» 16-12-2023

Informarse en tiempos tóxicos 2. ¡Por sus siglas los conoceréis!

Las siglas de los partidos desvelan más de lo que ellos mismos querrían que se supiese y ello se debe a que los partidos son empresas, con una dirección gestora inmersa en la economía del capitalismo de gestión, que adolece de los mismos defectos que cualquier empresa en cuanto a opacidad, secreto industrial (en este caso político), propaganda y publicidad. Hace unos días os desvelé lo que significaban las siglas de VOX en la antigua Roma (Vox ultima: última  llamada a salvar a la patria en peligro). Lo de llamada a salvar a la patria casa bien con su ideario épico, pero astutamente decidieron ocultar “ultima” que significa “más allá” es decir “ultra”, la zona más allá de la cual es imposible hallar reparo o salvación. Se producía el malentendido de si lo ultra era donde había llegado la patria en su deriva o si era aplicable a los que emitían la voz, la llamada. Por otra parte “última” tiene connotaciones negativas que no se aconseja que se asocien con un partido redentorista, como éste y como todos. Se desechó, pues, esta referencia a que el tiempo se acaba en beneficio de hacer desaparecer el sesgo ultra, que aún existiendo, no se trataba de publicitar. 

 

“Sumar” es una reorganización de “Podemos” por lo que empezaremos por esta. La revuelta de los indignados se produjo simultáneamente a las elecciones USA en las que Obama popularizó el eslogan “yes, I can”. El sentido tanto en USA como aquí era que otra política era posible. Pero en España se cambió el “yo” por el “nosotros”, menos personalista y más socialista. En el caso de los “indignados”, una política de igualdad en la que se dejara de explotar a la clase obrera en beneficio de la clase pudiente y gestora (financiera, política y societaria). Lo de indignados hacía referencia a un trasfondo moral que denunciaba la indecencia de la política al uso. No se trataba de escoger a uno u otro partido sino de cambiar a un nuevo tipo de política con connotaciones éticas patentes, y así la política tradicional quedaba como la “casta”. Se desechó la etiqueta “indignados” porque tenía matiz negativo y los publicistas saben que eso no vende. Podemos era suficientemente expresivo, positivo y recordaba al primer americano negro en llegar a la casa blanca, lo que no dejaba de ser un hito importante. La afirmación podemos hacia también referencia a que otra políticas era posible y la referencia era necesaria pues el desengaño de la izquierda hacía varias legislaturas que se notaba en las urnas. Desde la movilización del 11M, debida al mangoneo del PP de los atentados de Atocha, gran parte de la izquierda se había desentendido de su soberanía popular. Pero la parte comunista militante de Iglesias entendió que aquello era una oportunidad para el comunismo, perdiendo el espíritu de los indignados y el favor de los votantes.

 

En esa situación primero Errejón -mano derecha de Iglesias- funda “Más país” en el que la positividad y la idea de sumar ya están presentes y, por otra parte, se introduce la idea tácita de crecimiento y progreso. Se evitó la palabra España que ya era propiedad tácita de la (ultra)derecha (referencia geográfica que no se obvió en “Más Madrid”). Pero el partido de Errejón no acababa de convertirse en la gran alternativa de izquierdas al PSOE. Iglesias -en un momento de lucidez- opta por el minimalismo y se va, dejando -más o menos- el partido en manos de Yolanda Diaz, considerada una magnífica gestora pero incapaz de liderar el partido. Montero quedaba en él como representante del importante ala feminista del partido y futura sucesora. Pero la transición tan bien diseñada por Iglesias se torció cuando el carisma de Diaz se comió al de Montero. Montero pagó su inexperiencia en un mundo de lobos, con la ley del “solo si es sí” que permitió excarcelar a multitud de delincuentes sexuales. Y más que por la ley en sí (necesaria y contundente), por su defensa a ultranza de lo que a todas luces había sido un error, por más que oliera a traición de su socio de gobierno. Con aquel error se sellaba la suerte de Podemos.

 

Tras una brillante gestión en el gobierno de coalición PSOE-Podemos, Diaz da el paso y funda “Sumar” con las mismas características que Podemos pero olvidándose del sesgo comunista y restando arrogancia, lo que se traduce en un talante dialogante que no quiere tomar el cielo por asalto.. El nombre remite inmediatamente a la idea de una coalición de pequeños partidos que hallan en la unión, la fuerza. Aunque Podemos no está dispuesto a ver rebajado su caché y exige un trato preferente. Pero “Sumar”remite también a síntesis, que es la característica principal de las mujeres frente a los analíticos hombres. Mientras el análisis es una fórmula de hallar lo universal en la descomposición del todo en partes (más fáciles de entender y más simples), la síntesis pretende alcanzar la universalidad desde el todo, entendiendo que ese todo es más que la suma de las partes. Otras connotaciones asociadas al análisis son la destrucción (es difícil analizar sin desmontar) que se opone al impulso constructor del holismo sintético. El feminismo está ahí latente, modesto pero estructural, como se ha producido siempre lo femenino a la sombra de lo masculino. Nada de asaltar el cielo, hay que tomarlo como se tomó Troya. El micropoder, que en la idea de Foucault no es un poder jerárquicamente menor sino la constatación de que el poder corresponde a todo el mundo, es la apuesta. Nada de alharacas. Un partido pequeño, modesto, feminista, trensversal y progresista. 

 

Qué decir del PSOE con sus más de cien años. Lo que significaron las siglas en su fundación ya no conserva el sentido que tuvieron. Felipe Gonzáles pasó de Marx, como Anguita pasó de Lenin, en una derechización creciente de la sociedad española. El PSOE aspira hoy a ser un partido de estado, que es como decir que Sánchez pasa de Obrero. Si quitamos socialista y obrero nos queda Partido Español. Y en eso están ahora, en recuperar el españolismo como seña de identidad. La cosa se ha torcido porque el PP no quiere soltar el mordisco que supone ser el adalid de el españolismo, la unidad, y la catolicidad de la patria. Cierto es que los trabajadores no quieren ser obreros y en su afán de integrar la clase media, están dispuestos incluso a votar a los ultraderechistas o a la derecha. Ser un partido de Estado supone anteponer los intereses del Estado al de los españoles, lo que significa recortes e impuestos. 

 

La nueva política de bloques ha obligado a desmantelar el partidismo (y sus vergonzosos pactos mutuos) y a la aparición de las coaliciones del PP con VOX y del PSOE con Podemos/Sumar. Podría parecer lo mismo pero no lo es. Los extremos (derecho e izquierdo) tiran de la coalición para que las posiciones se radicalicen aún más. La última legislatura ha traído grandes alegrías a los peor parados en forma de pensiones, salario mínimo, derechos individuales, feminismo, energías alternativas, excepción ibérica, etc. Pero los privilegios acumulados por la derecha produce todavía una desigualdad galopante. Crecen los millonarios y aumenta la pobreza. Los bancos socializan pérdidas y privatizan beneficios, los impuestos son cuatro veces mayores para los trabajadores que para los empresarios (autónomos excluidos). Los paraísos fiscales están al alcance de cualquier fortuna. Las energéticas defienden sus privilegios incluso sobre las energías que podrían parar el cambio climático. Los financieros tienen como meta inmediata el ahorro de los trabajadores. Todos lloran amargamente el impuesto a la banca y las energéticas mientras el de las grandes fortunas no se atreve a aparecer. 

 

El partido popular (PP) es un partido reciente. Heredero de aquella Alianza Popular que fundara Fraga (ministro de Franco) entre los damnificados del franquismo por la democracia. Lo de popular es gracioso porque no solo son elitistas sino que además la sola mención de la soberanía popular les produce urticaria. Se proclaman también herederos de los liberales que, sin embargo, hace años que se fundieron con los conservadores. Lo de conservadores no les gusta, y lo de fascistas, menos. Pero su herencia del fascismo es directa (Franco: dictador, fascista y asesino) y su conservadurismo es innegable. Son maestros en acusar a los demás de sus propias lacras. Así llaman a la izquierda dictadora, golpista, fascista, totalitaria, Orván, nazi, etc. Incluso comunista, ideología que desapareció de facto (aunque se conserve nominalmente) a finales del siglo pasado. Y en ese deslizamiento de los significantes se sitúa el nombre de Popular. Verdad es que el grupo Popular europeo es del sesgo del español: la derecha de toda la vida, lo que se entiende porque el deslizamiento semántico es una seña de identidad de la derecha europea, golpista, fascista, nazi, dictatorial, totalitaria, desigualitaria,  Meloni, Orvan, etc. Así son ellos y así se juntan con quien se juntan.

 

Los partidos transversales: ecologistas, feministas, altersexuales, animalistas, cuyos intereses intersecan el eje derecha/izquierda, todavía no han alcanzado su momento (que pasa por las coaliciones electorales, pues sus intereses raramente pueden contradecirse), pero llegará y habrá que hacerles un hueco. Entonces hablaremos de sus siglas y de su verdad.

 

El desgarrado. Diciembre 2023.

 




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