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» 27-12-2020 |
Hablar de pensamiento femenino tiene las mismas dificultades que hablar de libertad, igualdad, razón etc. (Spinoza les llamaba los trascendentes). En el fondo estamos hablando desde la metafísica (el estándar de pensamiento de nuestra especie) que como sabemos es masculino y por tanto sesgado. En esta exploración tendremos que andar con pies de plomo puesto que tenemos que explorar y cuestionar a la vez el pensamiento, el camino (el método) usado. A eso hay que añadir que la mujer no ha tenido nunca ni el más mínimo interés por las elucubraciones del hombre, es decir, que no le importa el concepto de “pensamiento femenino”. ¿Es posible en estas condiciones encontrar un pensamiento femenino? Esto debería ser lo que nunca debió dejar de ser: un ejercicio de colaboración entre dos formas de pensamiento distintas: masculina y femenina. No ha sido así. El hombre se ha apoderado del pensamiento y lo ha hecho suyo. La mujer se ha ocupado de lo que le interesaba) y que le dejaban) y -lo que es peor- se ha adaptado al pensamiento masculino sumándose a sus premisas sin grandes dificultadas. Como dicen muchas feministas las mujeres tienen dos enemigos : los hombres y las mujeres. La plasticidad femenina (sin la que no habría sobrevivido y que la caracteriza), en el tema que nos ocupa: el pensamiento femenino, resulta altamente negativa.
Pero la plasticidad es el pecado y la (ab)solución. La misma plasticidad que la ha hecho acercarse a las tesis del enemigo es la que la llevará a las tesis de la solución y creo que ese camino ya ha empezado. No hay diferencia entre la potencia intelectual de hombres y mujeres (y la historia no es indicativa puesto que incluye la dominación). Igual que los hombres tienen tetas, las mujeres tienen cerebro. La naturaleza es así. La diferencia consiste en su papel biológico… modificado por su papel evolutivo, histórico, social e individual. Resumiendo: las mujeres pueden desarrollar un pensamiento alternativo al masculino (y de hecho lo han hecho) pero no le han prestado atención porque no les interesa. Y, todo hay que decirlo, porque el hombre lo ha ninguneado como no suficientemente científico. Pueden pensar tan bien como el hombre pero no está dentro de sus prioridades y no sonriáis porque la cosa es más importante que lo que parece. El hombre y la mujer forman un continuo como el espacio/tiempo, son un equipo. Entenderlo de otra manera -como lo ha entendido el hombre hasta hoy, es un error. Pero las cosas han llegado a un punto en el que las mujeres se tienen que interesar en el pensamiento alternativo y esa es la gran tarea del feminismo… y de todos los interesados en la supervivencia de la humanidad seamos del género que seamos. Y que quede claro que mi papel es el de cronista y no el de autor, gurú o líder. El impulso del pensamiento femenino será femenino o no será.
Una vez establecidas las complicadas premisas vamos a lo nuestro: la meta-ética. Se trata de atisbar lo que hay más allá de la ética y no más allá de la física. La metafísica primero estableció la razón (el método) y posteriormente la acción (la ética y la política). Se trata de invertir el método. Si el hombre operó de este modo no es porque sea el camino natural sino porque era el que mejor se avenía a su propio cerebro: la analítica (de lo general a lo particular: la deducción). Para la mujer -mucho más sintética (de lo particular a lo general: la inducción) el camino es el inverso. Y al decir más allá de la ética quiero decir en donde la ética se convierte en conocimiento. Esta zona ya ha sido explorada por pensadores como Aristóteles, Spinoza, Haraway o Puig de la Bellacasa (Ver blogs anteriores en “filósofos y en Señoras y señores”). Deleuze -en un texto que posteriormente recogió Haraway- introdujo la Etología como una forma de enfocar los comportamientos desde los afectos (los sentimientos y los deseos). Se puede estudiar el comportamiento (y por tanto el conocimiento) desde dichos afectos Como hizo Huexküll. El comportamiento de la garrapata se guía por tres afectos: encaramarse a las ramas hacia la luz; dejarse caer sobre un mamífero por el olor y buscar la zona cálida (sanguínea), por la temperatura, para alimentarse. Tres percepciones desencadenan todo su comportamiento vital. La fenomenología estaría feliz.
Spinoza lejos de empezar su reflexión por la metafísica llamó a su libro seminal “Ética” Es evidente que lo hizo porque quería jerarquizar su reflexión (recordemos que es racionalista, es decir que antepone -no se puede decir que prescinde, pero sí que soslaya, la experiencia para sustentar su método), e introducir los afectos como parte sustancial de la misma. La primera parte la dedica a la teología (aunque para él dios es el equivalente a la naturaleza o el mundo), la segunda a la antropología en dos campos (atributos) paralelos y coordinados: la extensión (el cuerpo) y el pensamiento (el alma/espíritu). No existe supeditación de un campo a otro: el cuerpo no depende del alma sino que es su idea. Entiende el conocimiento no como la acción del sujeto sino como idea del alma formulada en tres estadios: la abstracción (ideas inadecuadas), las nociones comunes o conveniencia entre cuerpos (por un lado) y de mentes (por otro) que conduce a la alegría o a la tristeza, y finalmente el conocimiento de las esencias a través de dios (aspiración ciertamente difícil de alcanzar que él mismo utiliza escasamente). Ambas dos, fuentes de ideas adecuadas. La tercera parte analiza las emociones (continúa la antropología): sentimientos y deseos. La dos últimas partes hablan de la felicidad (beatitud) y la libertad, es decir de la ética. Recalca que es el objeto (no acepta la teleología, el finalismo que Aristóteles sostuvo como eje de su pensamiento) de su pensamiento.
También Aristóteles enlazó la ética con el conocimiento, pero no repetiré los argumentos que sostuve en “Señoras y señores: metaética, Aristóteles”. Lo clave aquí es que se puede llegar al conocimiento desde la ética (de la acción a la reflexión) en un camino contrario al que siguió la metafísica. El pensamiento femenino sigue este camino: de la acción a la reflexión, sistema de conocimiento que se llamó en los albores de la humanidad “prueba y error” (que originó el experimento) y es el que siguen utilizando los niños en todo su aprendizaje, sin ir más lejos para ordenar los colores en el cubo de Rubik… con notable eficacia. Y no penséis que es un camino antiguo o vetusto. Es un camino para el conocimiento cuya vetustez no lo invalida. Evidentemente no es analítico y la metafísica lo da por amortizado. El hecho de que clasifique aquí a los hombres pensantes como analíticos y a las mujeres como sintéticas no quiere decir que ello sea inamovible. Nos hallamos ante una especie cuya plasticidad es inmensa. Todo hombre y mujer pueden pensar de la forma que quieran pensar, ser analítico o sintético simplemente proponiéndoselo o afectado por el entorno. La plasticidad mental de nuestra especie hace que nada sea totalmente definitivo. De ahí nace la confusión entre la libertad y la voluntad.
Con una preponderancia de los afectos sobre la razón analítica, con tendencia hacia la síntesis experimental, la mujer se fía más de sus instintos (intuiciones vistas a través de la razón) que de la razón (las razones) masculinas que no “convienen” ni con su cuerpo ni con su mente porque resultan ser ideas inadecuadas. Corresponde a lo que Spinoza llamó conatus, forma del pensamiento que persigue la perseveración y tan próximo al instinto de conservación biológico. En esa vía la mujer tiene dos conatus esenciales: la previsión/conservación sobre la destrucción/reconstrucción y el cuidado sobre la dominación. Y recordemos que el conatus (como las ideas) son formas del pensamiento. Estas son las claves del pensamiento femenino que no constituyen un cuerpo de pensamiento estructurado según las reglas masculinas pero no por ello inválidas… simplemente otra forma de pensamiento.
En un momento en que no nos quedan sino treinta años para llegar al punto de no retorno ecológico, en el que la dominación se ha convertido en opresión, la desigualdad en la norma, la política es la profesión de los depredadores, la libertad una promesa imposible, con el capitalismo a punto de hacerse con el control del sistema cibernético, en que las fronteras son muros para las personas y autovías para los capitales, al borde de la esclavitud adornada con bellas palabras, un mundo en el que los virus se descontrolan, las especies invasoras redefinen el mundo, donde la globalidad se ha convertido en una pesadilla, etc. necesitamos un plan B. Y ese plan no es otro que el pensamiento femenino. Rehabilitar, reciclar, respetar, en vez de destruir para reconstruir (guerras, planes urbanísticos, invasiones, infectar el planeta de desechos, contaminar). Cuidar de uno mismo, de la familia, de la especie, de las especies animales y vegetales, del mundo en vez de explotar, dominar, sojuzgar, oprimir, educar, moralizar. Quizás no necesitamos un pensamiento perfectamente estructurado y respetuoso con los paradigmas masculinos simplemente necesitamos una ética como forma de conocimiento, una metaética. No nos queda tiempo. Tic, tac, tic, tac.
Y con esto no estoy pidiendo a las mujeres que tomen el poder (aunque las cosas no empeorarían). Cuando las mujeres entran en el juego del poder masculino se masculinizan. La plasticidad mental de las mujeres se adaptan a esa igualdad perversa que los hombres les ofrecen y que nunca conducirá a su emancipación sino a la perpetuación de su esclavitud o a su integración en la élite. Tal como nos enseñó Foucault las mujeres -excluidas del poder por los hombres- se refugiaron en el micropoder. ¿Por qué? Porque el micropoder respondía a las tendencias de previsión, respeto, cuidado, etc. En el micropoder la mujer encuentra lo que se aviene con su mente. El hombre compra el coche y las armas y la mujer se encarga de la casa y de los niños, de la educación, de la alimentación, del vestido y de los afectos. La mujer venera el amor mientras el hombre lo sufre. Con ese reparto mujeres y hombres se repartían el mundo (el macromundo y el micromundo, para ser exactos) pero a los hombres -como a los políticos- se les tiene que atar corto porque su melagomanía se desmadra con facilidad, y ya ha ocurrido. Es hora de que el micropoder se convierta en el poder dominante. Quizás con un pensamiento femenino que solo sea un micro pensamiento femenino, pero quizás también el tiempo de las megalomanías ha terminado. Tic, tac, tic, tac.
El desgarrado. Diciembre 2020.