» 20-06-2021

El relato 29. El relato como filosofía. Rorty.

Hace tiempo ya que hice la última entrega de esta sección y, sinceramente, pensaba -en mi ignorancia- que sería difícil añadir más. Pero el hombre propone y el azar dispone, y aquí estoy de nuevo para hablaros de una propuesta impecable de “Rorty”, de Ramon del Castillo 2015. Batiscafo SL. La propuesta de Rorty es audaz: la literatura es una alternativa a la filosofía. Habíamos planteado que el relato podría ser una alternativa al pensamiento pero ahora llegamos más lejos: el relato es la filosofía de la posmodernidad. Para ello, Rorty empieza por desacreditar la filosofía (la búsqueda de la verdad) en favor de propuestas que no pretenden la verdad, ni la razón (la investigación de la verdad), sino la conversación (la participación), las propuestas que confían en la parodia, la sátira y el aforismo (Rorty, 2015, 62), desconfían de los argumentos y de la investigación y se entregan totalmente a la narración. Es evidente que la narración no puede influir por sus “razones” sino que debe hacerlo por otras causas y esas causas son su valor ejemplarizante, modelo (Ricoeur) o por su valor de enunciación reiterativa (listado), así como por su necesidad interna. Ya Sócrates había establecido la razón discursiva (dialéctica) en la que, de la contradicción sale la luz (la verdad), pero como denunciará Rorty esa pugna de argumentos conduce a la circularidad de las razones. De hecho la fenomenología, la hermenéutica, el positivismo lógico ya habían impugnado la metafísica y su búsqueda argumentativa de la verdad y de la razón.

 

Lo que pretende Rorty es sustituir la filosofía por la literatura. Previamente ha debido denostar la metafísica, sus razones y sus argumentos y eso lo hace porque la discusión de razones no tiene sentido, no conduce a nada. Cada interlocutor se encierra en sus argumentos (o se rinde a los contrarios) y se entra en una circularidad inútil. Los filósofos se encierran en sus posiciones sin que se pueda salir de ellas. Una vez descartada la discusión argumentativa (la razón metafísica) ¿Qué queda? Pues la enunciación de características no ligadas por un concepto o la ejemplaridad de los modelos. Eso lo hace perfectamente el relato que puede acumular adjetivos descriptivos o proponer modelos de ejemplo. Para Rorty se aprende más de la literatura (el relato) que de los argumentos o las demostraciones (tantas veces incomprensibles). Y al decir relato se refiere tanto a la novela como al cine, el culebrón de TV, el cómic o cualquier otra manifestación de la cultura alta o baja.

 

La metafísica es el sistema de pensamiento occidental que se basa en la universalización de los conceptos (obtenida por abstracción o por igualdad) lo que asegura su necesariedad. Porque solo los conceptos necesarios son fiables y pueden por tantos fundar leyes. Pero existen otros medios de alcanzar esa necesariedad. El sistema cibernético se origina en las bases de datos (es decir en vez de abstraer, considera todos los casos posibles). El relato tal como lo define Aristóteles en “Poética” también participa de la necesariedad (todos los elementos que figuran en el relato son necesarios y suficientes para la trama que desarrolla. La secuencialidad, la causalidad, la intriga complementan esta necesidad hasta construir un, a modo de universal, aunque no lo sea. Su valor ejemplarizante (Ricoeur) también ayuda. Porque Rorty no aspira ni a la necesariedad ni a la universalidad, se conforma con menos. Por otra parte la verdad es un concepto absoluto (solo tiene dos posiciones: la verdad y la no verdad: falsedad. El azar, por el contrario, desgrana la verdad fraccionaria desde el 0 al 100%. La metafísica se lleva mal con la verdad fraccionaria (probabilidad y estadística), con la razón no universal. Tal como la probabilidad puede ayudarnos con la verdad el relato puede ayudarnos con la razón y eso es lo que pretende Rorty.

 

Comprendo que lo digo no es fácil. Trataré de ordenarlo. La metafísica trata de que las cosas sean necesarias (es decir insoslayables) porque entiende que esa es la manera de que produzcan seguridad: prever el futuro. Para ello escoge la cantidad (el número) difícilmente discutible, el concepto cuya verdad es circular puesto que es una definición; la verdad, reducida a cero y uno, y la igualdad (el gran universalizador: si todos los hombres son iguales la naturaleza humana es universal). Pero detrás de la cantidad está la cualidad que ha sido soslayada; detrás del concepto están los límites que separan un concepto de otro (¿dónde se acaba el arbusto y empieza el árbol?) o más fácil todavía: ¿por qué animal racional y no animal emocional? detrás de la verdad está la probabilidad (la verdad fraccionaria, tan útil como la verdad absoluta si utilizamos la ley de los grandes números: podemos afinar la probabilidad a la verdad absoluta tanto como queramos) y tras de la igualdad está una abstracción que oscurece su función: todos los hombres son iguales como especie pero no como sicología.  Cada una de estas grandes fórmulas metafísicas tiene un envés en el que se contradicen.

 

Pero la ciencia es capaz de todo y así como propone: a la verdad la probabilidad (la verdad fraccionaria), propone -en la teoría del caos- además de los atractores necesarios (insoslayables), que existan los atractores extraños (los atractores fraccionarios remedando el caso de la verdad). ¿Qué es un atractor extraño: un atractor quasi necesario… que no es absoluto, pero que es probable. De nuevo el azar se cuela en nuestro esquema. Pero hay más. El arte se basa en este tipo de atractores. El arte no es necesario pero es tendencialmente… probable. Para la arquitectura el atractor es la gravedad; para la poesía, la rima y la métrica; para la música, el ritmo, la armonía y la melodía; para la danza es la expresión corporal; para la pintura la figura, la composición, la perspectiva y la complementariedad de los colores; para el teatro y para la literatura: la necesariedad, la secuencialidad, la causalidad, la intriga… El arte no participa de la necesariedad metafísica pero se aproxima sin alcanzar la universalidad (lo que tampoco consigue la metafísica… por mucho que presuma).

 

Porque el principio de incompletitud de Gödel lo desveló claramente: ningún sistema puede demostrar su propia competencia desde el interior del mismo. Dios existe. Hace falta un principio exterior para demostrar la completitud de un sistema. La metafísica -mediante un ingenioso sistema de remisiones circulares y confundiendo los sujetos con los operadores (la igualdad es a la vez objeto y operación, y así con el resto) obtiene la apariencia de completitud. Esa remisión crea una reverberación que simula la completitud. Por tanto la metafísica es tan deficiente como: la cualidad, la probabilidad (el azar), el arte o el caos, pero mucho mejor apuntalada. Lo que hace Rorty es introducir el relato (la literatura) en la filosofía porque la filosofía es pura metafísica: la teoría de la racionalidad (podemos entender el mundo a través de la razón: un conglomerado de sistemas de conocimiento y de fe quasi-religiosa en sus resultados). Eso denuncia Rorty: la razón, la verdad, ls igualdad de todos los humanos en un grupo homogéneo.

 

No nos propone un sistema alternativo y mejor que la metafísica, sino que dada la incompetencia de ésta, no hay razón para no adoptar otros sistemas como la literatura (igual de incompetentes), pero podría haber dicho: el arte o el caos. No hay una jerarquía de sistemas de conocimiento sino que coexisten en paridad, todos ellos con sus deficiencias. El relato (o el arte) es una forma de conocimiento en la medida en que la metafísica no es infalible. El sueño del mono loco es imposible… si quiere ser absoluto. Pero si lo instalamos en la relatividad, las posibilidades son enormes. Si la ley de los grandes números permite alcanzar una aproximación a la verdad absoluta, tan fina como se quiera, no hay razón para que el arte no se aproxime a la verdad o la literatura a la filosofía. El suelo se mueve pero también se mueve para los surfistas y obtienen resultados maravillosos. Otro día hablaremos del deporte como (el conocimiento propioceptivo) equiparable al arte o a la literatura. Pero será cuando se acabe el Europeo de fútbol. ¡Por si acaso!

 

El desgarrado. Junio de 2021.




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