» 18-02-2022 |
Hay guerra, pero no es entre Rusia y Ucrania sino entre Diaz y Casado. Nunca habíamos visto nada igual. El partido que siempre había presumido de una unidad irreductible frente a una izquierda perpetuamente dividida se ha empezado a fragmentar de forma alarmante. Primero se separó VOX (la ultraderecha) y después se inició la guerra entre Madrid y España, entre Diaz y Casado. La división entre los barones y Génova ya era una cosa asumida, tan asumida, que a nadie extraña que sus objetivos sean absolutamente divergentes. Este no es el partido monolítico al que la derechona nos había acostumbrado. ¿Empezó así la caída del imperio romano?
Primero comparece Diaz y establece el campo de batalla. Acepta la existencia del contrato de las mascarillas, amparado en una situación de emergencia, y que pudiera involucrar a su familia, pero miente sobre la transparencia (el contrato no se colgó en el portal hasta que los periodistas lo exigieron) y sobre quien lo firmó (la viceconsejera y no -como afirma Diaz- el médico del servicio). A partir de ahí todo son reproches hacia su propio partido: ha sido espiada, acusada, perseguida y denostada, con crueldad e injusticia. Reta a la dirección de su partido -a la que acusa de deslealtad e inquina- a que demuestre las acusaciones contra ella, que están en juego. Al poco comparece García por la dirección del PP y confirma que hay guerra con las mismas palabras: crueldad e injusticia. Se le abre un expediente. La guerra declarada por Diaz es confirmada por García.
Y así como los dirigentes están enfrentados también lo están los periodistas alineados. Como en el caso de VOX, los periodistas alineados que delimitaban exquisitamente al PP de su ultraderecha, ahora delimitan los casadistas y los diazistas. Casi todos se han pronunciado ya. Los barones se automarginan: ninguno quiere alinearse, porque no saben cual es el bando ganador: Andalucía, Galicia y CYL se desmarcan de cualquier posicionamiento. Cuando los padres se pelean los niños se callan. ¿Por qué Diaz ha estallado ahora cuando reconoce que hace meses que conoce la posición de Génova? Que Diaz apunta al asalto a la dirección del partido es conocido. Pero ¿que ha cambiado? Casado puede expulsar a Diaz del partido, pero no de la presidencia de la comunidad, pues es un cargo electo. Pero sería imposible gobernar la comunidad si no tiene los apoyos de sus diputados y en este momento es difícil saber quien se decantará por quien. ¿Podría la Diaz formar un nuevo partido de derechas o dada sus afinidades se marcharía con VOX? Todo está en el aire.
Pero quiero hablaros de otra tema que son las formas. La Diaz se presenta ante las cámaras como una seductora: ojos redondos (la raya que los rasga no se ve porque es vertical), la sombra sobre los ojos es intensa (de modo que cuando baja la vista al texto -que lee escrupulosamente- parecen permanecer), la boca está pintada de modo que parezca más pequeña (lo que añade un rasgo más a la boca), la piel de porcelana, el hoyuelo marcado, los mohines constantes. En una palabra: manga, parece una figura de manga, inocente, limpia, pura. Es una víctima inocente, porque si el victimismo lo marcan las palabras, el mensaje corporal es el de la viva inocencia. Ella sabe seducir, sabe como utilizar el mensaje corporal. No es el caso de García con su rotundo físico de labrador, vestido de domingo, pero labrador. Porque Casado no ha querido aparecer y ha dejado la papeleta en manos de su segundo. No ha sido una buena elección -si de lo que se trata es de ponerlo en la picota por si debe de inmolarse como daños colaterales-, pero ha sido un error rotundo si de lo que se trataba era de seducir a los espectadores. El estilo manga cuadra mucho más con Casado (la peluchosidad) que con García. Todo esto ocurría ante nuestros ojos.
Pero volvamos a la oportunidad. ¿Por qué ahora? Es evidente que Diaz ha sabido que Casado o la izquierda estaban preparando la publicación de su nepotista corrupción y ha querido adelantarse. La mejor defensa es un buen ataque y Diaz ha “confesado” el contrato pero lo ha envuelto en un problema mayor, mucho mayor: la descomposición del PP. Comparado con la guerra fraticida el contrato se convierte en “pecata minuta”. Diaz no está atacando a su partido con el que acabará cerrando filas, sino escamoteando su (de ella) corrupción. Y hay que decir que lo ha hecho bien (la efectividad del mal). Por eso necesitaba esa puesta en escena de inocencia victimaria. Ante la posibilidad de ser acusada de corrupción (incluso por su partido) ha decidido montar el belén y desviar todas las miradas. Y a fe que lo ha conseguido. Durante unos días todos los medios hablarán del tema y después se reconciliarán los ahora enemigos irreconciliables (lo que no quiere decir que la guerra haya acabado) y pelillos a la mar.
Pero la cruda realidad es que Diaz es una corrupta nepotista que -como el PP acostumbra- está en la política para ganar dinero, para engañar a los ciudadanos y para figurar. Desde la coalición de mujeres, que avancé en blogs anteriores, que el PP ha formado para combatir a su homóloga de izquierdas, Álvarez pide la dimisión de Casado. Pero tambié exige un congreso extraordianario, ese congreso que tanto ha pedido la Diaz y que se le ha negado. Por el mismo precio podemos tener un “feminismo” de derechas y la continuación de la corrupción que caracteriza al PP. Diaz (M. A. Rodriguez), no da puntada sin hilo y cubre todos los flancos. Lo inmediato es taponar la herida del contrato (el derrocamiento de Casado puede esperar) pero eso no quita que su socia en la pantomima feminista siga desacreditando a Casado por lo que pueda suceder. Por fin sabemos como se resuelve el dilema de los teléfonos de Diaz, su bloqueo del de García. Fue consecuencia del requerimiento de Casado a Diaz para que “arreglara” su asunto con los contratos con su hermano. Deberíais tener cuidado con esta chica porque además de maquiavélica es rencorosa.
Por otra parte, desviar la atención de los tejemanejes del PP y de VOX por el gobierno de CYL es positivo para los intereses de la (ultra)derecha. No hay mal que por bien no venga y si se produce la (presunta) reconciliación será porque algo de todas estas sospechas… es cierto. ¡Al tiempo!
El desgarrado. Febrero 2022.