» 05-03-2022

Guerra en Ucrania 3. ¿Enviar armas?

Una parte del gobierno (una parte de Podemos) disiente de la conveniencia de mandar armas a Ucrania para que se defienda. Los militares y los medios de comunicación arremeten contra ellos. “Si vis pacem, para bellum” Si quieres la paz prepara la guerra, y de ahí el nombre de la famosa pistola: la paz se consigue a través de las armas. Desde esta posición se puede ser pacifista y partidario de la violencia armada, eso sí, en casos justificados y reglamentados. El ser humano llama civilización a reglamentar la guerra. No a erradicarla, sino a reglamentarla. Brecht decía (en “La Virgen de los mataderos”) que “solo la violencia combate a la violencia”. Jesucristo predicaba no oponerse a la violencia (“poner la otra mejilla”) pero no se privó de arremeter a latigazos contra los mercaderes del templo. Muchos pensadores defiende que la violencia genera violencia lo que determina una espiral ascendente, una retroalimentación tipo servomecanismo (a más… más). Pero ¿cuando la violencia surge, qué hacer?

 

Los animales ritualizan las luchas (por las hembras, por el liderazgo) para evitar daños (Lorentz). Podríamos decir que aplican la violencia estrictamente necesaria para sobrevivir. Es la violencia de suma cero: una vida se pierde y otra se gana. El ser humano legalizó esta clase de violencia en la defensa propia: matar para defender la propia vida… limitada por la aplicación de la fuerza proporcional. La policía y el ejército prefieren la fuerza desproporcionada, intimidatoria, disuasoria. Le llaman el aprovechamiento del éxito o el orden ejemplarizante. Una vez desencadenada, la violencia tiene matices (la fuerza irresistible, la guerra justa). Pero el ser humano tiene una facultad que no tienen los animales: la facultad de prever, lo que le capacita para soslayar las situaciones de violencia previéndolas y neutralizándolas. Pero esa neutralización también tiene limitaciones.

 

El derecho internacional es un derecho entre pares, no como el derecho nacional en el que el Estado manda y el ciudadano obedece. Toda nación es soberana dentro de sus fronteras (y en muchos casos fuera… en un abuso de derecho). Bastaría con limitar el poder (o la locura) de los gobernantes para que no se desatara la violencia contra otras naciones, pero no es así… a pesar de que la violencia es previsible. Lo fue en el caso del ejercito (asonadas) en el caso de algunos partidos (fascistas), en el caso de naciones vecinas (límites), en el caso de los estados poderosos (recursos naturales) y desde luego en el caso de Putin (megalomanía). Los partidos políticos no quieren esas limitaciones al poder de entrar en guerra. El poder es el poder y el poder de la guerra es el poder máximo, el poder sobre la vida y la muerte. Enriquecerse está bien pero matar, invadir, arrasar, eso es lo más. En esa situación los políticos decidieron reglamentar la guerra en un ejercicio de civilización risible.

 

¿Le entregarías un arma a un niño para que se defienda de un abusón? Parece más inteligente actuar contra el abusón; dialogar, sancionar, separar, etc. Pero la política internacional es una política de hechos consumados. Se puede instruir un juicio contra el perdedor (Nuremberg, tribunal penal internacional) pero nunca se toman medidas preventivas. Y cuando se toman son medidas económicas como los bloqueos que castigan a la población y no a sus dirigentes. Los intereses económicos suelen ligar a las naciones de tal manera que cualquier medida previa resulta imposible. Y hablando de economía hay que decir que la guerra es un inmenso negocio. Todas las naciones son traficantes de armas. Las grandes potencias renuevan anualmente su armamento, por armas de última generación, y por supuesto, venden el armamento sustituido al mejor postor. Un país invadido es un país destruido que hay que reconstruir. El patriotismo se inflama y los políticos respiran tranquilos con las manos libres para actuar sabiendo que el enemigo será su cabeza de turco. Y no olvidemos la especulación que prolifera en la escasez.

 

Y por supuesto está la plutocracia, la convergencia -libremente decidida- de intereses entre lo estatal, lo militar, lo económico y los medios de comunicación (Ver Reflexiones tipográficas 354-3. ¿Por qué el mundo es convulso. O, por qué lo percibimos así? La plutocracia, Ranciére), que nunca se da de forma tan completa como en la guerra. Los gobernantes ganan votos, los militares el sueldo, las fuerzas económicas dinero y los medios noticias. Todos ganan mientras otros mueren. Todos no: los ciudadanos sufrirán la inflación, la subida de precios de los suministros básicos, el incremento en gastos de defensa, y la inseguridad (que minará su salud). Y su docilidad aumentará… con los efectos negativos que eso tiene sobre la conducta de los políticos. Porque además existe una plutocracia internacional que obliga a que “los aliados” sigan las directrices de las naciones más poderosas. ¡Y el que se mueva no sale en la foto!

 

Una vez la violencia desatada (como en Ucrania) quedan pocas opciones, pero ¿por qué no se tomaron medidas cuando aún era tiempo? Los políticos cobran por prever situaciones y anticiparse. ¿No deberíamos castigarlos por no haber hecho su trabajo? Churchil ganó la guerra y perdió las elecciones. Los políticos de guerra no pueden ser iguales que los políticos de paz: en la paz hay que prever y en la guerra no queda más remedio que actuar. ¿Qué se logrará armando a los ucranianos contra el poderoso ejército ruso?: alargar la contienda, aumentar la destrucción, prolongar el sufrimiento. Los ucranianos deberían rendirse y dejar en manos de la comunidad internacional el ajustarle las cuentas política, económica y diplomáticamente a Putin. Porque el pueblo ruso ya están sufriendo bastante y no parece justo dirigir medidas restrictivas contra el propio pueblo. Pero no será así. La guerra es negocio para todos y las relaciones comerciales son sagradas. ¡Es el mercado, amigo, es el mercado! dijo Rodriguez Rato.

 

Es posible que exista la paz armada pero lo que no existe es la anti-violencia violenta. Habrá que irse olvidando del pacifismo y afiliarse a la anti-violencia. Y ajustar cuentas con los políticos en las próximas elecciones. Si se les mueve la poltrona bajo el culo… quizás espabilen.

 

El desgarrado. Marzo 2022.




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