» 07-05-2020

Aforismos coranavíricos 1.

Estamos ante una catástrofe global. El cambio climático es global pero todavía no es catástrofe (o no lo sabemos). Como el neoliberalismo. Las guerras mundiales fueron catástrofes pero no fueron globales. Es global cuando no hay donde huir. Las grandes extinciones biológicas fueron globales. ¿Es un aviso?

 

¿Cambiará la moda? la corbata es inviable (junto a la boca, no se lava), los puños de las camisas se pelean con la práctica de lavarse las manos continuamente, los zapatos tampoco se lavan y se arrastran por el suelo. Pero la esencia de la moda es cambiar. Lo que es seguro es que aparecerán corbatas lavables, puños impermeable, zapatos ininfectables. ¡Viva el consumismo!

 

El transporte privado le gana la partida al público. Mascarillas desechables, guantes y zapatos de plástico. La contaminación le gana la partida a la ecología. ¡No hay mal que por bien no venga! exclama el neoliberal

 

Con la separación social las pequeñas tiendas, los restaurantes con encanto, los cines, los teatros, los bares, están condenados a desaparecer. La macdonalización está en marcha. Solo las grandes corporaciones subsistirán. ¿Seguro que el virus lo han inventado los chinos?

 

La ciudad: grandes aglomeraciones, metro, colas, masificación, es para el virus como un gallinero para un zorro. La gentrificacióbn tendrá que ser de toda la ciudad frente al campo. ¿Ha muerto el urbanismo?

 

La cibernética sustituye a la metafísica. La digitalización es inevitable. Es la nueva clase, frente a los analógicos que desaparecen. La nueva partición de lo sensible. Hasta los abuelos usan skype… o se quedan aislados. Las redes sociales son el nuevo espacio relacional. Pero ¿es suficiente? Siempre echamos de menos lo que no tenemos y lo que no tenemos, con el confinamiento, es el contacto analógico. ¿Quién lo hubiera dicho?

 

Los mayores están sufriendo un castigo enorme. Las residencias son granjas de cultivo del coranavirus. Viven solos, mueren solos y los entierran en soledad. Yéndose solucionan el problema de las pensiones. Además estaban muy pesados con las manifestaciones de los lunes. Pero su ayuda a la familia es ineludible y su pensión arregla a menudo la economía de crisis. ¿Quién ha hecho el balance?

 

La manera de hacer política es lo único que no ha cambiado. También es cierto que ir a peor era imposible. Aprovecharán para recortar derechos: geolocalización, control de relaciones, certificado de pureza vírica… Ya veremos cuantos de los recortes del estado de Alarma han venido para quedarse. ¡Todo por nuestro bien. Claro!

 

La robótica también ha mostrado sus debilidades. Ha sido incapaz de evitar la paralización del país. La próxima vez no ocurrirá, ya estará preparada. Más argumentos para poner en la calle a unos cuantos millones de trabajadores no cualificados. En la calle o en la tumba. El nuevo holocausto está listo.

 

Esta crisis ha servido como simulación de múltiples situaciones: la robotización (fracaso), la regeneración climática (éxito), la cibernetización (éxito), el biopoder (fracaso), las relaciones virtuales (fracaso). En otras circunstancias tal modelización hubiera sido imposible. El epidemiólogo inglés huyendo a encontrarse con su amante es un soplo de esperanza.

 

Este virus lo podrían haber diseñado las multinacionales, Amazon o Alibaba por ejemplo: teletrabajo, teleescuela, telecompra, teleocio, telemedicina… El Gran Hermano de la información se convierte en Gran Hermano de las mercancías.

 

¿Es nuestro modelo intrínsecamente ineficaz? La civilización de masas es perversa por cuanto se convierte en un paraíso para los virus. El consumo se basa en la economía de escala. El virus también. El triunfo se mide en millones de personas. ¿Es la estrategia adecuada? ¿Deberíamos dispersarnos? Los ricos ya lo han hecho.

 

Toda sociedad de la seguridad necesita un enemigo: los rusos, los terroristas, los desalineados… ¿el virus? O quizás los asintomáticos: propagadores incívicos de la pandemia. Habrá que vacunarse antes de que los políticos caigan en la cuenta.

 

Sabemos los problemas pero no sabemos las soluciones. En este nuevo mundo los que tengan ideas triunfarán. Los que se queden con las ideas antiguas, desaparecerán. Es como si se desplazase el poder de los digitales a los ingeniosos. De momento estamos en la fase del confinamiento y de las separaciones de metacrilato. Los primeros puentes de hierro se hicieron con dovelas de metal.

 

Las epidemias hablan de poblaciones, la sicología habla de individuos. ¡Por qué no se callan! (¡Gracias, Emérito!).

 

Vivimos inmersos en una escala de valores en la que, lo que no cuesta es devaluado. La naturaleza, la calle, los vecinos, los amigos, la alegría de los niños, recobran ahora el valor que tenían. La solidaridad, el altruismo, la lealtad y la tolerancia (que tan poco valen en el mundo de los negocios o en la política) se nos muestran como valores primeros. Solo aspiramos a lo que no tenemos y el consumismo nos ofrece ingentes cantidades de metas. Es difícil distinguir.

 

No matan las armas, matan los que las disparan; no matan los coches, matan quienes los conduce; no matan los virus, matan los que desarman los dispositivos que los combaten. Si no hubiera armas no habría accidentes por ellas; si no hubiera coches no habría accidentes de tráfico, si no hubiera virus, viviríamos un sueño porque significaría que no hay políticos. Porque son lo mismo.

 

Cuando hayamos hecho todas las adaptaciones para mantener la distancia social aparecerá la vacuna -dice la tertuliana compungida-. No te desesperes, esa es tu misión: adivinar el futuro

 

El desgarrado. mayo 2020.




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