» 25-10-2019

Cibernética 2-2. Internet de las cosas.

Continuo con el libro Big Data citado en la anterior entrega. Como su nombre indica Internet de las cosas (IoT) son las máquinas conectadas a internet, hablando entre ellas. Para ello las máquinas deben tener sensores que les permitan la comunicación y transmisión de datos. Las personas también llevamos cada vez más (cosas) con sensores: el móvil, la ropa, otros dispositivos, etc. Estamos, pues hablando de la relación entre Internet y la tecnología RFID (Radio frecuency identification device), es decir la comunicación. La identificación se produce merced a unas etiquetas (tags) compuesta de un pequeño chip de silicio unido a una antena de radiofrecuencia. Las señales del chip son recogidas en Internet identificándose y comunicando. Somos datos conectados. Internet de las cosas tiene el potencial de cambiar el mundo.

 

Internet de las cosas “es una tecnología global interconectada, enlazando objetos físicos y virtuales a través de la exploración de la captura de datos y las capacidades de comunicación” (Tascon-Coullaut, 2016,110). No solo enlaza objetos físicos y virtuales sino también el mundo de la información (IT) con el de la producción (OT). Su campo de acción se desarrolla en diversos escenarios como: humano: dispositivos que nos monitorizan la salud (constantes, adhesión a tratamientos, calidad de vida) y la productividad (eficacia, efectividad). Hogar: confort, eficiencia energética y seguridad. Pequeñas y medianas empresas: fidelización, personalización, mercado. Oficinas: eficiencia energética, seguridad, productividad. Fábricas: optimización de equipamientos, productividad, calidad, salud y seguridad. Infraestructuras y construcción: eficiencia y seguridad. mantenimiento personalizado. Vehículos: información del entorno y obstáculos, facilidad de conducción, (semi)autonomía, mejora del medio ambiente y de la seguridad vial. Urbanismo: transporte, seguridad y sanidad pública, recursos, servicios.

 

De alguna manera todas las cosas pueden ser inteligentes puesto que los sensores les dotas de percepción, la RFID les dota de comunicación de información e Internet las dota de relación. Probablemente la IA (Inteligencia artificial) tiene más que ver con esto que con la robótica andrótica. Pero no carece de pegas y peligros: en primer lugar el colapso en la transmisión de datos; en segundo la vulneración de la seguridad y la privacidad; en tercero la ética de los datos. Esas son las áreas en las que se debe avanzar: tecnología (hardwere de bajo consumo, una conectividad ubicua, abaratar costes, eliminar las baterías), seguridad (privacidad, propiedad intelectual) y ética (un uso adecuado, normatividad).

 

De otra manera (más filosófica) debemos reparar en que la simple retroalimentación cibernética, los servomecanismos y los amplificadores que simplemente corrigen (a más, menos) las trayectorias (como los timones automáticos) o los termostatos (que corrigen las temperaturas) o que amplifican la información (a más, más), ya no son suficientes. El sistema: percepción (sensor), comunicación (transmisión) y relación (diálogo con otros dispositivos), supera en mucho la retroalimentación. No quiere decir eso que la elimine (la retroalimentación -que como sistema supera la causalidad común o la linealidad-  vino para quedarse). Pero Internet de las cosas llega mucho más allá. Estamos ante una robótica en la que en vez de mover el dispositivo movemos la información: los robots inmóviles. Probablemente estemos ante una división radical entre el concepto de robótica andrótica y robótica de la información. Robótica del movimiento y robótica de la acción a distancia.

 

La retroalimentación consiste en automatismos que sin intervención del hombre corrigen o aumentan la acción. Internet de las cosas es un automatismo de segunda generación, un automatismo que puede ser dirigido, controlado, intervenido. Pongamos un ejemplo. El sistema de calefacción o de aire acondicionado dispone de un servomecanismo (termostato) que le permite regular la temperatura automáticamente. Pero si ponemos en marcha la calefacción remotamente por medio del móvil lo que hacemos es que un dispositivo (el móvil) se ponga en contacto con otro (el calefactor) para obtener un resultado: encender la calefacción de forma remota. La relación se efectúa a través de Internet (o, no) pero la opción Internet es la más factible. En el caso del coche autónomo, sus sensores lo mantienen en una relación con el entorno segura y controlada, evitando los accidentes y maximizando la eficacia.

 

El desgarrado. Octubre 2019.




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