» 26-05-2021 |
En nuestra época existe una denuncia generalizada contra los bulos. No siempre ha sido así. Cuando los bulos procedían de los intereses del poder nadie los perseguía. Podemos decir que los bulos se persiguen desde que se producen en contra del poder. Bien es verdad que los actuales medios de comunicación social dan una opción a las voces anónimas que nunca había existido. Pero eso no empece que solo los bulos en contra del poder sean bulos. La ley poco puede hacer contra la difamación y la calumnia, no solo por que son difíciles de mostrar sino porque la intención es imposible de demostrar. Eso reduce los bulos, las mentiras sobre las personas o las cosas, a algo que solo tiene una sanción social. Pero en los tiempos que vivimos la sanción social puede ser más efectiva que la sanción jurídica.
A imitación de otros países los medios españoles (“El objetivo”) instauraron las “check fact” es decir, la denuncia de los bulos que emiten los políticos. Empezó con fuerza pero pronto perdió fuelle. Es evidente que a los políticos no les gustaba que les dejaran con el culo al aire. Debió haber alguna negociación en la sombra porque la cosa ha desaparecido. Ya sabemos que políticos y periodistas forman un equipo que se necesitan recíprocamente. Como los ladrones y los policías. Pero de una otra o manera son los políticos los que emiten los mejores bulos. ¿Cómo olvidar a Sánchez Rof diciendo que la colza era un bichito que si lo tirabas al suelo se mataba o a Rajoy describiendo los hilillos de chapapote que salían del “Prestige”? Pero también los ejercicios de malabarismo que debió hacer el PSOE (en el poder) para que se aceptara entrar en la OTAN cuando se habían opuesto radicalmente (en la oposición) o su renuncia vergonzosa a derogar la reforma laboral del PP (y de ellos mismos) que defendieron con ardor en la oposición.
Pero los mejores bulos de los gobiernos son cuando se suscita la corrupción (económica o política). Verlos mentir descaradamente para defender su culo es algo que produce sonrojo. Felipe González negando saber nada sobre las actividades de los Gal. Corcuera defendiendo que regalar joyas a las mujeres de los policías es normal. Rajoy negando haber puesto todos los medios del Estado para cargarse a Bárcenas, dar sobresueldos o financiarse con dinero negro (“Todo es falso menos alguna cosa”). Aznar negando que el desmentido de las armas de destrucción masiva hecha por sus socios, era cierta. Rodríguez Zapatero negando la crisis de 2008. Reagan marcó el camino cuando dijo aquello de “Lean mis labios: no subiré los impuestos”, sin quitar méritos a Casado defendiendo su carrera de derecho meteórica y su master en la Carlos III. Podéis pensar que no son exactamente bulos pero no se alejan mucho de ellos: mentiras interesadas emitidas desde el poder para salvar el culo.
La llegada de Internet y de las redes sociales abrió el campo de los bulos a todos los internautas. Pero también a los grupos de poder. Trump utilizaba su Twiter como arma arrojadiza en la que vertía toda clase de mentiras mientras decía que eran los periodistas los que mentían. Un 15% de las cuentas de Twiter son falsas, exclusivamente creadas para intoxicar. Los rusos intervinieron en las elecciones USA -en contra de Clinton- alterando los resultados. Como lo hicieron en el referéndum del Brexit (él mismo, rodeado de mentiras), cuyo resultado, a los pocos meses, hubiera sido el contrario. Las redes son el nuevo foro en el que la manipulación se ha convertido en ley. No solo el que efectúan las empresas recogiendo el Big Data que los usuarios les regalan sino también por la manipulación torticera de los datos para obtener resultados ilícitos. Pero no acaban ahí las cosas. Además las empresas (Facebock) entregan sus datos a los gobiernos y el PSOE aprobó hace poco una ley (aprovechando una directiva de la UE que se proponía mejorar la seguridad de los datos) que le permite apropiarse de los datos de los votantes -presuntamente por motivos electorales pero no necesariamente- Ni que decir tiene que el resto de partidos se han callado como muertos.
Probablemente las redes no son un vertedero y la mierda que circula es debida a los grupos políticos y activistas que arriman el ascua a su sardina. He dicho partidos políticos y activistas pues la participación en ese río de porquería de ciudadanos individuales, más o menos extremistas, es prácticamente nula. Desde cuentas falsas o desde cuentas personales o institucionales de los políticos, pero con nombre, se vierten los bulos en la red. Es así de simple: la mierda viene de los políticos, de sus luchas partidistas y de sus oscuros intereses electoralistas. Defendiendo su culo o atacando el del oponente. Asistimos al acoso y derribo de Luna, una cooperante de Cruz Roja que abrazó a un migrante que lloraba la muerte de su hermano. Para los que demonizan la migración esta imagen no era conveniente y se lanzaron con ferocidad y con inhumanidad a intoxicar la interpretación de la imagen y de la figura de la cooperante. Tuvo que cerrar su cuenta debido a la presión. No hace falta ser muy listo para saber que VOX, o la ultraderecha del PP, estaba detrás de la campaña orquestada. Así son ellos y así se comportan.
Dejemos de rasgarnos las vestiduras acusando a las redes sociales de lo que no son culpables. Los culpables son los políticos que han encontrado en las redes un nuevo foro en el que verter su mierda. Rumores, falsedades, falsas disculpas convertidas en acusaciones, y por supuesto, bulos. Todo esto conducirá a que se regule la ley que controla las redes. Siguiendo la doctrina Diaz de “libertad a la madrileña” se aplicará la ley del embudo y se constreñirá a los ciudadanos mientras se permite mayor libertad de mentir a los políticos. La legislación ya permite a los políticos la libertad de corromperse, de no responsabilizarse, de no pagar por sus desmanes, de ser ignorantes, de no ser juzgados por tribunales ordinarios, de soslayar las incompatibilidades, de ser indultados, de autodeterminarse el sueldo, de disponer de bestretas, pensiones, préstamos y gintónics, a precios de saldo, a apropiarse de los datos sensibles de los ciudadanos, de trapichear con los poderes fácticos, de rescatar a los bancos, de condonar las deudas de grandes empresas, de establecer SICAB’s Para los poderosos, de invertir la progresividad de los impuestos, etc. Habría que ser muy inocente como para no darse cuenta de que la moneda siempre cae del mismo lado.
El desgarrado. Mayo 2021.