. Cocineros ¿los nuevos artistas?

Lo he comentado otras veces: los cocineros son los nuevos artistas (plásticos). Tienen un afabilidad y una simpatía que le ha hecho adueñarse de los medios (Cruz excluido). Su componente artística es innegable pero su vena social es muy superior a la de los artistas tradicionales. Probablemente los artistas se han endiosado y eso supone que ya no están para las cosas del mundo. ¡Qué tiempos aquellos en que Warhol, Dalí, Duchamp, animaban los cotarros mediáticos poniendo el arte en primer plano. Hoy apenas Koons alegra el panorama y cada vez menos. Herst se va convirtiendo poco a poco en un monje como Saura, Gordillo, Barceló, Plensa, etc. Por otra parte la vena social de los artistas (la vena activista) se ha ido apagando a medida que las expectativas de cambiar el mundo han ido disminuyendo (los grandes proyectos). No en vano los programas de cocina proliferan y los “Master chef” de concursos de cocina ya se extienden a cualquier colectivo. Cocinar tiene una componente feminista (y no solo femenina) importante pero sin excluir a los hombres. Cocinar es cuidar, es tratar de agradar, es cortejar. Probablemente cocinar es un pico de la socialidad máxima.

 

Y una vez planteado el tema -que ya sabéis que me gusta plantear- vamos al lío. Andrés hace 25 años que trabaja en USA. Andrés es, en primer lugar una buena persona, después es un lince para el negocio culinario, apuesta por la calidad de los materiales sobre todas las cosas y ha sabido encontrar una vena social que lo ha hecho mundialmente famoso. Si Arguiñano encontró en la comunicación su lugar en el mundo de la cocina, Andrés lo ha encontrado en la ayuda humanitaria. Lo que empezó como un impulso humanitario se ha convertido en una ONG que está presente en todas las catástrofes, con una intuición digna de encomio. No se si a Andrés, sus innumerables apariciones en los medios, amplían su aura como cocinero (pero tampoco lo dudo), pero lo que es evidente es que lo hacen con sus aura de persona comprometida y solidaria.  Andrés es hoy más conocido en USA que en España. Y lo ha hecho por lo legal y por lo solidario: ¡felicidades!

 

Las alta cocina es un arte que no solo se disfruta por la vista sino también por el olfato y (sobre todo) por el gusto (aparte del confort). Y además es un arte efímero (lo que desancentúa la preeminencia de la obra frente a la imprescidibilidad del autor). Siempre disfrutaremos de las obras de Van Gogh, pero no volveremos a tomar las recetas de Santamaría. En una sociedad capitalista, en la que las obras no sean acumulables, es un fracaso. En la gastronomía las obras se acumulan en la memoria (memoria que el gusto tiene especialmente desarrollada: la magdalena de Proust). Los gourmets son coleccionistas de recuerdos gustativos, oloroso y visuales. No quiere decir eso que todo el mundo esté de acuerdo en esa forma de recordar. Las fotos de comida se han convertido en un clásico y no solo para recordar sino también para compartir (o dar envidia). La memoria del placer es un tesoro al margen de la mercancía, al margen del capitalismo (de hecho se compra como mercancía pero se conserva al margen), una experiencia única y personal. Está bien tener una obra de arte para siempre. Pero también está bien tener un recuerdo único e irrepetible. La gastronomía se parece mas al amor que a la posesión (y por eso se alían). Hay algo ancestral en canibalizar lo extraordinario, lo irrepetible, lo sublime. No se si me explico.

 

El desgarrado. Enero 2021.

 




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