» 08-08-2023

La 14-171 Legislatura. El Centro-ultraderecha de Núñez Feijóo.

En otros tiempos el PP presumió de ser un partido de centro (a lo sumo de centro-derecha). No era una decisión ideológica pues el gran semillero de votos está en el centro, y por ello era el sitio en el que había que estar. A nadie se le escapa que VOX es una escisión del PP, lo que significa que antes de independizarse como ultraderecha, anidaba en el PP. Durante mucho tiempo España presumió de no tener ultraderecha hasta que la irrupción de VOX demostró, que no es que no la hubiera, sino que estaba dentro del PP. Antes de la 2ª guerra mundial, en Alemania, Hindenburg apoyó a un partido nacionalsolcialista -que no había sido el más votado- por una cuestión de estrategia política y pensando que podría controlarlos. Se equivocó. Allí arranco el horror nazi. Las estrategias políticas están bien mientras no obligan a hacer cosas contra-natura, en otro caso son profundamente peligrosas. 

 

Y estamos en tiempos de estrategias políticas. La aparición de C’s y Podemos desestabilizó el sencillo esquema bipartidista de PP-PSOE (la alternancia de partidos) -solo impugnado por los partidos regionalistas (PNV, ERC, Convergencia, UPN, BNG, etc.)- para instaurar el principio (ya recogido en la Constitución “de facto”) de que no gobierna la lista más votada sino quien consigue mayores (y suficientes) apoyos. Entre las estrategias electorales (que se resumen en gobernar sea como sea y la teoría del culo) se implantó la de reivindicar para el ganador el derecho de gobernar. Pero esta estrategia no fue coherente. Solo se invocaba cuando favorecía al invocante, y tanto por uno como otro partido del bipartidismo. El PP ganó las últimas elecciones pero no consigue suficientes apoyos como para gobernar, lo que quiere decir, que como en tantos otros casos protagonizados por el PP, el PSOE puede gobernar sin haber ganado. Aquí se suscitan dos cuestiones: 1) ¿Cómo ha ganado el PP? 2) ¿Por qué no recibe apoyos de otras formaciones?

 

Las previsiones (evidentemente tan interesadas como las repetidamente denunciadas por la derecha, de Tezanos), auguraban una mayoría absoluta del PP. Se basaban en el desgaste natural de la coalición de gobierno PSOE-Podemos, unas circunstancias excepcionalmente adversas: la pandemia, el volcán, la guerra de Ucrania (con las secuelas del embargo del gas, el petróleo, los cereales, etc.), una campaña corrosiva centrada en la malicia, el desmedido afán de poder de Sánchez, la alianza con el terrorismo, la falsificación de los éxitos y la magnificación de los fracasos, etc. y el hallazgo (por defenestración de Casado) de un líder carismático y ganador: Núñez. Pero algo falló y la mayoría absoluta no se produjo. Ni siquiera por bloques (PP-VOX frente a PSOE-SUMAR-Podemos-mareas-regionalistas). Y no solo eso sino que, en detalle, el PSOE ganó votos, Sumar-Podemos contuvo la sangría iniciada en las municipales, VOX perdió la mitad de sus votos y los regionalistas sufrieron un recorte sustancial. ¿de dónde salieron la enorme cantidad de votos que obtuvo el PP? En primer lugar de C’s (que desaparece), en segundo lugar de VOX, en tercer lugar de la derecha regionalista. El PP no le ha ganado al PSOE (que a decir verdad han prácticamente empatados a votos) sino que se ha beneficiado de unas circunstancias excepcionalmente favorables y con poco que ver con el premio o castigo de los votantes.

 

Respecto a la segunda cuestión debemos retrotraernos a la aparición de la ultraderecha en Europa. Así como en España, la derecha y la Iglesia guardan un gran recurso del dictador fascista, en Europa no es así: predomina una amarga memoria del horror nazi. Debido a ello, las formaciones políticas (incluido el PP europeo) han aplicado un cordón sanitario a los fascistas para evitar su avance. De alguna manera nadie quiere sentarse a la vera de los ultras, ni ser relacionado con ellos. Solo el PP, en Europa, ha decidido que, con tal de gobernar, bien se puede uno escorar hacia la ultraderecha, con todo lo que eso significa. Porque todos los partidos españoles le han puesto la proa a VOX. Ninguno quiere gobernar con VOX al lado. Así las cosas el PP solo cuenta con VOX para gobernar… y las cuentas no salen. En un alarde de perspicacia (ya barajado la noche electoral por los analistas) PP ha llegado a acuerdos secretos con VOX de modo que éste no entre en el gobierno: el PP gobernará solo y en minoría, necesitando exclusivamente los votos de otras formaciones (que ya no verán a VOX en el horizonte) para la investidura. Evidentemente es un apaño -en un alarde de transparencia-, y un engaño al electorado (uno más) en el que la ultraderecha no está pero está, pues sin ella el PP no lograría sacar ni una sola ley adelante, malogrando la legislatura. 

 

Ya no está en juego si el PP considera a VOX como socio prioritario de gobierno. A eso ya contestó Núñez afirmando que donde fueran necesarios para gobernar (para formar una mayoría con el PP), entrarían en el gobierno. Solo queda una fórmula para seguir intoxicando al electorado: “El PP es una formación de Centro-ultraderecha” La estrategia electoral incluye retorcer el lenguaje. Que los fascistas estén aquí es malo, pero que el principal partido de la derecha se pliegue a sus imposiciones por mera estrategia de obtención del gobierno sea como sea, por ganar el poder, eso es una catástrofe política de la que el PP deberá dar cuenta a la historia. El fantasma de Hindenburg se revuelve en su tumba.

 

El desgarrado. Agosto 2023. 

 

PD: del pucherazo de los 30.000 votos emitidos en el extranjero y anulados por la junta electoral hablaremos cuando el constitucional (manejado antidemocráticamente por el PP) se pronuncie dentro de cinco años, es decir, una vez acabada la legislatura. Al fin y al cabo lo de acudir “dopado” a las elecciones y marcharse de rositas, ya lo tienen por la mano.




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