» 27-06-2021

La 14- 118 Legislatura. Aznar y Marhuenda en plan rastrero. ¡La derecha se crispa!

¡Aznar ha hablado! Sabemos de los políticos que son corruptos, mentirosos, dogmáticos, populistas, demagogos, irresponsables, etc. Como se dice en Catalunya: el defecto ¡va con la bestia! pero aún siendo lamentable tiene unos límites que los propios políticos suelen respetar. Los ex-presidentes de gobiernos son continuístas de la línea de moderación que les ha caracterizado durante su mandato (o, no). Los políticos en general también se ponen ciertos límites como no acusar sin pruebas (por si las denuncias por calumnia o contra el honor); no llegar al nivel personal (como la Álvarez de Toledo con Iglesias o Rafa Hernando con las víctimas del franquismo); no insultar (excepto por Twiter) y en general no incurrir en lo que les puede llevar a los tribunales. Pero Aznar está por encima del bien y del mal. Ya durante su oposición a González practicó un buying de libro (no en vano estaba asesorado por el energúmeno Rodriguez que hoy asesora a Diaz La Madrid); durante su mandato no dudó en meternos una guerra con 18 muertos con mentiras, ya reconocidas por sus socios, pero que él sigue manteniendo; afirmó contra toda prueba que el 11-M fuera un atentado etarra cuando todo apuntaba (y probaba) que era un atentado yihadista… lo que le llevó a perder las elecciones al movilizar a toda esa izquierda dormida excepto para los casos flagrantes de desfachatez y mentira institucional, como fue esta.

 

Y la palabra del estúpido que presumía de tableta abdominal al estilo Putin, ponía los pies encima de la mesa como su jefe Busch, hablaba con acento tejano tras visitar a su jefe, deportó en avión y en caliente a unos subsaharianos porque ¡teníamos un problema y había que resolverlo! colocó a su mujer en la alcaldía de Madrid para que vendiera todos los pisos sociales a un fondo buitre (proceso en el que desaparecieron 13 de ellos); privatizó (en favor del capitalismo) las empresas del estado para evitar que los socialistas las dirigieran cuando ganaran las elecciones; modificó leyes en la dirección de que el PP pudiera apoderarse del poder judicial y dirigió un partido en el que la corrupción llegó (¡esperemos!) a sus máximas cuotas y ganó elecciones absolutamente dopado; donde sus iniciales aparecen ligadas a sobresueldos, y su sombra planea sobre las prácticas mafiosas del PP contra Bárcenas para evitar que tirara de la manta, esa palabra, decía, que el país le agradecería que fuera de concordia y de moderación, incendia los medios (mayoritarios de la derecha) e incendian la convivencia.

 

Porque la afirmación de Aznar es que el PSOE ha gobernado siempre con el apoyo del terrorismo. En el caso de Rodriguez, por el atentado yihadista (que él sigue defendiendo que fue de ETA) y en el caso de Sánchez por el apoyo en la moción de censura de los independentistas, que para él son terroristas en contra del dictamen del Constitucional. No se puede ser más mezquino, rastrero, baboso, envidioso y soberbio que Aznar. Decía Rorty que más que filosofía y razones estructurales, la democracia liberal se ha de asentar en la condena de la humillación y la crueldad y la sana adhesión al dogma liberal. La comprensión, no de que somos iguales (que no lo somos). sino de la percepción de los que sufren y viven lo mismo que nosotros. La solidaridad que encabezaba su obra favorita. Claro que no podemos olvidar la ironía, que también aparecía en el título, y que es algo que Aznar no ha comprendido nunca Y estoy hablando de un teórico seminal del liberalismo. Lo de Aznar es humillar y la crueldad. Con los emigrantes, con las víctimas del franquismo, con sus compañeros de profesión que no comparten sus ideas, con los españoles a los que metió en una guerra con mentiras. Si el PSOE gobierna con el apoyo de los radicales Aznar tiene en su conciencia 18 muertos innecesarios y escándalos tan llamativos como el del Yak (que gestionó deplorablemente su amigo Trillo), su intento de cobrar comisiones por una venta de armas, colocar a su mujer en la Alcaldía, pero sobre todo su supeditación al contubernio ultraliberal de Thatcher-Ragan.

 

Algunos cerebros no dan para más y el de Aznar solo entiende la causalidad simple: la vinculación de cualquier antecedente a cualquier consecuente y lo que es peor: ufanarse de ello. Porque Aznar se ufana. Incluso se hace gracia. Se pasó su último mandato riéndose de lo que el mismo decía. Aznar se ama profundamente. Sabe que si no se ríe él, no se reirá nadie. Y lo hace con profusión. ¡Y maldita la gracia que tiene! La mezcla de estupidez y soberbia suele ser dramática y este señor es un caso de Libro. ¡Cállese Sr. Aznar! Comprendemos que jugar con un cuadernito azul en el que se decide el destino de España es fascinante. Pero escoger al que menos sombra le podía hacer no fue hacer lo correcto (aunque obviar a Rato es algo de agradecer). Olvidar que indultó a terroristas (de Estado y de facto) o que mantuvo conversaciones con ETA será conveniente pero no es honrado. Una mujer apuñala a una emigrante en las colas del hambre. “Me estás quitando la comida! Se ha creído el mensaje de la derecha-ultra-derecha. A eso conduce la crispación: a la agresión y la muerte; a la crueldad y a la humillación. Lo que Rorty decía que el liberalismo debía combatir. No sois liberales: sois la ultraderecha.

 

Dice Aznar que el terrorismo apoya al PSOE. Cuando empezó su mandato su camino era errático. Era el increíble presidente menguante. Paralizado por la responsabildad del poder su figura de diluía. ¿Quien le salvó? ETA. El atentado que sufrió lo puso en el mapa. Fue a partir de entonces que su figura se afianzó. Si el atentado lo hubiera sufrido un presidente socialista el PP hubiera dicho que estaba preparado por el propio PSOE. En justa reciprocidad deberíamos decir lo mismo. Pero el PSOE tiene un resto de decencia política (que no en otros campos) que le aleja de esas manifestaciones energúmenas. Y hace mal. Porque la derecha está dispuesta a todo por recuperar el poder y no precisamente para salvar al pueblo. Cuando el socialismo logró acabar con ETA el PP, inmediatamente, se apuntó el tanto como logro institucional y no del partido del gobierno. No era así. Pero acabar con ETA era, precisamente, el sueño (nunca trabajado, de la derecha. Y como no pudo ser, pues se lo inventaron. Y así estamos. Aguantando lo más rastrero y mezquino que en la política se ha visto jamás.

 

Se me olvida Marhuenda. Otras veces he hablado de él, de su ironía, de su victimismo, de su fachismo disfrazado de razonabilidad. Pues bien, eso se ha acabado. La prensa alineada tiene que ganarse el sueldo y Marhuenda se ha descarado. Ayer en la Sexta noche, arropado por sus fieles escuderos Inda y Clavé, arremetía contra Marañas pero no con argumentos sino con descalificaciones, gestos y aspavientos. Como un payaso. No se priva de acusar a los socialistas de ladrones, así, en general. Una actuación memorable que lo desenmascara… como agente de la derecha. Pero no podemos olvidar que es periodista, es decir que tiene la obligación de servir a la verdad. Y no lo hace ni de coña. Porque no es periodista: es agente del PP, comisario político del partido más corrupto de Europa y cuyo cometido es servir a su amo. ¡Viva el periodismo independiente… de la verdad! ¡Viva el periodismo posmoderno!

 

El desgarrado. Junio 2021.




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