» 27-02-2021 |
La “celebración” del 23-F pone sobre la mesa la ley franquista (pero también de la democracia) de secretos oficiales. Las cloacas del poder funcionan a pleno rendimiento y, por supuesto, evitan que se transparenten sus chanchullos “sine diae”. AXN emite la película “El quinto poder” sobre la filtración de secretos oficiales realizada por Manning y Assange. El dilema es simple ¿Hasta que punto las miserias del estado deben prevalecer sobre el derecho a la información de los ciudadanos? Podríamos plantearlo deotras maneras como ¿Son los hackers los nuevos demócratas? Es posible que cierta opacidad sea necesaria para que los estados funcionen, pero ¿hasta donde llega esa opacidad? ¿Hasta el infinito temporal? Los gobiernos han ido acentuando su nivel de opacidad. La doctrina dice que contra menos sepa el pueblo, mejor para él. Pero la contrapartida es que contra más opaco es el Estado, los abusos y la corrupción crecen desmesuradamente. Seguro que existe un equilibrio, pero no es el actual. De momento los ciudadanos ponen el culo y ¿adivinidad quién pone la verga?
La película nombra al quinto poder, que sucede al cuarto (los medios de información). El quinto poder -aún difícil de delimitar- remite a la circulación de información por internet, sea cual sea su fuente. El quinto, supone un peligro para los estados y los gobiernos, pero también para los medios de información. La respuesta de los primeros a las filtraciones de Wikiliks consistió en una reacción virulenta hacia los autores con amenazas de penas de hasta la muerte (alta traición). Manning está en la cárcel y Assange y Snowden está exiliados, pero perseguidos. No podemos perder de vista que arriesgaron su vida, su libertad y su honor simplemente por difundir lo que cualquier ciudadano consideraría que una información a la que tenían derecho. Acusar de traición a quien descubre tus vergüenzas no es sino prevaricación. Las cloacas del poder no deberían existir y si existen deben ser transparentes. La intoxicación de la opinión pública es lo suficientemente eficiente como para que baste sin, delitos opacos añadidos.
Los ciudadanos -los sujetos de la soberanía popular- no tenemos derecho a saber lo que los gobiernos hacen a la sombra del poder. Sin embargo sabemos que los fondos reservados siempre son fuente de corrupción, que los secretos de estado son siempre fuente de delitos, (a veces, entre los propios agentes de esos secretos), que las guerras sucias existen y producen muertos. Se llaman “compensaciones”, espionaje interior o guerra sucia. Es curioso que publicar información de lo que han hecho los políticos (protegidos por el secreto) sea delito y si lo hacen los propios políticos sea “vigilancia”, “control”, “rutina”. La ley del embudo sigue funcionando a la perfección.
A esto, nuestros políticos, le llaman democracia plena. Sabemos que no hablan de democracia sino de su culo, ese sacrosanto culo que es el primer objeto de deseo democrático. Nunca sabremos lo que pasó en el 23F, en los sanfermines de 80’ ni con la guerra sucia contra ETA. Porque los ciudadanos no nos lo merecemos. En nuestra estupidez necesitamos y merecemos que “Papá” estado nos ampare, nos proteja y que nos aleje de esos trances que no nos convienen. “¡Qué buenas son las hermanas ursulinas, qué buenas son que nos llevan de excursión!”. Estamos en el estado paternalista, patriarcal, y a eso le llaman democracia. ¿Qué parte de soberanía del pueblo no han entendido? No necesitamos ni protección, ni que nos doren la píldora. Necesitamos transparencia, honradez y bonhomía. Todo lo que nuestro Estado-Gobierno no nos puede/quiere ofrecer. A las mujeres, los colonizados, los altersexuales habría que añadir los administrados. Es evidente que el paternalismo nos afecta a todos.
El desgarrado. Febrero 2021.