El crecimiento económico español ha sido en 2021 del 5%, superior al previsto por los organismos internacionales y sobre todo muy superior al esperado por el PP que anunció que la subida del SMI afectaría negativamente al crecimiento y al empleo. Los datos del paro también han sido magníficos: 13%. Estamos a niveles de 2008 es decir, por debajo de cualquier cifra alcanzada por los gobiernos del PP de ese periodo. La vacunación en España ha sido ejemplar. La campaña de difamación contra España en el extranjero realizada por el PP solo ha cosechado fracasos. La última contra el reparto de los fondos europeos, solo ha recibido rechazo desde Bruselas y desmentidos por parte de los datos periodísticos (entre las cinco primeras comunidades en recibir fondos cuatro son del PP, la rapidez en distribuirlas ha sido ejemplar, la historia de los ocho millones destinados a la promoción de otras razas no hace referencia a raza para nada y supone frente a 210.000 millones el chocolate del loro: menos del 1%).

La trifulca sobre la calidad de la carne española va encauzándose a la realidad de las afirmaciones de Garzón más allá de su oportunidad. Su crítica de que el paro se ha solucionado mediante la creación de empleo público (esos funcionarios que tanto molestan a los ultraliberales) ha quedado ampliamente desmentido por los datos que lo reducen a un 10%. Tres años después los jueces caducados del CGPJ siguen sin renovarse por el bloqueo del PP que prefiere la ventaja antidemocrática del ploqueo (que le favorece, en contra del resultado electoral) a una renovación que le privaría de esa ventaja de tahur. Y, por supuesto, los juicios por corrupción no acaban nunca.

En la comunidad de Madrid (cuya campaña contra el gobierno central ha convertido a Diaz en el adalid del PP) se anuncian demandas por la enorme cantidad de muertos en residencias debida -presuntamente- al abandono de la obligación de socorro. Su afirmación de que la izquierda no sabe de economía ha quedado retratada por una realidad que arroja mejores datos de crecimiento y de paro que los obtenidos por Rajoy. El enfrentamiento entre Diaz y Casado cuestiona seriamente el liderazgo nacional del último. Diaz se echa en brazos de VOX sin ningún desdoro, demostrando que son lo mismo (aunque el PP… más hipócrita). El escándalo del Zendal (un hospital de nuevo cuño pero sin sanitarios) ha sido una operación de propaganda sin realidad y sin futuro, mientras no se renuevan los contratos de los sanitarios absolutamente necesarios.

El pollo descabezado sigue dando tumbos, corriendo alocadamente, buscando una salida que no puede ver y desangrándose a borbotones. El resultado es una crispación sin precedentes que si bien puede satisfacer a sus acólitos es evidente que produce una reacción contraria en los indecisos. Ante la imposibilidad de encontrar argumentos ha tirado por el camino de en medio y los periodistas empiezan a denunciar sin complejos las continuas mentiras de Casado. En su lucha para controlar y moderar el crecimiento de la ultraderecha no le queda más remedio que ir a misas por el dictador y callar ante la desfachatez de la Iglesia en el tema de las inmatriculaciones realizadas al amparo de una ley de Aznar. También calla ante los desmanes de la institución monárquica, pero en estos dos casos no puede atacar al PSOE porque, ahí, confluyen sus intereses. Se niega a apoyar a “sus” empresarios en la reforma de la ley laboral… con tal de minar al gobierno. Incluso el exministro Montero, el que dijo “Que se hunda España, que ya la levantaremos nosotros” ha hecho declaraciones criticando la actuación de Casado.

Pero cuando se reparten hostias entre los de arriba, los que de verdad reciben son los de abajo. La escalada de crispación solo puede aumentar porque la posibilidad de que el PP haga algo positivo es remotísima. Lo suyo es la crítica inmoderada y si las cosas van medianamente bien… se queda sin argumentos. Y como consecuencia, la desafección de los ciudadanos por los políticos ascenderá una vez más (si ello es posible) lo que perjudicará la construcción de la voluntad popular contaminada por troleos, intoxicaciones, demagogia y populismo. Y seguiremos votando por antiguas ideologías (¡cómo si no hubieran variado sustancialmente!) en vez de por sus actos. Una muestra más de que los políticos no están interesados en que conozcamos su actuación, sino en intoxicarnos. Aznar vendió armas a Venezuela (dice Bono). En esa posición de pura hipocresía del PP, ahora resulta que los enemigos bolivarianos sirven para atacar a UP y al gobierno, pero son amigos en el caso de hacer negocio. Claro que también dialogaron con ETA y pactaron con partidos nacionalistas, lo que ahora olvidan. ¿Será demencia senil? quizás deberíamos jubilar a los partidos cuando dan muestras de que el tiempo les pasa factura.

Pero que los partidos sean demagogos y populistas es un dato. Lo que interesa es lo que los ciudadanos hacemos con esa esmirriada ranura electoral que es la única posibilidad que nos concede la Constitución de ejercer nuestra presunta soberanía. La mediación del voto por causa del poder es abrumadora: listas cerradas y bloqueadas, partidos político sin democracia interna, circunscripciones desiguales, impedimento al voto rogado (el de los residentes en el extranjero), la ley d’Hont de proporcionalidad a favor de los grandes partidos, limitaciones a los pequeños para entrar en el Parlamento o para formar grupo parlamentario, elecciones dopadas, intoxicación, troleo, demagogia y populismo. ¡Quién da más! Si esta es la democracia que quieren romper los partidos independentistas… bienvenidos. Para nuestra desgracia la democracia que ellos nos proponen no es más que más de lo mismo. Y a pesar de todo debemos votar y votar bien (como diría Vargas Llosa, a quien por fin parece que le han callado la boca), informada y responsablemente. Pero lo de la información, en el estado de los partidos, es imposible. Lo de la responsabilidad en un país en el que los dirigentes (desde los políticos al rey) son irresponsables constitucional y legalmente, es impensable. Seguiremos así por los restos. Amén.

El desgarrado. Enero 2022.