» 08-04-2022

Guerra en Ucrania 5. La ceremonia de la confusión.

Cada guerra es nueva en sus estrategias y en sus actos y no solo por el avance tecnológico sino por otras cuestiones como las políticas y sociales. La guerra de Irak -que se esperaba como la guerra de la ultrainformación- se convirtió en un juego de fuegos artificiales y luces con la menor cantidad de imágenes de guerra alguna. Las causas de las guerras son abrumadoramente políticas (los intereses de los políticos) y económicas (fundamentalmente, del control de los recursos naturales), aunque también geopolíticas (fronteras, derechos de paso, vecindad entre bloques opuestos, independentismos…) y estratégicas. Pero lo más importante es la desinformación de los ciudadanos. Hay que ocultar, a toda costa, las verdaderas razones de la guerra… porque son inconfesables.

 

Rusia ha declarado que ha ido a la guerra por defender a los ucranianos de los nazis; a los rusos (de Ucrania) de los ucranianos, a los rusos (de Rusia) de los misiles de la OTAN; a los independentistas pro-rusos del integrismo nacionalista ucraniano; etc. Resulta difícil pensar que tanta “defensa” se materialice en un ataque furibundo contra la población civil, con un ensañamiento nunca jamás visto. Porque las guerras modernas son guerras de rehenes y éstos no son otros que los civiles. Entre facciones armadas hasta los dientes, los daños colaterales (escamoteados como de otros o fortuitos) son determinantes. La Rusia de Putin ya es experta en esa estrategia de tierra quemada, de aniquilación (por los medios que sea) de los civiles en Alepo y en Chechenia, por ejemplo. La estrategia militar ha desaparecido. Los objetivos son mayoritariamente civiles: infraestructuras energéticas o de comunicación, hospitales, escuelas, zonas residenciales… No se trata de ganar militarmente sino de hacer desistir a los oponentes para que cese la masacre de civiles.

 

La CE (que no es actor de la guerra por cuanto Ucrania no es de la OTAN y a duras penas es europea) interviene activamente (aunque solapadamente) defendiendo sus intereses económicos. La política de Merkel de acercarse al Este se ha desvelado como una estrategia fallida. La dependencia del gas ruso es tan brutal que para calentar el culo de los alemanes se deja morir masivamente a los ucranianos. Por otra parte, Alemania ve con buenos ojos que Ucrania entre en la OTAN para poder poner misiles en la frontera como ocurrió de manera inversa cuando Krushov situó misiles en Cuba, con las consecuencias que conocemos. Cada país de la comunidad europea defiende sus intereses sin importarles lo que ocurra con los demás. Si la dependencia del gas ruso hubiera sido la de los países del meditarráneo ya hace tiempo que se habría cortado el suministro. Por fin se desvela la trampa de la globalización y su consecuencia directa: la deslocalización de la producción). Si dependes del gas, petróleo, cereales, material sanitario de terceros países… estás en sus manos. La política de obtener el precio más bajos tiene consecuencias geopolíticas desastrosas. La CE es una comunidad de libre circulación de capitales y trabajadores pero no una comunidad económica, fiscal, política y de defensa militar. Y además hay quien manda y otros que obedecen. La unión hace la fuerza y la CE es la desunión más evidente.

 

Todas estas mentiras -convertidas en estrategia habitual de los políticos de todo pelaje- van dirigidas a confundir a los ciudadanos que no conviene que se percaten del tipo de gentuza que nos gobierna. El eje derecha-izquierda y el de democracia-totalitarismo se ha visto empañado por la machacona estrategia del liberalismo de confundir democracia y derecha liberal. No es así. Existen dictaduras de derechas (los fascismos: el nazismo de Hitler, el nacional-catolicismo de Franco y el fascismo de mussolini) y gobiernos de izquierdas democráticos dentro de la democracia parlamentaria de partidos. El imparable cacareo de la derecha española que trata de asimilar comunistas, socialistas y otros izquierdistas con el totalitarismo de Stalin, Mao o Castro es una maniobra de intoxicación en la que no solo equiparan a la izquierda con el totalitarismo sino que olvidan que el fascismo de derechas es plenamente totalitarista. Ni siquiera la democracia nominal es sinónimo de ausencia de totalitarismo (aunque puede ser un síntoma). En su pasión por la mentira y por las grandes palabras los políticos tratan de “blaquear” sus formaciones alejándolas del fascismo y acercándolas a la democracia. Como VOX. Por sus hechos los conoceréis y por tanto, desconfiar de las etiquetas, sobre todo, de las autoimpuestas.

 

Rusia acusa sistemáticamente a Ucrania de todas las atrocidades que comete. Matanzas ocurridas durante la ocupación rusa de territorios ucranianos (y documentadas por los periodistas) son achacadas a los ucranianos en una ceremonia de la confusión, hija directa de la que operan los partidos políticos “democráticos”. Los ciudadanos rusos son masivamente intoxicados con noticias falsas que ponen a Rusia como víctima de sus enemigos europeos y americanos. Pero los ucranianos no son mancos. Bien es verdad que ellos son los ocupados pero la ausencia de democracia en Ucrania es patente. Se han ilegalizado partidos políticos mientras otros filonazis eran protegidos por el gobierno. Pensar que los rusos son comunistas es algo que solo se le ocurre a la derecha ultraliberal a la vista de su economía de oligarcas multimillonarios oprimiendo a los trabajadores: exactamente igual que en las democracias occidentales. Es como pensar que Orvan, LePen, Abascal son demócratas. Son totalitaristas, represores de los derechos humanos y usufructuarios del capitalismo más brutal.

 

Los ultraliberales, de derechas, capitalistas, escasamente demócratas (mayormente nominales) se dedican a blanquear a la ultraderecha totalitaria para poder lanzarse en sus brazos con tal de alcanzar el poder y el dominio, mientras totalitarizan a los radicales de izquierdas por democráticos que sean. Y de paso a los independentistas que atacan el dogma más extendido del fascismo: la patria. No es casual que se apoderen de los símbolos del Estado: la bandera, la constitución, el integrismo imperialista y en definitiva… el patriotismo. Y que decir del pragmatismo  utilitarista, al margen de toda ideología justificante, que tanto tiene que ver con el fascismo. Podéis dudar que la izquierda radical sea democrática pero ¿podéis afirmar que la derecha radical lo sea. Quizás por eso todo el mundo quiere el centro, porque es equivalente de democracia. Aunque en el caso de C’s sea falso. No os dejéis engañar por las etiquetas ni por las grandes palabras. La soberanía del pueblo la sojuzgan todos. Bien podemos decir que totalitaristas son todos. Quizás alguna vez podamos construir una democracia plena. De momento, no es el caso.

 

El desgarrado. Abril 2022.




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