» 31-07-2024

El pensamiento geométrico 29-2. La relación. Peirce.

El modelo por el que se rigen las antimetafísicas tradicionales (metafísicas alternativas) dimana de las diez categorías aristotélicas y en especial de la sustancia como categoría príncipe de la metafísica clásica, de modo que las alternativas pasan por utilizar otra categoría que la sustancia en el que basar su desarrollo. Sigo en esta entrega “Pierce” de Ramón Vila Vernis RBA 2017.

 

En “el pensamiento geométrico 27-6. Urbanismo 16-6. La metafisica y Virilio. La ciudad” 2023, escribí: “…el ser es el habitar” (Virilio 2006, 75). Este podría ser el punto de partida para establecer una metafísica alternativa (no ontológica) que nos ayude a entender la ciudad y por ende la arquitectura y el urbanismo. La primera interpretación que se suscita es que habitar es el nuevo ser, es decir, habitar sustituye al ser en el papel central de la metafísica ontológica como, lo sustituyó la historia (Hegel), el trabajo (Marx), el inconsciente (Freud), el cuidado (feminismo), etc. Pero no es la única interpretación. Se podría pensar que lo que indica la sentencia es que habitar (el asentamiento estático) es el mismo error que fue el ser en la metafísica ontológica. No en vano ambos son estructuras estáticas, ajenas al movimiento y al cambio, en una palabra al devenir. Si así fuera deberíamos encontrar otra categoría para sustituir al ser y superar, por tanto, la metafísica clásica. Y parece ser que este sustituto debe ser dinámico”. 

 

En “El pensamiento geométrico 19. Segunda parte. Rancière 5. El pensamiento geométrico de Rancière” 2022, escribí: “El texto que mejor trasluce el pensamiento geométrico de Rancière es “El malestar de la cultura”, Clave intelectual 2012 (2004), “Políticas de la estética” páginas 27-59. Hemos visto la antimetafísica (nunca nombrada) del pensador, desde la preponderancia de la categoría Ser, ampliamente contrarrestada,por por el conjunto: relación, posición, espacio, tiempo de categorías accidentales, pasando por los principios aristotélicos de identidad, no contradicción y tercio excluso hasta las grandes formulaciones de la abstracción: la cantidad (matemáticas), la verdad (lógica), el concepto (lenguaje) o la igualdad (ética y política) pasando por la causalidad simple. Porque Rancière niega la mayor y no acepta la abstracción como método de universalización de la metafísica. Ya Kant había buscado una alternativa a la abstracción (cuyas carencias son evidentes) y Rancière es kantiano, pero su pensamiento en este aspecto no es determinante (Como denuncia Corcoran). Por eso, y antes de abordarlo, vamos a rastrear el pensamiento “geométrico” del francés, que podríamos resumir en la ya citada circunstancia de la conjunción de cuatro categorías accidentales aristotélicas: relación, posición, espacio y tiempo”. 

 

En esta misma serie “El pensamiento geométrico” escribí sobre la alternativa.        metafísica de Marx (el trabajo), Hegel (la historia), además de las citadas de Virilio y Ranciére. Llega el momento de hablar de la metafísica alternativa de Peirce, para el que la sustancia es relación y por tanto la categoría remota (aristotélica) de su sistema es la relación. Y digo remota porque Peirce reconstruye -como he dicho-las categorías aristotélicas y kantianas en tres categorías principales: la relación con uno mismo, con el otro y con los demás. 

Empecemos diciendo que Peirce no es antimetafísico radical por dos razones: porque está en contra de la radicalidad (exageración) nomimalista, apostando por la gradualidad, y porque perteneció al club metafísico de Cambridge. Se puede argüir que alguna excepción hizo a la radicalidad sobre todo en relación con la verdad absoluta y respecto a la segunda que su pertenencia se explica más por los métodos gregarios de pensamiento al estilo escolástico (disputatio) que una animadversión declarada contra la metafísica. Por otra parte estar contra la metafísica tradicional,ontológica (Platón y Aristóteles), no significa estar en contra de toda metafísica sino con la centrada en el ser como categoría príncipe. Su crítica a Aristóteles implica una reivindicación de los presocráticos entre los que se encuentra Pitágoras partidario (si no de una metafísica, que todavía no ha aparecido), del número (cantidad) como categoría principal a la que se reduce toda la realidad. Con la gradualidad que le caracteriza la metafísica alternativa (llamémosla así) que proclama sustituye al ser por la relación. No perdamos de vista que la reestructuración de la lógica que emprende también cambia la lógica de clases (de propiedades) por la lógica de relaciones y que las tres categorías que subyacen a toda realidad son relacionales (con uno mismo, con el otro y con ambos). Digamos que Peirce se topa con la relación por doquier (que, por cierto era una de las diez categorías arsitotélicas y una de los cuatro grupos de juicios silogísticos que dan lugar a las categorías relacionales de inherencia, causalidad y comunidad kantianos. 

 

La metafísica ontológica es diádica: se basa en pares de oposiciones enfrentadas empezando por la separación-oposición entre el mundo y el ser humano. Las categorías kantianas son triádicas dentro de cada grupo. La filosofía peirciana es profundamente triádica empezando por el signo lingüístico: signo, objeto e interpretante. Hegel también ensayó el triadismo en su formulación de hipótesis, tesis y síntesis. En sus categorías, Peirce caracteriza la segundidad por la existencia de un ser entre otros, por la oposción y la confrontación. Así podemos entender que la segundidad recoge toda la oposición entre extremos que caracteriza a la metafísica ontológica. Pero respeta otras relaciones como. con lo uno, la posibilidad presentaría la identidad del uno en sí mismo, y la realidad la relación (de nuevo triádica) del uno, el otro y el resto. El triadismo peirceano siempre amplia el campo metafísico en nuevas opciones. De nuevo la lógica que está reformando está transitando de diádica a triádica. 

 

Y no es antimetafísico porque no pretende su destrucción sino su reforma. El pensamiento de Peirce sigue siendo metafísico. Entre sus muchas impugnaciones no estan la cantidad (matemáticas), el concepto (lenguaje), la verdad (lógica) o la igualdad (ética-política) aunque todas son modificadas y sobre todo, mezcladas: las matemáticas con la lógica (en el programa logicista) y con la ética en las ciencias normativas. Se podría hablar de una visión holística en la que desparece la distinción entre mente y materia (máxima pragmática) y el consenso se convierte en fuente de verdad -relativa pero verdad- (opinión final).  Su tradicional prudencia en exponer teorías poco populares (escolástica, neo-lógica, signo triádico…) le hizo abandonar eventualmente la defensa de sus rompedoras ideas, que afloraron al final de su vida, cuando arruinado y perseguido por la justicia ya no tenía nada que perder. Tampoco parece tener problemas con la causalidad (que sí tiene la metafísica ontológica, pues significa una parche al devenir del que el ser la había privado), aunque su triadismo parece apostar por una causalidad compuesta frente a la simple (ingenua). La retroalimentación (la causalidad circular progresiva) prácticamente no existe en su época pero echa mano de la recursividad por ejemplo en la clasificación ampliada de los signos a 10 y a 66. Su formación científica (químico) y el desdoblamiento de la inducción en abducción e inducción le hace contemplar con especial atención el método científico (hipotético-deductivo), aproximándose a la teoría de la falsación de Popper, en su enunciado de la falibilidad de la ciencia.

 

Su escasa repercusión en vida: solo publicó un libro de carácter científico y un puñado de artículos; solo logró dar clase unos pocos años, nunca recogió los frutos de sus descubrimientos que se llevaron: Frege, Saussure, De Morgan, Bool…hace más encomiable la dedicación de toda una vida a la reflexión. El malditismo de los grandes es pertinaz.

 

El desgarrado. Julio 2024.




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