» 15-03-2021 |
Otras veces he comentado el pacto de autoignorancia que se dieron los políticos (y sindicalistas) en el momento de redactar la Constitución. Ellos no necesitan formación académica, ni colegiación profesional. Ellos nacen con el talento de dirigir una nación o un sindicato. Es, incluso, raro que les guste tanto meter la manga en la educación cuando no creen en ella. Y no estoy diciendo que no tengan formación (algunos la tienen, aunque lo de hablar inglés es muy reciente), lo que digo es que decidieron que no era importante para dirigir la nación. Por ejemplo, ser abogado (incluso ful, como Casado) no vale para nada en la vida civil si no le añades alguna especialidad. En la política, basta y sobra. El resultado ya lo sabemos: la cantidad de políticos estúpidos, metepatas, bocachanclas y vocingleros es estratosférica. Twiter ha venido a magnificar las cosas. Ni siquiera son capaces de releerlos para darse cuenta de que algunas cosas no son de recibo. Claro que los desmentidos y peticiones de excusa pueden colar como lo que no son: prudencia o arrepentimiento.
Todos recordamos la reinvención del idioma que realizó Rajoy, cada vez que se liaba. Por lo visto era incapaz de pensar y hablar a la vez y eso le llevaba a monólogos cómicos (podéis consultaros en Internet). Evidentemente a todos les gusta presumir de cultos y así González nos habló del “marmolillo de la Moncloa” y Aznar dijo aquello de “en pelota” para poder lucir de culto que sabe que no se puede decir “en pelotas”. Iglesias no pierde oportunidad de hablar de teoría política y Solana decía aquella frase genial y doctoral de: “yo se lo explicaré y usted me entenderá”. Todos dicen “preveer” (por similitud con proveer) pero eso también lo hacen los periodistas que se supone que son profesionales del idioma. No existen grandes oradores pero todos son grandes retóricos… en el peor sentido de la palabra: utilizar la lengua para manipular, convencer, influir pero, para nada, para argumentar. Diaz interpretó que el Covid-19 se refería 2019 y lo soltó en público porque ella es así de espontánea… y de inculta. Pero de Diaz hablaremos más porque solo es comparable a Rajoy, aunque la primera innova en el fondo y el segundo innova en la forma.
Su enorme estupidez les lleva a contratar asesores (casi dos mil en toda España) que les asisten en su ignorancia, lo que facilita que tipos que no han pasado por las urnas nos gobiernen. Uno de ellos es Miguel Angel Rodriguez. Este espécimen es el que acuñó -al servicio de Aznar- los de “España va bien” o “¡Váyase Sr. González!” Lo suyo son los eslóganes, cortos y efectivos, manipuladores y dirigidos a un pueblo, por lo menos tan inculto como sus dirigentes, quizás por aquello de que cada pueblo tiene los dirigentes que se merece. ¿Por qué rompió peras con Aznar? no lo sabemos pero así fue. Quizás dos egos de aquel tamaño no cabían en la misma habitación. Tras un periodo de conducir borracho y superando ampliamente los límites de velocidad, que nadie puede superar, pero que los políticos no deberían especialmente hacerlo, bajo pena de expulsión, tras un periodo de asistir a tertulias de ultrafascistas en los que seguro estuvo detrás de aquella infausta frase de un vocero del PP: los socialistas no deberían abrir las fosas de la guerra porque seguro que encontrarían a sus padres, Rodriguez aterrizó en la comunidad de Madrid de Diaz.
Y aquí ha (re)iniciado una fructífera carrera con una de las presidentes (utilizaré el masculino para no excluir a nadie) más estúpidas de la historia española. En pocos años (casi podríamos decir desde la campaña de las elecciones, hasta aquí) ha batido todos los récords de ignorancia antes establecidos… hasta que llegó Rodriguez. A partir de entonces sus frases son brillantes, incisivas, retadoras. Ahora se debate entre “socialismo o libertad” (no es nueva ya ha sido utilizad desde la iglesia a los ultras del FN), contra Sánchez o “comunismo o libertad”, contra Iglesias. Las frases de Rodriguez, sus eslóganes, trasladan la estupidez de sus clientes (los políticos) a los ciudadanos. Rodriguez sabe que el pueblo no asimila más de una frase por campaña y se rige por ella. Naturalmente para que eso funcione previamente se ha de elaborar un lenguaje político incomprensible, farragoso y aburrido. Se debe manipular al electorado. Y en esa campaña colaboran los medios de comunicación que hablan a los ciudadanos como si fueran expertos en un discurso político que no es sino el discurso de los idiotas… porque no dan más de sí.
Rodriguez es un demagogo de tres palabras, lo que no es fácil pero tampoco es difícil. El acuña las sentencias y sus estúpidos clientes las repiten machaconamente, probablemente sin entenderlas. Así son los asesores. Dentro de poco se enfrentarán no solo porque ningún estúpido quiere que la gente se entera de que es una marioneta en manos de un asesor sino porque acabará creyéndose que todo se debe a su presencia y a su pretendida inteligencia. Así es la vida, Así fue con Aznar y así será con Diaz. Lo jodido es que esta tramoya es lo que sustenta la política. Esto es lo único que hay detrás. Mientras, el 50% de los jóvenes no tienen trabajo, el 25% de la población están al borde de la pobreza, el PIB va camino de caer un 20% y el paro se dispara. Y los estúpidos políticos siguen jugando a las elecciones, a los cargos rimbombantes y al juego de las poltronas. ¡La vida sigue!
El desgarrado. Marzo 2021.