» 21-04-2022

Guerra en Ucrania 6. ¿A favor de Ucrania, en contra de Rusia o no sabe, no contesta?

Cada vez más los medios nos hablan de defender la democracia de Ucrania frente a la ignominiosa invasión de Rusia. Ucrania ocupa el puesto 79 entre las democracias mundiales con 5.81 puntos, es decir es una democracia híbrida (la tercera peor clasificación de cuatro), ni plena ni deficiente, sino muy deficiente con rasgos autoritarios evidentes. El caso de Rusia es todavía más grave: el puesto 124 con 3,31 puntos es decir la peor clasificación de las cuatro existentes. Quizás por eso la ultraderecha los adora. No podemos decir que es un conflicto entre un país autoritario y otro democrático. Es un conflicto entre un país de democracia híbrida y de otro de democracia prácticamente inexistencia. Eso no quita que ningún país se merezca el castigo que Rusia está infligiendo a Ucrania pero de eso a decir que Ucrania es un país democrático, media un abismo. Para calibrar esta clasificación pensad que España ocupa el puesto 22, sabiendo como sabemos que es una democracia deficiente (la segunda clasificación de cuatro)

 

En conciencia no se puede -ideológicamente- apoyar a Ucrania. Ucrania es un país que maltrata a sus ciudadanos democráticamente por lo que no se la puede defender (y dotarla de armas que pueden ser usadas en el futuro contra sus nacionales) aduciendo la defensa de la democracia. La defensa de sus nacionales sí, pero de su democracia… Entre dos democracias muy deficientes solo se puede defender a la no-democracia mejor situada que es lo mismo que decir que se está en contra de Rusia sin, por ello, estar a favor de la democracia Ucraniana. A favor del pueblo ucraniano sí, pero no a favor de la democracia ucraniana desarrollada por sus dirigentes con Zelensky a la cabeza. Insisto: no se puede consentir una acción bélica como la que Rusia está efectuando en Ucrania, con intoxicación informativa (es una “operación militar”), objetivos civiles humanos e infraestructuras sin interés militar, guerra híbrida (realizada en todos los frentes estratégicos: económicos, informáticos, pragmáticos, propagándisticos, etc.). En resumen se está en contra de Rusia pero no a favor de Ucrania.

 

Pero ni siquiera eso es lo que practican las democracias occidentales, que no se quieren oponer abiertamente a Rusia por temor a sus represalias nucleares o la quiebra de su suministro de petróleo, gas, carbón, etc. En esta UE de (fácticamente) dos velocidades los países mediterráneos (o los PIGS) pueden ser obligados a adoptar recortes inhumanos ante las crisis, pero los capos de la UE no están dispuestos a apretarse el cinturón para ahogar la economía rusa  (mil millones €/día es la factura que paga Europa por las energías rusas). No podemos dejar de citar que esta dependencia suicida de las energías rusas es la consecuencia de la globalización y la deslocalización y esa decisión globalizante no es de los ciudadanos sino de sus dirigentes, los mismos que nos representan en la UE, los mismos que nos escamotean la democracia. Es evidente que ahora no podemos arreglar esa dependencia en un lapso corto de tiempo, pero ¿no deberíamos patentizar que la globalización y la deslocalización que tantos parados ha creado no era tan inteligente como parecía?

 

La izquierda radical ha denunciado esa falta de democracia de Ucrania y se la ha tildado de insolidaria e inoportuna. Pero su reclamación es legítima. También ha criticado la entrega de armas como medio para solucionar problemas. Y también ha insistido en que todo esto es consecuencia del cortoplacismo de los dirigentes políticos cuya meta es el fin de la legislatura y se la trae al pairo lo que pase después. El ambiente militarista que se ha suscitado en los medios es feroz. Bien es cierto que la mayoría de los asesores o son militares o son fans, y así es difícil encontrar pacifistas. No espero otra cosa de vosotros (los pitos y los insultos) pero estoy convencido que quien necesita defensa son los ciudadanos que han pasado de una democracia de mierda a una guerra insoportable. No puede ser que cada vez que cae una bomba nos hagamos belicistas… o nos lanzamos en brazos del carbón olvidando todas nuestras actitudes ecologistas. Lo que hay que hacer es evitar que ciertos lunáticos sanguinarios se mantengan en el poder y no para intervenir en los asuntos internos sino para salvar a sus nacionales de la opresión y de la iniquidad.

 

La democracia hace referencia al pueblo, si no, se llamaría politicocracia o partidocracia, y la guerra contra los ciudadanos se desarrolla cada día en todas las naciones. Los ciudadanos sufren cada día los abusos del poder pero cuando suenan tambores de guerra se les llama a morir por sus políticos y sus militares (Ellos le llaman patria). Recortes de derechos, penurias económicas, corrupción, despilfarro. Estamos en guerra perpetua y las armas son la opresión, el abuso de poder, las prebendas de políticos y poderes fácticos, etc. La pobreza energética también produce bajas, la depresión también produce bajas, la pobreza laboral o pensionista también produce bajas, la “política” de asistencia sanitaria en las residencias también producen bajas, la deslocalización también produce bajas. ¿No podríamos llamar a eso víctimas por fuego amigo, o daños colaterales?

 

El desgarrado. Abril 2022.




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