» 29-08-2022 |
Desde que empezó el conflicto los políticos no han dejado de decir que Rusia no tiene futuro en la guerra, que las sanciones la desangran conduciéndola al fracaso, que Rusia pretendía una guerra corta y sin resistencia y no ha sido así, que Ucrania es capaz de resistir al gigante ruso, que el chantaje energético a Europa era imposible a la vista de las sanciones, que la guerra nuclear es una baladronada, etc. Comprendo que a los políticos no les interesa decir que la guerra será larga, que las sanciones han sido inútiles, que Ucrania (por mucha ayuda militar que reciba) es incapaz de resistirse a Rusia, que el chantaje energético está funcionando perfectamente, que Rusia no está aislada sino que diversas naciones -de China a India- aprovechan la ocasión para no alinearse en contra y echarle, por ello, un pulso al gigante americano, y que la guerra atómica no solo es posible sino que adopta una nueva estrategia de amenaza a las centrales nucleares como forma complementaria. En una palabra, que la situación de guerra en Europa, de desacelaración o crisis económica, que la inflación galopante e incluso el peligro nuclear son una realidad.
No podemos olvidar que la guerra se ha declarado (aunque se denomine operación especial) entre dos naciones escasamente democráticas (el 120 y el 80 en el ranking de amnistía internacional) lo que les proporciona una posibilidad de intoxicación de sus nacionales que raya en la desinformación generalizada y en la propaganda. Nadie en Rusia se levantará contra una campaña fascista que defiende la gran nación rusa, una situación internacional desvirtuada de inferioridad por la caída de la URSS (aunque sea causa del reparto del estado comunista entre los oligarcas), el uso legítimo (o enmascarado como operación especial) de la fuerza y del coraje (características militaristas donde las haya). El orgullo nacional ha sido ensalzado convenientemente como para que el patriotismo se haya exacerbado hasta el infinito. No habrá contestación interna, y de las sanciones (la contestación externa) solo se puede decir que han sido inoperantes. La no intervención de Occidente en la toma del Dobas por parte de Rusia hace unos años ha sido determinante para que Rusia se envalentone y pase a la acción.
La guerra en Ucrania es consecuencia de un déficit democrático que facilita -cada vez más- el fascismo de estado o parlamentario- y de una situación internacional de reino de taifas (cada uno a la suya) que no ha querido intervenir en una situación de guerra de forma activa (ni lo hizo cuando Rusia se anexionó Crimea). La desUnion europea (DE) es la realidad más llamativa de la Unión europea (CE). Más allá de la libre circulación de personas y capìtales la DE no ha llegado más lejos. No se consiguió el Parlamento europeo (la unión política), y ni siquiera se ha intentado la unión fiscal, económica, militar o energética. Europa tiene paraísos fiscales como Holanda, Irlanda, la isla de Mann, Liechestein, San Marino, Andorra o Suiza, y eso que algunos no pertenezcan a la CE… aunque vivan de ella. El libre movimiento de capitales permite los desplazamientos que soslayan (evaden) impuestos. La ausencia de unión económica facilita que cada nación miembro haga la guerra económica por su cuenta, lesionando muchas veces, los intereses de otros miembros. No existe una unión militar (a no ser que entendamos que se trata de la OTAN) lo que obliga a que cualquier decisión conjunta se fragmente en innumerables decisiones nacionales. La DE es incapaz de hacer frente a una guerra (militar o económica).
Fuera de la CE diversos países se esfuerzan en disputar el liderato del orden mundial a USA (y a la CE en el caso de que sea una potencia) con las previsibles consecuencias de desunión e intereses encontrados. China, Rusia e India (más de un tercio de la población mundial, y gran parte de los recursos económicos mundiales hallados en su territorio o adquiridos en países del tercer mundo), defienden sus propios intereses en contra de alineaciones con los países occidentales, sin contar con el déficit democrático de estos países. Tampoco ayuda el cambio climático (que nos conduce a un clima monzónico, escasez de agua y pérdida de cosechas) o el comercio internacional (libre circulación de mercancías), que lleva como regalo añadido las especias invasoras y la destrucción de los nichos ecológicos estables. La escasa unanimidad en el desarrollo de las energías alternativas y la continuación masiva de las políticas energéticas fósiles y nucleares, están extenuando al planeta.
Nuestro conflicto es mucho mayor que la guerra y el chantaje energético -que aumentan nuestros problemas, pues supone ayudar a un país no democrático- y el retorno a fuentes energéticas inicialmente desechables como el carbón, la energía nuclear, y el aumento de la dependencia del petróleo, mientras la energía hidroeléctrica languidece en la sequía y Rajoy -de infausta memoria- desarboló la política de energías alternativas por su cortoplacismo y su contubernio con las grandes empresas energéticas. No solo va a cambiar el mapa de Europa sino que estamos retrocediendo en la política de energías alternativas, adentrándonos en el cambio climático (sequía, pérdida de cosechas, especies invasoras) y aumentando el déficit democrático mientras el orden mundial se ve zarandeado y la desunión de las naciones en política internacional crece desmesuradamente. La economía se resiente de ello y el desabastecimiento y la inflación nos devuelven a épocas anteriores. No estamos ante un problema más sino frente a un cambio de ciclo, de era. El desarrollismo es ya imposible y el progreso (en una situación generalizada de desigualdad) no puede ya medirse por el nivel de vida o el (en proceso de desmantelación) Estado del bienestar.
Hemos acabado de subir la pendiente hacia lo mejor para empezar la bajada, el declive hacia lo peor, y no será porque la Tierra no nos haya dado indicios de que las cosas debían cambiar. El cortoplacismo y la primacía de los votos sobre cualquier otra consideración y el contubernio con los poderes fácticos (además de la corrupción generalizada, la desinformación contumaz y la falta de preparación congénita) han convertido a los políticos en inoperantes para gestionar las sociedades actuales. El desencanto de los ciudadanos, les da alas para que hagan lo que quieran. Nuestras democracias apestan y sin embargo, podemos vanagloriarnos de que otros están peor. Pero esos que están peor están dando la guerra (violenta o no) para que las democracias sean exclusivamente nominales, sin contenido alguno. La guerra se acabará pero la herida que dejará en Europa no se curará nunca. Hemos empezado la cuenta atrás: tic, tac, tic, tac.
El desgarrado. Agosto 2022.