» 20-08-2023 |
3.- EXPONER EL ACCIDENTE: EL MUSEO. “Si queremos impedir que habitemos mañana en la dimensión planetaria de un ACCIDENTE INTEGRAL, que podría abarcar mediante reacciones en cadena, una multitud de accidentes y siniestros, tenemos que edificar, habitar y pensar desde ahora el laboratorio del cataclismo, el museo del accidente del progreso técnico. Esto permitiría evitar que se produzca en el futuro, tras el accidente de las sustancias -revelado por Aristóteles- el accidente de los conocimientos, la catástrofe filosófica mayor que, después de la ingeniería atómica, implica ahora la ingeniería genética” (Virilio 2005, 46). Estamos pues en el camino de evitar el accidente integral, en el camino de evitar que se cumpla el tercer horizonte de expectativas. Y ello pasa por el laboratorio del cataclismo (exponer el accidente): el museo del accidente del progreso técnico.
“Quiéraselo o no, la mundialización es hoy el sello fatal de una finitud. Parafraseando a Paul Valery, podríamos afirmar sin titubeos que “comienza el tiempo del mundo finito”, y es urgente advertir que el conocimiento sella la finitud del hombre, así como la ecología de su mundo físico” (Virilio 2005, 46). La mundialización marca los fines (ecológicos y escatológicos) a los que se dirige el mundo y ese mundo es el del accidente integral (t + e + género). Y es el conocimiento el que marca (sella) la finitud ecológica (gris y verde) y antropológica del hombre. El accidente de los conocimientos (el progreso científico: mecánico, atómico, informacional, genético) es el determinante del accidente integral. “Puesto que toda museología exige una museografía, la cuestión de la presentación de los estragos del progreso se mantiene intacta y se nos impone como un elemento primordial del proyecto. (Virilio 2005, 47). “… la radio, luego el noticiero cinematográfico y sobre todo la televisión han prefigurado el laboratorio histórico ya referido” (Virilio 2005, 47).
4.- ACCIDENTE: LA CANTIDAD DESCONOCIDA DE UN HÁBITAT PLANETARIO. “El azar se nos parece, decía George Bernanos. En efecto: mientras que antaño la vida transcurría como si se tratara de un teatro, un escenario con sus decorados cambiantes, hoy la vida cotidiana se ha vuelto puro azar, accidente permanente con múltiples secuelas, cuyo espectáculo nos arrojan a cada momento las pantallas. De hecho el accidente se torna de pronto habitable a expensas de la sustancia del mundo común… Esto, el accidente integral es lo que nos integra globalmente y a veces aun nos desintegra físicamente. En un mundo forcluido en el que todo se explica por la matemática y el psicoanálisis, el accidente es lo que queda de inesperado, de verdaderamente sorprendente, la cantidad desconocida de un hábitat planetario descubierto en su totalidad, sobreexpuesto a las miradas de todos, donde lo exótico ha desparecido de repente en favor de aquel “endótico” que reclamaba Victor Hugo cuando nos explicaba que “solo dentro de uno mismo hay que mirar el afuera” terrible confirmación de asfixia”. (Virilio 2005, 80)
La vida ha pasado de ser, antaño, como un teatro: espectáculo, guión, decorado, a ser, hoy, puro azar: accidente permanente, espectáculo en las pantallas. Incluso el accidente se torna de pronto habitable, es decir esencia, posibilidad, constitución, abandonando la esencia anterior: la sustancia. Es el accidente integral porque es lo que nos integra (constituye) globalmente. Pero el accidente tiene otra faceta. En un mundo forcluido (encerrado, excluido, recusado), en el que todo tiene explicación (desde: con las matemáticas, hasta: con el psicoanálisis), el accidente es “lo que queda de inesperado, de verdaderamente sorprendente, la cantidad desconocida de un hábitat planetario, descubierto (desvelado, revelado) en su totalidad, sobreexpuesto a las miradas de todos, donde lo exótico” (etimológicamente relativo al exterior, a lo de fuera), es sustituido por “lo endótico” (neologismo: relativo a lo interior).
5.- EL GRAN ENCIERRO. LA DESREALIZACIÓN. Freud entendía que, en un primer momento, el yo lo contiene todo (el yo y el mundo); ulteriormente, separa de él al mundo exterior. Virilio añade una nueva fase en el que el yo y el mundo vuelven a reunirse “cuando nuestro sentimiento lo abarque de nuevo todo a causa de la compresión temporal de las sensaciones” y advierte “pues será entonces el momento del gran encierro, el encarcelamiento en el minúsculo reducto de un sentimiento del mundo” Porque el mundo ha pasado de ser “oceánico” a un espacio “estrechado hasta el sofocamiento claustrofóbico” (Virilio 2005, 81). El gran encierro es descrito por Foucault en “Historia de la locura” como la operación hecha por el poder en el SXVII, en Francia, para recluir a los locos, a los enfermos, a los parásitos, como solución al problema de su existencia.
También la astrofísica se hace eco de “la ruptura con el conjunto de los grandes acontecimientos cósmicos”como “una de las causas de la dislocación de las sociedades humanas”, aunque no es sino un efecto de la mundialización. Recurre al ejemplo de la pérdida de la noche (nuestra única ventana abierta al cosmos) debida a la contaminación lumínica (“dos terceras partes de la humanidad está privada de la noche verdadera”). Nos encontramos en la situación de que “la contemplación de la pantalla (audiovisual) no reemplaza solamente a la de lo escrito, a la escritura de la historia, sino también a la de las estrellas; tanto es así, que el continuum audiovisual, sucede al de la astronomía sustancial” (Virilio 2005, 82). Se ha producido un cambio de lo simbólico-conceptual-verbal a lo simbólico-imaginario-analógico, un cambio que es en realidad un regreso a fases anteriores del desarrollo en que el pensamiento se realizaba mediante imágenes. Y esta regresión no solo afecta al sistema de pensamiento sino también a la percepción del mundo que nos rodea, a nuestra visión (imagen) del cosmos. Ver “El pensamiento geométrico 27-13, Urbanismo 16-13. El pensamiento imaginario analógico”
“En esta escritura del desastre del espacio-tiempo real, la humanidad queda afectada de miopía, reducida a la súbita forclusión de un encierro provocado por el accidente del tiempo de las telecomunicaciones instantáneas. Como consecuencia habitar el accidente integral de la globalización es asfixiar no solo la vista… sino también la vida cotidiana de un espacio dotado, sin embargo, del movimiento del ser” (Virilio 2005, 83). Este cambio de sistema de pensamiento hacia lo imaginario (“escritura del desastre del tiempo-espacio real”) distorsiona la visión del mundo (”la visión queda afectada de miopía”) debido a la contracción del espacio-tiempo, que produce el accidente del tiempo (el accidente de los accidentes) y que reduce las comunicaciones a la instantaneidad (la contracción extrema: t=0). Como consecuencia “habitar el accidente integral de la globalización” instalarse en la metafísica del accidente (e-t-género) en detrimento de la sustancia, no solo distorsiona la visión (“no asfixia solo la vista”) sino también la metafísica (“la vida cotidiana”) que deja de ser metafísica del ser para habitar la metafísica del accidente integral.
El mundo de las pantallas, el continuum audiovisual, el regreso a lo imaginario (delirio de los videojuegos, el éxito de las salas en red, la conexión universal a Internet) produce lo que los siquiatras llaman la desrealización “un mundo parelelo sin consistencia, en el que cada cual se acostumbra poco a poco a HABITAR EL ACCIDENTE de un continuum audiovisual independiente del espacio real de su vida” (Virilio 2005, 86). Y este “encierro cibernético se presenta como realización del Progreso en que la menor información y el más ínfimo suceso dan la vuelta al mundo en un instante, la mundialización pone fin tanto a la “revolución” como a la clásica “guerra mundial”: justamente, gracias a la ubicuidad televisiva, ¡El menor accidente puede hacerse revolucionario y el más pequeño atentado, programado para mostrarse a repetición, es capaz de alcanzar las proporciones gigantescas de un conflicto mundial!”. “Encerrar el afuera, es decir, constituirlo como INTERIORIDAD de expectativa o de excepción tal es la exigencia que lleva a la sociedad a hacer existir la locura, es decir, hacerla posible. Tal es lo que sucede en nuestra sociedad mundializada, donde lo local es lo exterior y lo global es lo interior de un mundo finito, únicamente definido por la existencia de redes de comunicación y de información instantáneas, a expensas de cualquier geopolítica. Y ello, por cuanto, el TIEMPO REAL de los intercambios (económicos, políticos…) triunfa definitivamente sobre el ESPACIO REAL de la geofísica de las regiones del mundo” (Virilio 2005, 86). Recordemos que la “revolución” y la “guerra mundial son los horizontes de expectativa anteriores al “accidente integral” de la mundialización. El exterior, el afuera, la vida real se pervierte en el interior, el continuum audiovisual de la desrealización.
Y eso es todo en torno al Hábitat. Podía haber sido mucho más puesto que el pensamiento de Virilio es como una tela de araña que relaciona de manera múltiple los conceptos que baraja, pero por otra parte son todas las referencias explícitas que se realizan en el texto. El museo (laboratorio) del accidente como antídoto contra sus desmanes, el accidente como lo sorpresivo, lo diferente, lo vivo, y el accidente de un continuum audiovisual independiente del espacio real de la vida como el lugar a ser habitado, son las tres facetas de este habitar en esta segunda entrega que -como siempre- no sustituye a la visita directa y personal al texto. Y sin olvidar que Virilio es urbanista y que cuando utiliza el término “hábitat” está hablando de filosofía… del progreso, de la ciudad y de la guerra.
El desgarrado. Agosto 2023.