» 01-11-2020 |
Todos lo conocemos -y no solo en España- porque es omnipresente. Su simpatía y sus pésimos chistes no empañan una labor por la divulgación de la comida sencilla y sabrosa. Tampoco es desdeñable su labor en favor de ciertos deportes y seguramente múltiples otras actividades que no se traslucen en sus programas. A ello añade un perfil crítico con los políticos que era habitual en los ciudadanos vascos hasta que los políticos vascos, los que defendían “lo nuestro” cambiaron la tendencia. Pero ese perfil de ciudadano ejemplar se ve empañado, a mi modo de ver, por ese anuncio de rico, rico que hace para una empresa de sopicaldos. ¿Cómo se compagina la defensa de la comida natural, tradicional, sencilla, con el uso de glutamato sódico, no solo umami (artificialmente sabroso) sino además con alto contenido en sal?
No es el único. Lo hacen muchos. Apadrinan líneas de comidas preparadas que avalan con su “marca”. Adriá, se retiró de la restauración a pié de calle, en la confianza de poder vivir de otro tipo de restauración no cotidiana. Es de esperar que esa línea consista en el aval de marcas comerciales, la pedagogía, el catering, etc. Warhol abandonó la obra única para dedicarse a las grandes series serigráficas en el proyecto de extender el arte a todos los aficionados sin reparar en su bolsillo. No sirvió, porque -por muchas copias que se estamparan de su obra- los mercaderes subieron los precios para aumentar sus comisiones. Arguiñano no ha abandona su particular chollo mediático pero tampoco le ha hecho ascos al aval publicitario. Y la pregunta es. ¿Es eso muy distinto de lo que hacen los políticos, a los que el denosta? ¿Cómo se puede abogar por la comida de mercado, natural, ajena a la industria y recomendar sopicaldos industriales?
Se puede argüir que todo el mundo lo sabe, que nadie se deja engañar por la publicidad pero ¿no se podría aducir lo mismo en el caso de los políticos? Todo el mundo sabe que los políticos mienten. Lo llevan en el ADN. No acabo de ver la diferencia. Mentir es mentir, tanto para la salud como para la política. También se podría aducir aquello de que para que los restaurantes artesanales subsistan es necesario que se produzcan ingresos por otros medios… incluso espurios. Es un argumento político. No puedo dejar de pensar que lo que es bueno para los políticos, es bueno para los restauradores. Y si más no, deja de meterte con los políticos que mienten igual que tú, lo que no quita que lo suyo sea mucho más grave. ôr último se podría decir que las estrellas Michelin quitan más de lo que dan. Bien pero ¿justifica eso cualquier cosa para compensarlo? No me queda más remedio que preguntártelo: ¿Seguro que te hace falta ese dinero para que las cosas vayan mejor? ¿Eres, acaso, Robin Hood?
El desgarrado. Noviembre 2020