» 28-10-2019

Cat-adeu 70. La cuestión catalana. El último mantra: ¡Catalunya no está dividida!

La capacidad del independentismo para generar mantras (¿delirios?) es ejemplar. Desde que los políticos decidieron dar el pistoletazo de salida con las primeras manifestaciones multitudinarias hemos asistido: al de la justificación de la nación, la de la legitimidad, la del diálogo, la de la espontaneidad, la de las cifras de asistencia a las minifas, la del hecho diferencial (raza, historia, cultura, lengua, valores, democracia), la de la mayoría (no la natural, sino la representativa), la del derecho al voto (referéndum), la de la interpretación de las leyes, la de los presos políticos/comunes, la del engaño a la población,  la de la violencia, la del victimismo (que es la del pueblo elegido), etc. -que se han ido dando por comprobados y acumulados al haber independentista- hasta alcanzar este último mantra que es el de la indivisión de Catalunya.

 

Como en muchos de los casos anteriores se parte de una realidad para convertirla en un delirio. Es evidente que en Catalunya no hay ningún enfrentamiento abierto entre independentistas y no independentistas. También es evidente que hay “grosso modo” un empate de fuerzas. Es por demás evidente que los no independentistas han sido identificados con los españolistas (imperialistas, constitucionalistas o como se les quiera llamar) y que como dijo Forcadell recientemente no se ha atendido a su sensibilidad, no se ha empatizado con ellos y “quizás” se les ha ofendido. Los independentistas -aprovechándose de su mayoría proporcional (que no natural) en el Parlament,- han prescindido de su existencia para emprender el camino de la independencia sin contar para nada con ellos. Pero de eso a colegir que en Catalunya no hay ninguna división, “que la división nos la hacen ellos”, hay un abismo. La división existe (es una realidad) y se niega porque los independentistas desean mantener la ficción (el delirio) de que la inmensa mayoría de los catalanes son independentistas.

 

Esta es la prueba de que el independentismo no es democrático: excluye a más de la mitad de los ciudadanos por no comulgar con sus ideas. Tal como están las cosas el independentismo es una oligarquía. La coartada es que es el gobierno de España la que no permite que se haga un referéndum para deslindar ese empate de fuerzas. Pero a falta de esos datos los independentistas y el gobierno de Catalunya declaran Catalunya toda, independentista. Mientras el gobierno de España se limita a aplicar la Constitución y el Estado de derecho (lo que no se puede tildar de antidemocrático), los independentistas tiran por el camino de en medio y se manifiestan como escasamente democráticos, excluyendo a la mitad de la población catalana. Es evidente que no se puede obviar (por parte de España) que existen un 50% de catalanes que quieren la independencia, como tampoco se puede ignorar (por parte de la Generalitat) que existen un 50% de no independentistas. Y digo la Generalitat y no los independentistas porque ha demostrado hasta la saciedad que es una Generalitat independentista. Es un choque de gobiernos, no de pueblos.

 

El problema para el gobierno de España es que no puede con la ley en la mano permitir el referéndum (otra cosa es que la simple idea le aterrorice). Pero el problema para el gobierno de Catalunya es que no lo ganaría o lo haría por tan estrecho margen que no resultaría habilitante. Quizás por eso Forcadell (y Vila) cambian de estrategia y vuelven la cara hacia los nos conversos, en una campaña de empatía de nuevo cuño, cuya intención no puede estar más clara: añadir adeptos hasta superar el 50%. El mantra contra-155 de que Rajoy creó más independentistas que Mas, debe ser aprovechado ahora que la movilización por la sentencia (la confirmación del encarcelamiento de los políticos) ha calado entre sectores más amplios que los meramente independentistas.  Teniendo en cuenta que es un problema entre gobiernos ¿Por qué los partidos independentistas no hacen valer su peso en España para forzar un gobierno más afín a sus intereses? Porque no quieren que sea un problema de gobiernos sino un problema de pueblos, de razas, de culturas, de lengua, de tradiciones. No hay otra explicación.

 

Y es aquí donde el argumento del diálogo se va al traste. Si el problema es de pueblos y de razas no hay diálogo posible porque ha sido taponado por los políticos. Han sido los políticos españoles los que han encendido la mecha (altanería, soberbia) del odio a Catalunya y han sido los políticos catalanes los que ha hecho lo propio (expolio, victimismo) con el odio a España. Decir que la solución a este problema es exclusivamente político es ridículo. En cualquier caso la solución deberá ser político-jurídica. La política puede poner la voluntad de cambiar las leyes, pero deben ser las leyes las que habiliten la solución del conflicto. Y evidentemente cualquier decisión política deberá ser refrendada por el pueblo puesto que supondrá la modificación de la Constitución. Y si bien Catalunya está dividida al 50% entre independentistas y unionistas, en España la mayoría son unionistas. En una palabra: no es posible una solución dialogada, política. No está tan lejos el caso del Estatut como para olvidar que aunque el Parlamento y el gobierno estén a favor de una solución dialogada, un recurso al Constitucional puede cambiar las cosas. Ni que decir tiene que una modificación de la Constitución -favorable a las tesis independentistas- nunca sería refrendada  por el pueblo.

 

Para conseguir una salida de España -con la ley en la mano- la Generalitat debe convencer al gobierno de España, a la oposición y al pueblo español (catalanes incluidos). Con las estrategias actuales eso es imposible. Ni aún ganando el referéndum de autodeterminación en Cataluña (cosa que está por ver, pero sería factible) la salida sería posible. El referéndum es una nueva promesa falsa. La escalada de violencia es inevitable, los políticos españoles la aceptan y los políticos catalanes lo saben. Lo que mejor saben hacer los políticos es solucionar los problemas cortando por los sano: Corea del norte y del sur; Irlanda del norte y del sur, etc. Podrían dividir Catalunya en de dalt y de baix o quizás como en Israel, o el caso de Berlín, motear el territorio. De lo que podemos estar seguros es que cualquier solución mediada por políticos será nefasta.  Esa solución política que todos anhelan será una solución electoralista, porque no existen otro tipo de soluciones para ellos: las que calientan el culo, las poltronistas.

 

El desgarrado. Octubre 2019.




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