» 03-10-2021

El fin de la política 6. “Diez tesis sobre la política” 4. Rancière 6.

Tesis 9. Puesto que el campo de la filosofía política radica en fundar el actuar político en un modo específico de ser, ésta trabaja fundamentalmente para eliminar el carácter litigiosos que constituye la política. La filosofía lleva acabo esa eliminación en su misma descripción del mundo de la política y, además su eficacia se perpetúa también en las descripciones no filosóficas o antifilosóficas de ese mundo.

 

Antes de nada destaquemos que si el actuar (la política) es un modo específico del ser (la legitimidad, la capacidad, el título para gobernar), estamos en plena ontología: es el ser, el centro del actuar. Aquí Rancière destaca tres características de la política que se desmarcan absolutamente de la metafísica: 1) la existencia de un sujeto que gobierna porque  no tiene los títulos necesarios para hacerlo; 2) Que el principio de la “arje” (comienzo-dominio) está dividido (entre los que tienen el título y los que no lo tienen); 3) la comunidad política es una comunidad litigiosa. Este es el secreto de la política que la filosofías sabe desde el principio y combaten. Bajo el término de “filosofía política” se oculta el violento encuentro entre la filosofía y la excepción a la ley de la “arje”, y no solo eso, sino los esfuerzos de la filosofía para someter la política a esa ley, esfuerzo que se amplía a: a)  borrar la paradoja (o el escándalo) que surge del título para gobernar de los sin-título; b) el de convertir la democracia en un simple caso del gobierno del más fuerte o del más sabio; c) el esfuerzo de situar la comunidad bajo una ley única de división (la de los títulos y las capacidades) y expulsar la parte vacía (la de los sin-parte) del demos  de la comunidad.

 

Esta expulsión de la parte vacía no solo es 1) una oposición entre el buen régimen de una comunidad que está unida-jerarquizada, y el mal régimen de división y desorden, sino también 2) una presuposición que identifica una forma política con una forma de vida, presuposición que ya actuaba en la determinación de los malos regímenes (la democracia) como anarquía. Platón identifica esta anarquía con la dispersión de los deseos del hombre. “Platon transforma la forma de la política en una forma de existencia y el vacío, en su exceso” (Rancière 2019, 68). Platón es el fundador de la concepción antropológica de lo político, que identifica a ésta con un tipo de hombre o un modo de vida. Esta concepción antropológica es anterior a la repartición de lo sensible que anula la política. Platon inicia la filosofía política fundando una comunidad inserta en un principio de unidad (la arje), inserta en una no-división. Funda una arquepolítica (una ley que unifica el ethos: una manera de actuar, y el nomos: una ley a cumplir). Y al unificar la comunidad única, indivisa, la filosofía política la condena a confundir la policía con la política, a anular la política mediante el gesto que la funda.

 

Pero Platon llegó más lejos (y con más éxito): la sociología de lo político. A través de la filosofía política consiguió  establecer la comunidad sobre un reparto unívoco de lo sensible que anula la singularidad estructural de los “títulos sin título” y de los de la “parte de los sin-parte”. La democracia se convirtió así en un fenómeno social, o la realización colectiva de las propiedades (el ser) de un tipo de hombre… cuyas innumerables variantes e imitaciones alimentan los discursos actuales de la democracia moderna (Tocqueville). Al definir la oposición entre lo político y lo social dentro de la filosofía política nos encontramos en la represión filosófica de la política. Las actuales proclamas del “regreso de la política” (politológicas) y del “fin de la política” (sociologíacas) imitan el gesto original de la filosofía política sin comprenderlo. Marcan un olvido radical de la política y de la tensa relación entre política y filosofía.

 

Tesis 10. El “fin de la política” y el “regreso de la política” son dos formas complementarias de anular la política en la simple relación entre un estado de los social y un estado del aparato estatal. “Consenso” es el nombre común que se le da a esta anulación.

 

“La esencia de la política reside en los modos de subjetivación disensual que revela una sociedad en su diferencia consigo misma” (Rancière 2019, 69). Para comprenderlo analicemos el consenso. No es es la discusión pacífica y el acuerdo razonable, que se opone al conflicto y a la violencia (como ingenuamente pudiera parecer) sino: a) la anulación del disenso (separación delo sensible de sí mismo); b) la anulación de los sujetos excedentes; c) la reducción del pueblo a la suma de las partes del cuerpo social; d) la reducción de la comunidad política a las relaciones e intereses de las distintas partes. En resumen: la reducción de la política a la policía. El consenso es el fin de la política. No es la realización de sus fines sino el “regreso” al estado “normal” de las cosas. Por su parte el “fin de la política” es el borde de la política, una actividad que siempre es puntual y provisional. En ambos casos se produce la eliminación del concepto mismo de la política y de la precariedad que le acompaña. Al proclamar el regreso de la política pura, y por tanto el fin de la preponderancia de los social, simplemente oculta el hecho de que lo social no es una esfera particular de la existencia sino un objeto de litigio de la política. Así, el fin de los social es el fin del litigio político. El “regreso de la política evidencia que existe un lugar para ella y ese lugar no puede ser otro que el Estado, lo que significa su extinción.

 

Por su parte, el “fin de la política” plantea la existencia de un estado de lo social en el que la política ya no tiene razón de ser: a) porque ha alcanzado sus fines, b) o porque sus formas no se adaptan a las condiciones del presente. Lo que equivale a decir que el capitalismo -llevado al extremo de su lógica-  trae consigo la desaparición de la política (con lo que ello significa), y lo escenifica lamentando la derrota de la política o con la transformación de ésta en formas divididas (sectoriales) que se insertan de nuevo en el estado de lo social (capitalista). De esta forma evade la contradicción de la política y lo social (que define la contingencia y la precariedad de la política). Pero además valida dos tesis más: a) la de la filosofía política que funda la política en una forma de vida particular y b) la tesis consensual que identifica la comunidad política con la social (la política con el Estado). El debate entre filósofos (“regreso”) y los sociólogos (“fin”) es un debate interesado en interpretar la política desde la filosofía política.

 

Y aquí se acaban estas tesis. Lo que ellas significan supone un vuelco gigantesco en las concepciones “normales” de lo que la política es, empezando por un concepto de “normalidad” lejos de la realidad y de los datos. Lo que entendemos como perversiones de la política (la dominación, su reducción a lo social, lo económico, el Estado, el capitalismo…) no lo son. Son su desarrollo natural. No estamos en la perversión de la política, sino en su fin natural.

 

El desgarrado. Octubre 2021.




Comentarios publicados

    Añadir comentario


    Acepto las condiciones de uso de este sitio web