» 14-04-2021 |
Se conmemora el 90 aniversario de la segunda república. Se hacen encuestas callejeras para comprobar que sabe el pueblo sobre la república y el resultado más allá de dejar a los jóvenes en la inopia (lo que habría que achacar a los programas de historia de los sistemas educativos) destaca un hecho que marca a España respecto a otras naciones europeas y especialmente Francia: la ausencia de republicanismo. El republicanismo es un ideario que prescinde de la discusión monarquía/república. Es un ideario de progresismo y libertades que trata de ser independiente de la disyunción decimonónica entre derechas e izquierdas. Marx, que hizo grandes cosas por la igualdad, olvidó a las mujeres como sujeto político. Gracias a su impulso hemos podido entender que no solo los trabajadores son dignos de redención, también lo son las mujeres, los extranjeros (colonizados) y los altersexuales… entre otros.
¿Qué es el republicanismo? El republicanismo excluye a la monarquía por su historia, su concepto y su desigualdad estructural. Pero no por su actualidad. El republicanismo ha resuelto sus litigios con la monarquía, hasta el punto que sería compatible con una monarquía. Las monarquías parlamentarias que en Europa quedan, son republicanistas puesto que han acabado no solo con la monarquía absoluta, sino con la monarquía relativa (cualquier rastro de poder que no sea presentación o glamour). El contenido del republicanismo son los derechos individuales: la igualdad, la fraternidad (hoy llamada solidaridad, altruismo) y la libertad (dentro de un orden). La monarquía es un cuento de hadas que nos recuerda nuestro pasado ancestral (para los USAnos solo significa antigüedad más o menos exótica, espectáculo), una afirmación de historicidad vacía. Presencia en el imaginario popular (el papel cuché, las fantasías de los niños, el recuerdo de un pasado absoluto) y glamour (protocolo, vestidos anacrónicos, lenguaje trasnochado y pasiones decimonónicas).
La serie “The Crown” lo define con precisión. La monarquía es un pueblo dentro del pueblo y sus representantes son pueblerinos porque han perdido el contacto con la realidad, han perdido el tren de la modernidad. La serie lo explica muy bien: la obsesión es por modernizarse, por estar al día, empresa siempre fallida porque monarquía y modernidad son conceptos antagónicos. Pero pueblerinos interesados en el poder y en el dinero como sus ancestros. Por lo visto eso se hereda. No voy a negar la importancia del imaginario popular. Los reyes franceses cagaban en directo y las reinas parían ante sus súbditos. La monarquía era propiedad del pueblo y pagaban su inmenso poder con peajes de calado a la ciudadanía. Pero la monarquía supo aprovecharse de la modernidad y se fue retrayendo de la exposición popular como los cuernos del caracol. Ahora la monarquía solo se expone en el papel cuché mientras ejerce sus trapacerías en la opacidad… como vosotros sabéis.
Es evidente que hay que controlar a los reyes y que su inviolabilidad es un abuso. Pero más allá de eso, me parece más importante que alcancemos ese concepto de republicanismo del que disfrutan los franceses. Mientras estemos en la trifulca monarquía/república al modo español, nunca entenderemos lo que de verdad representa el republicanismo, ese republicanismo que llena de orgullo a los franceses y que para nosotros es una disputa infantil. Lo mismo da tener un presidente de la república que un rey. Bien, lo de la sucesión es un pero, pero también puede ser un recordatorio de cómo eran otros tiempos… siempre que no sean nocivos. Que la reina de Inglaterra y Escocia sea además la jefa de la iglesia anglicana (como los islamistas) es otro pero. No defiendo la monarquía. Echo de menos un republicanismo responsable y respeto la idea de que una monarquía imaginaria puede ayudar al pueblo a olvidar el brutal materialismo monetario en el que vivimos. ¡No solo de pan vive el hombre! Por lo demás, me la trae al pairo.
El desgarrado. Abril 2021.