» 11-02-2021

Reflexiones tipográficas 305. La discursocracia.

Entiendo por discursocracia un sistema político en el que todo se arregla hablando, en el que actuar (tomar decisiones, iniciativas o simplemente programar) es demasiado peligroso electoralmente como para acometerlo. Recuerdo a Aznar tras su primera victoria electoral pasándose un año sin tomar ni una decisión (a Clinton le pasó igual). Todo era anunciar y retraerse como los cuernos del caracol. Caminando sobre aguas pantanosas. Fue ETA quien convirtió a Aznar en un político activo (como un accidente de heilcóptero convirtió a Rajoy en político creíble). Pavor escénico, gobernar con las estadísticas en la mano. No es nuevo. La política griega inventó la retórica (el arte de la controversia, pero para nada el arte de la convicción o la decisión). Los romanos tuvieron la tópica (en la que sobresalió Cicerón) una serie de recetas estereotipadas que se aplicaban a los problemas como si fueran refranes. Claro que los romanos no eran grandes admiradores de la razón. Su pragmatismo hizo fortuna histórica y los fascistas la convirtieron en su forma de pensamiento… como ocurriría en España con C’s. Resumiendo: la decisión científicamente entendida no es algo que haya florecido en la política.

 

Y sin embargo la política es acción. Los políticos no llegan a sus puestos para reflexionar (lo que tampoco está prohibido) puesto que su misión es actuar. Gestionan, (deberían gestionar) las vidas de los ciudadanos. El punto culminante de sus falacias es el programa electoral. Prometer es hablar pero cumplir es actuar. Prometer es fácil y cumplir es complejo. Solución: no prometer. Los programas actuales son cúmulos de vaguedades que no se comprometen con ninguna acción concreta. Parole, parole, parole, decía la canción. Ni siquiera los discursos son programas de acción (al no estar escritos no comprometen como los programas) pero los cabrones de los periodistas se dedican a recoger y grabar lo que se dice para hacer pruebas de verificación que los dejen con el culo al aire. Total, hemos llegado a la ataraxia, a la parálisis total para tipos que lo que mejor hacen es hablar. ¿Qué hacer? 1) populismo: decir lo que los votantes quieren oír, 2) predicar/difamar: decir lo que hacen (o, no) los otros, 3) engañar: decir mentiras, 4) intoxicar: confundir sesgadamente, 5) demagogia: decir mentiras con apariencia de verdad. Esa es nuestra política: paralíticos verborreicos corruptos. Así son ellos.

 

Casado nos dice que “tolerancia cero con la corrupción” Bien. Es una buena declaración de intenciones. ¿Pero que hace? Nada. Empezando por su master o su carrera de derecho, la denuncia de la corrupción de su partido o la renuncia al giro ético (la identificación de los hechos con el derecho). ¿Que nos dijo Aznar de Irak? que tenían armas de destrucción masiva. Nos lo aseguró. Ahora sabemos que era mentira. Busch y Blair han pedido disculpas. Él no. González nos aseguró que no sabía nada de las cloacas del poder de la guerra sucia contra el terrorismo, en el caso Marey o en el de Lasa y Zabala. Rajoy nos aseguró que no sabía quien era “M. Rajoy” en los papeles de Bárcenas. Zapatero negó la evidencia de la crisis hasta que fue demasiado tarde. No tenemos políticos de derechas o de izquierdas, tenemos políticos y punto. No están ahí por vocación de servicio, están ahí por interese personales espurios e inconfesables.

 

Hasta que no entendamos que esta lucha es de los ciudadanos contra los chupasangres no podremos hacer nada. Otra política es posible pero no será ni fácil ni pronto. Esta es una carrera de fondo. No debemos pensar en votar (nuestra única opción de intervención en la democracia) a los mejores o a los favoritos, debemos pensar en votar a los menos malos, en la esperanza que lentamente aparecerán (gracias a nuestro apoyo) otros más democráticos, más cercanos a algo parecido a la defensa de los ciudadanos. La política de partidos solo puede ser corrupta porque así ha sido diseñada. Debemos acabar con la política representativa y presionar para que la democracia directa sea cada vez más real. Pero no será de hoy para mañana. Tenemos que recuperar todo el espacio perdido en siglos y eso no se improvisa. Es un caso de sostenibilidad. Simplemente tenemos que conseguir que nuestros hijos hereden un sistema político mejor que el nuestro. UP (o VOX, según como penséis) han sido bocanadas de aire fresco (o eructos de búfalo, según como penséis), pero no son la meta, no son lo definitivo. Otros vendrán que los harán peores. Porque aunque parezca increíble ningún partido es democrático. UP simpatiza con unos o con otros (el voto ideológico que denuncia Harari en Homo sapiens) pero ninguno es democrático.

 

¡Claro que somos más democráticos que los tercermundistas! (a los que colonizamos para sacarlos de sus sistemas simples e introducirlos en nuestros sistemas corruptos). ¡Claro que somos homologables a los países de nuestro entorno. Pero ser más/tan democráticos no es suficiente. Debemos ser plenamente democráticos y eso, hoy solo lo defiende UP. hemos dado por supuesto que solo en el capitalismo existe la democracia y eso ya es un error craso, y no porque el comunismo de estado (URSS, Cuba, Venezuela, China) sean mejores o alternativas a nuestra mierdo-democracia, sino porque no tenemos una democracia plena ni por asomo. La política de la inseguridad (¡qué vienen los rusos, qué vienen los terroristas, qué vienen los radicales, qué viene el Islam!) no es una realidad, es una estrategia como ha denunciado la intelectualidad en pleno. La promesa de la inseguridad es una forma (estrategia) de dominación. Mirad como se les llena la boca diciéndonos que los independentistas, los radicales, nos van a romper España. Montoro dijo “¡qué se caiga España que ya la levantaremos nosotros!”. Diaz de Madrid defiende que Madrid es España dentro de España. ¿Seguro que el radicalismo y el independentismo es el que nos señalan? El nominalismo es una forma de confundir las cosas con la palabras.

 

El desgarrado. febrero 2021.

 




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