» 22-06-2020

El relato 20. La verosimilitud.

El relato es una explicación plausible de lo que pasa. Para que se pueda aplicar hace falta que se disponga de un patrón de control que sea capaz de distinguir lo que es “normal” (y por tanto no necesita explicación) de lo que es extraordinario (y necesita una explicación). Este patrón nos debería ampliar  la la existencia y intensidad. Ese patrón debe estar ya implementado en el cerebro (la mente) para que pueda ser detectado. Los primeros patrones debieron ser perceptivos (clasificatorios), experimentales (prueba y error), causales (antecedentes que siempre tienen un consecuente), instintivos, (genéticos), intuitivos (inconscientes), etc. Todos se resumían en el sentido común (era lo que nos hacía humanos). Tras los patrones vinieron las invenciones y lo inexplicable (que es de lo que estamos hablando) encontró su explicación en dios(es), en el destino, en la magia. El mundo mítico fue el primer sistema global de explicación del mundo, mezcla de todo lo anterior. Para nada unitario ni homogéneo.

 

Para que todo eso se convirtiera en filosofía hizo falta que, primero, el sistema mítico se sustituyera por el sistema metafísico y segundo que se instituyera un sistema de contraste. La filosofía se basaba en la razón. ¿Qué era la razón? En la razón, la lógica toma el mando. La lógica es un sistema de verdades necesarias (es decir que se cumplen siempre prescindiendo de las circunstancias, es decir: formales). Por fin existía un sistema (formal) que nos libraba de la incertidumbre. Pero la lógica no se libró fácilmente de todos los métodos anteriores. La razón se convirtió en un batiburrillo en el que todo aquello estaba presente. Además la metafísica añadió otros sistemas supuestamente necesarios: la cantidad-matemática, el concepto-lenguaje y la igualdad-eticopolítica. Y no eran una lista cerrada y acabada. El sistema metafísico de abstracción/universalización/ley destiló nuevos subparadigmas de necesidad: el dinero como equivalente universal del valor, el macho como equivalente universal del género, la economía política como equivalente universal de lo social.

 

Cuando este sistema de verificación estuvo listo (antes de que la razón lo estuviera) ya se pudo comprobar que el mundo, si no verdad, era por lo menos verosímil. Y ahí reside la calidad del relato como sistema de razón. El relato ajusta el mundo a los conocimientos que en ese momento están establecidos. El relato comprueba la veracidad (ajuste del mundo al conocimiento) de los hechos. Antes de que la razón lógica-matemática-conceptual-igualitaria,  además de todas las rémoras pre-míticas y míticas citadas. La construcción de la razón no fue ni fácil ni rápida. La razón recogió multitud de herramientas que existieron pero que no necesariamente deberían haber subsistido. Pero la inercia mental es grande y no se puede cambiar de forma de pensar de la noche a la mañana. No estamos hablando de ideología sino de sistemas físicos de gran inercia. En resumen: antes que la razón metafísica apareciera el relato fue una forma de pensamiento porque articulaba los hechos de forma que fueran comprensibles (sabiendo que esa comprensibilidad fue evolucionando).

 

Pero lo que aquí nos interesa es que antes de la razón formal (establecida de forma solvente) el relato fue la única vía (aparte de la religión, el animismo, la superstición, la intuición, el instinto, etc.), en una palabra, la única vía que apelaba únicamente a las herramientas internas de las que podía disponer el cerebro era el relato. Y su regla de composición interna era la verosimilitud. ¿Que es la verosimilitud? La coherencia del relato. La no contradicción, la homogeneidad. Todavía hoy en los juicios se sigue esta pauta para dilucidar si los testigos mienten y los interrogatorios se repiten una y otra vez para pillar en contradicción a un sospechoso agotado. No solo la judicatura sigue esa vía del relato bien construido. Los políticos también se conforman con que sus mentiras sean simplemente creíbles (verosímiles) aunque no convenzan a nadie. Durante milenios no hubo sistemas necesarios de elección, sistemas que nos garantizaran la verdad de la decisión. La metafísica fue la gran inventora de los sistemas necesarios (cantidad, concepto, verdad, igualdad). La pregunta es ¿era ese el camino. Es la necesidad la solución. Existen otros caminos?

 

Una de las divergencias que aceptó incluso la metafísica fue el relato. No solo lo aceptó sino que lo adoptó. Una demostración matemática es un relato. Una disertación filosófica es un relato. Con reglas, pero relato al fin. La verosimilitud es la primera regla lógica de la razón (ese batiburrillo). Si el relato no es conocimiento en sí (ciencia, filosofía), está inserto en cada una de las intentonas que ha hecho la razón por obtener certezas. Con el relato pasa como con la igualdad: son a la vez sistemas y medios. El relato es una historia construida de acuerdo con su verosimilitud y no de acuerdo con su verdad y aquí llegamos al cabo de la calle: verosimilitud o verdad; credibilidad o increíble esencia de autenticidad; apariencia o esencia. Problema platónico que, dada su suspicacia respecto al arte, comprendemos perfectamente que resolvió a favor de lo oculto, lo inescrutable, la esencia.  En breve hablaremos de la interpretación que hace María Puig de la Bellacasa del pensamiento de Haraway en la que se interpone el relato.

 

El desgarrado. Junio 2020.

 




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