» 27-09-2019 |
Arranca (que no empieza) la 14 legislatura. Errejón confirma que se presenta como líder de “Más país”. Ayer discurso de apertura y hoy a la sexta a lidiar con los eruditos. Las preguntas de siempre: ¿Va a fragmentar la izquierda? ¿Es una cuestión personal la ruptura de Podemos? ¿Abandona “Más Madrid”? Y las respuestas de siempre: no. Pero las respuestas de Errejón siempre tienen un plus. Convencen. O se las prepara, o está en la cabeza de los periodistas. Los periodistas no preguntan a Errejón del mismo modo que preguntan a los demás. Argumentan para estar a la altura de una respuesta que saben que será intensa. Porque Errejón responde. No se esconde, no elude, no disimula: responde. Y responde con razones de peso. Es muy probable que el concurso entre los periodistas sea hoy mismo ¿quién consiguirá descolocar a Errejón?
Los periodistas -incluso Monedero- saben y reconocen la inteligencia política de Errejón. Lo respetan y lo temen. Preguntas que a otros políticos desarman, a Errejón ni le despeinan. Pongamos un ejemplo. Se le pregunta cómo es que el nombre Mas país esté cogido desde hace meses. Se trata de demostrar que su candidatura por Mas Madrid era postureo, que ya estaba maquinando su salto a la política nacional. Responde: nos lo ha cedido un simpatizante que es quien lo registró. Por otra parte ya ha dicho -y no repite- que nadie podía esperar que los inútiles de la izquierda (palabra que nunca usa) no consiguieran lograr un acuerdo y hubiera que ir a nuevas elecciones. Así es él. Lo que podría ser un notición se queda en nada porque su respuesta es precisa y contundente. No es un político al uso tirando de argumentario y cayendo en las trampas de los periodistas. Está por encima. Los periodistas lo saben y lo entrevistan como los erizos venenosos hacen el amor. Con mucho cuidado.
Otro ejemplo. El polítólogo de turno hace un análisis profundo y remata con una pregunta de sí o no. Responde Errejón: “no me puedes hacer un análisis profundo y pedirme un titular como respuesta”. ¡Genial! Poner el acento en la proporción. No estar solo por el relato sino también por el metarrelato. Y ya que hablamos de relato ¿cómo se defiende de la acusación de fragmentar la izquierda?: solo nos presentaremos en las circunscripciones en que no perjudiquemos a los progresistas. Es evidente que es mentira. Se presentarán allí donde puedan obtener escaños. Pero qué elegancia, que argumento inexpugnable. Y por si fuera escaso, lo apoya con otro: no podemos dejar que los que no saben pactar vuelvan a llevarnos a nuevas elecciones. La ocasión perdida de tener un gobierno progresista (Intención bien clara de los españoles a juzgar por su voto) no puede volver a repetirse. Por un lado la intención: somos honrados; por otro lado la inoperancia de los otros actores: son inútiles.
Es evidente -para mí- que el espíritu de los indignados que recogió Podemos como partido, no es el que Iglesias ha desarrollado en estos cinco años. Iglesias es comunista, se ha juntado con los comunistas y ve el mundo desde la izquierda comunista. Y no digo que el comunismo sea malo. Digo que es rancio. Ya su electorado le dio un toque de aviso cuando su unión con Garzón (IU) le reportó la pérdida de un millón de votos (sumar para restar). Iglesias es mitinero y sabe como enardecer a sus seguidores. No es el caso de Errejón. Y así fue en Vistalegre. Pero la inexorable pérdida de votos desde su mejor momento indica que algo no funciona en Podemos. Que tienen a muchos medios (el trío de la bencina: Inda, Marhuenda y Clavé) y políticos en contra es evidente, pero eso no justifica determinadas fugas que tienen que ver más con la pérdida de entusiasmo que con la reacción. Quizás no se ha entendido lo que es indignación. Una de las cuatro emociones fundamentales, la más débil pero no la menor. Los comunistas no están indignados. Están cabreados (con razón), pero no se convence igual a los cabreados que a los indignados. Un electorado menos visceral necesita de otras razones que el miedo, los celos, la ira. Estar indignado es otra cosa.
Podemos se presentó como una corriente transversal. Sin embargo Iglesias no quería ninguna transversalidad (por lo menos no como guión). Quería comunismo, quería el eje derecha-izquierda de toda la vida. Quería política antigua. Le molestaba el bipartidismo pero como turno de partidos no como polarización derecha-izquierda. El techo del comunismo (corriente tan respetable como cualquiera) es el 10% y ese es el techo que alcanzará Iglesias. Su restante 5% se lo quedará Errejón… para empezar. Porque, ahora mismo, lo único que puede ilusionar es Errejón y la ilusión… mueve montañas. No hace falta desertar de las urnas porque no valen ni la papeleta. El espíritu de los indignados ha vuelto. No permitas que la derechona se salga con la suya. Otra política progresista es posible: “Más país” (ni España ni Madrid: país), como lo hubiera querido Labordeta, un indignado de primera.
A otra pregunta de los periodistas: ¿de quién está más cerca, del PSOE o de Podemos? Errejón se niega a responder (aunque sabemos que está más cerca de Podemos, a los que reconoce que votó) y añade: no se trate de a quién quieres más, a papá o a mamá. Estoy cerca del progresismo… que era como contestar, estoy cerca de la parentalidad compartida. Incluso cuando no se lo propone es capaz de ser profundo. A esta política de mierda que tenemos no le iría mal una pasadita por la profundidad. ¡País!. En este caso Más país.
El desgarrado. Septiembre 2019.