» 04-03-2021 |
Coinciden en el tiempo las declaraciones de Aznar y Trump. En algo coinciden absolutamente: en no aceptar el error. Aznar jamás reconoció que Irak no tenía armas de destrucción masiva ni que el 11-M fue obra del Yihadismo. Sí lo hicieron sus socios, pero él, sigue manteniendo su posición, ¡alto! por encima de la disculpa emprendida por Busch y Blair. ¿Fue Aznar quien promovió la idea? Es evidente que no. Su negativa a reconocer el error es una estrategia político-personal. No hace política, hace oportunismo. Por supuesto Aznar no acepta nada que desvirtúe su imagen. Es su carácter. Él es el triunfo y los demás son el fracaso. Su megalomanía es insaciable. Es evidente que no ha aceptado una entrevista con una cadena “enemiga”, en un momento de especial debilidad de su partido, sino por que algo tiene en la cabeza. La pregunta es ¿tras de Casado, el desastre?. No, a Aznar le piden cada día que vuelva y él, se deja querer. Exactamente lo mismo que Trump: un personalismo desmedido, un desprecio por la verdad galopante, una ignorancia (activa) de la democracia brutal. El absolutismo (por otros medios).
Periódicamente coinciden en el mundo una serie de mandatarios incapaces. Estamos ante uno de esos momentos. Si Aznar vuelve al poder (lo que será difícil de evitar) y Trump lo logra (lo que tampoco es de extrañar), se juntarán con unos mandatarios de la UE especialmente incapaces y… en fin, analizad el resto vosotros mismos (incluída la vuelta de Mas a la política catalana). Dentro de cuatro años -si Dios no lo remedia- el panorama será desolador. La democracia necesita una remozación inmediata. Si las revoluciones son impensables (pero no olvidemos Yugoslavia) las algaradas urbanas son cada vez más frecuentes. Los analistas quieren entender que esas algaradas son ajenas a la política (son radicales extranjeros). Desde Mayo del 68, en Francia, se han sucedido no menos de cinco de esas algaradas. Parece evidente que el malestar social se manifiesta de maneras distintas, pero no cesa. La democracia está seriamente tocada y nadie quiere verlo, nadie quiere aceptarlo. Y la ignorancia es la madre de todos los males. Estamos al borde del desastre… hasta el virus lo sabe.
Aznar no acabó con ETA (pero lo intentó). Y no olvidemos que su figura política (enormemente dubitativa y débil en sus primeros tiempos) solo se afianzó a partir del atentado que le hizo (o, no) ETA. Sabía que quien acabara con ETA tendría muchos años de gloria. Cuando ese final vino de la mano de los socialistas, inmediatamente se trato de disolver su éxito: primero negando que fuera un logro socialista (“ha sido la sociedad española en su conjunto”) y posteriormente (y con inusitado éxito) negando el propio fin de ETA. Si ETA no había cesado los socialistas no habían acabado nada. Para ello convirtió a las víctimas de ETA en las víctimas absolutas y ETA en el enemigo universal. ETA se convertía así, en el mal infinito al que solo se podía oponer la justicia infinita (es decir una justicia sin límites, cosa que ya había ensayado González). Todo este “montaje” no era nuevo, es el esquema de las democracias internacionales contra el terrorismo, en cuanto este se convirtió en el heredero de la guerra fría (¡qué vienen los rusos!) y de la instauración de la inseguridad como medio de control para la democracia. Un montaje que Rancière, Agambem, Lyotard, Derrida, etc, han denunciado con profusión.
Asistimos a la destrucción circense de las armas de ETA mediante una apisonadora. Los PPeros deberían estar contentos: se escenificaba simbólicamente el fin (truculento) de ETA. La redención de la víctima absoluta. Pero no. Casado lo califica de propaganda. ¡Que diferente se ven las cosas de acuerdo con el bando en el que te encuentras! Si lo hubieran hecho ellos hubiera sido un acto electoral de esos que pagaban con dinero negro desvirtuando la democracia representativa. Creo que este acto es consecuencia de la presión que el PP ha realizado en el sentido de negar el fin de ETA. No lo disculpo, pero me parece una consecuencia lógica. Mientras Casado se come los puños pensando que ese acto lo podría haber protagonizado él mismo. Probablemente en este País la reconciliación es imposible. Hay algo visceral en nuestros políticos. Lo visceral es evolutivamente anterior a lo racional. Pero probablemente también, dada la formación que les garantiza la Constitución (ninguna), no podamos esperar que la racionalidad les adorne: la despreciaron cuando redactaron la Constitución.
No es casualidad que nuestros políticos sean como son (poltroneros, electoralistas, cortoplacistas, irresponsables, corruptos). Ellos mismos se dieron esta constitución que les ampara). Son el producto de una constitución -aprobada en circunstancias dramáticas- que se confeccionaron como un traje a medida. Ahora nos dicen que es una democracia plena. Será por intervención divina, porque tal como se gestó la Constitución, era una misión imposible. Pero los políticos no quieren cambiarla, como no quieren tocar la inviolabilidad del rey (que pondría sobre la mesa su propia inviolabilidad). Nuestra democracia plena es de piedra. Los USAnos tiene decenas de enmiendas. Nosotros solo las que nos ha obligado la UE (creo que dos). Los USAnos se han quedado con una constitución antigua y necesitada de reformas. La nuestra no es antigua, es arcaica (ya nació vieja) y no se aprobó en un ambiente de libertad sino de temor. Pero el bipartidismo no quiere oír hablar del tema. ¡Con lo que costó engañar a los españoles, cualquiera se atreve ahora a modificarla! Nunca se cambiará una ley electoral profundamente desigual, y eso, teniendo en cuenta que la rendija electoral es la única posibilidad democrática que tenemos los españoles. Eso es la democracia plena: una sola rendija y absolutamente mediatizada. ¡Metérosla por el culo!
El desgarrado. Marzo 2021.