» 19-06-2022

Comer para vivir 20. El consumo responsable.

La escalada de traspasar la responsabilidad a los ciudadanos es imparable. Los políticos aspiran a la irresponsabilidad (inviolabilidad en el caso del Emérito, aforamiento, amnistía, indulto, prescripción, en el caso de los políticos de a pié), a que sus actos sean impunes. Para ello legislan, controlan al poder judicial, intoxican, controlan los medios de comunicación, etc. Pero la escalada de que la culpa de todo sea de los ciudadanos es imparable. Hemos escuchado que “vivíamos por encima de nuestras posibilidades” que lo abuelos incultos financieramente especulaban, que la economía sumergida es el gran problema, y ahora escucharemos que el problema de que la energía sea imparable es por que consumimos alocadamente. El etiquetado de los productos alimentarios no es un etiquetado para protegernos sino para imputarnos (a parte de engañarnos). ¿Que es el consumo preferente?: miedo en el cuerpo. Pero lo mejor de todo es el consumo responsable: nosotros ponemos en el mercado productos o servicios nocivos y de ti depende si los consumes o no.

 

Podríamos decir que si la información fuera fidedigna la decisión última recaería en el ciudadano. Pero ¿es así? Las etiquetas son incompresibles y la información contradictoria (aceite de palma sí, aceite de palma no), hasta tal punto que son inválidas para tomar decisiones. No es otra estrategia que la que utilizan los políticos: contra menos sepan los votantes mejor… que nosotros ya utilizaremos el populismo para engañarlos. El incumplimiento de los programas y las promesas electorales es del 80%. Y todo eso lo amparan los políticos, evidentemente, por intereses espurios.  Nombremos el caso de las apuestas, del tabaco, de los medicamentos, de la prostitución, de la contaminación o de las inversiones financieras. El gobierno permite que todas estas actividades sean legales sin especiales precauciones, y en un ejercicio de cinismo inconmensurable, remiten la responsabilidad a los ciudadanos. “Fumar daña la salud”. “Apuesta de forma responsable”. “No consumas medicamentos sin receta”. “No jodas por dinero”. “La inversión financiera exige conocimiento especializado”. No son los únicos casos, pero son algunos significativos.

 

El gobierno anuncia un plan contra la obesidad infantil (una de las más altas de Europa). En tiempos de carencias (siglos y siglos) estar gordo era estar sano. El peligro estaba en la desnutrición. Las familias ven en la obesidad, salud. ¿Por qué? La delgadez de las modelos ha sido ampliamente denostada. La bulimia y la anorexia son denunciadas como enfermedades graves. Las multinacionales de la comida rápida anuncian menús baratos y explosivos energéticamente. ¿Por qué no se denuncia la obesidad? No es difícil de explicar: existen intereses cuantiosos de grandes lobbies y de multinacionales que viven de la obesidad (Cómo no recordar “Big Size”), y no solo por exceso sino también por defecto. Los regímenes de adelgazamiento mueven millones. La comida rápida es barata y sabrosa. En Mcdonalds puedes tener un menú (hamburguesa, patatas fritas y refresco azucarado) a partir de 2€. Pero es nociva: grasas, azúcares, e hidratos de carbono. Las frutas y verduras han triplicado su precio en el último año. Hoy es más caro comprar en la frutería que en la carnicería (aunque solo sea por el gran contenido de agua de las primeras).

 

¿Es responsable por parte de los gobiernos dejar en manos de los ciudadanos decisiones sobre las que no tienen información suficiente? No. Es perverso. No me imagino que las decisiones de defensa estén en manos de los ciudadanos (Aznar nos metió en la guerra en contra de la opinión constatada de los ciudadanos). “La guerra es dañina para la salud” no parece un eslogan factible… lo que no le resta evidencia. Quizás deberíamos imprimir camisetas con el eslogan: “La política daña seriamente la salud” con la foto de unos orondos políticos abrazando a unos obesos jovencitos. Ellos no tomarán las decisiones que favorezcan a los ciudadanos. Ellos está ahí para comerse la sopa boba (en el mejor de los casos) y para forrarse (en el peor… pero más habitual). El bien común les importa una mierda. Su poltrona y su bolsillo es lo que manda y eso pasa por rendir pleitesía a los poderes fácticos, a las multinacionales y a las grandes corporaciones. Y estas, viven de envenenar a los ciudadanos. O tomamos cartas en el asunto o las cosas no cambiarán.

 

Si los ciudadanos comemos basura, consumimos alimentos y medicamentos caducados, jugamos, invertimos en cosas que desconocemos, ponemos gasolina en el depósito o gas en la calefacción, o nos metemos en la economía sumergida etc. es porque no nos queda otra. No hay cabida para el consumo responsable. Estamos en un consumo de supervivencia. La recomendación solo tiene sentido para que los políticos evadan la responsabilidad que debería tener y que no quieren. Esa eterna cantinela para salvar su culo ya empieza a ser insoportable: los accidentes de tráfico son por culpa de los conductores (como si el estado de las vías -diseño incluido-, la señalización y la ordenación del tráfico fueran inocentes); los incendios forestales son obra de desalmados pirómanos (como si los rayos, la acumulación de yesca, la planta de especies pirofílicas, los cristales tirados en el campo o la especulación de las empresas que “combaten” el fuego) no fuera suficiente para hacer arder España. Etc. Estamos en el punto crítico en el que la política es más dañina que beneficiosa, que gana más de lo que da. Estamos a punto de acabar con ella. Solo hace falta empujar. Otro eslogan podría ser “Yo apuesto por la dieta mediterránea… porque solo si gano la apuesta podré”.

 

El desgarrado. Junio 2022.

 

 




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