» 08-05-2020

La 14- 36 Legislatura. Estrategias coronavíricas.

Os comprendo. Es imposible entender por qué los políticos hacen las cosas que hacen. Para comprenderlo es necesario hallar el hilo del relato, el verdadero camino por el que discurre su afán. Evidentemente no es el bien común por mucho que se les llene la boca. Ni ¡España! Descanso y cubrirse. Debemos descubrir cuales son sus zozobras, sus anhelos, su ambición para entender lo que está pasando. Lo he dicho muchas veces pero lo repetiré: 1) en primer lugar su poltrona. Sin escaño no se puede salvar España, ni incluso, a los españoles. Eso quiere decir que lo más importante son los votos que hay que cazar allí donde vacilen. 2) Lo segundo es salvar el culo. Pase lo que pase la culpa debe ser de otro. Incluso en un país en el que dimitir es un verbo ruso, hay que descrestarse de vistas cuando se trata de repartir responsabilidades. 3) por último su bolsillo. Nadie puede esperar que salves una nación a cambio de un sueldo miserable (comparado con lo que has salvado). No basta con opacarlo, hay que acrecentarlo, si puede ser, exponencialmente. Pujol es un ejemplo a seguir.

 

Analicemos las fases y los comportamientos:

 

1) Fase 1: el estado de Alarma. Cuando el gobierno (ese contubernio entre socialistas y radicales, a decir de sus contrarios) tomó las riendas, se abrieron los cielos para la oposición. Ante una crisis de la magnitud que se preveía, era imposible no cagarla. Solo hacía falta y esperar a que cometiera todos los errores que eran esperables y, entonces, asestarles el golpe de gracia. Pero no fue así. Las medidas del gobierno -con sus fallos y vacilaciones- se desarrollaron en la dirección correcta. Hubo una transparencia razonable (la transparencia total en política es una utopía), se blindaron dejando las decisiones en manos de los científicos o dicho de otro modo: tomaron las decisiones políticas finales siguiendo sus directrices. Se fijaron en los países de nuestro entorno y lejos de contemporizar adoptaron un modelo severo. Hubo fallos: el permiso para la manifestación del 8M fue una decisión política y no sanitaria, pero la oposición participó, lo que la validó. No había habido previsión alguna para combatir una crisis como esta y los sanitarios y las residencias de mayores empezaron a caer en cascada. Pero las transferencias en sanidad estaban transferidas por lo que la responsabilidad era de cada comunidad… y muchas eran de la oposición.

 

Paralelamente se inician una serie de medidas económicas ante lo que se prevé como una crisis sin precedentes. Se articulan una batería de medidas como la agilización de los ERTE, créditos ICO para los autónomos, establecimiento del salario mínimo universal para los desesperados, negociaciones con CE para obtener créditos a fondo perdido, coronabonos (finalmente fallido), acuerdos entre sindicatos y empresarios, etc. Todo esto es percibido por la oposición como un despilfarro de dinero (sobre todo la renta mínima universal) que se detrae a los empresarios, que como todo el mundo sabe son los legítimos poseedores del mismo.

 

2) Fase 2: la meseta. La epidemia comienza a remitir y la esperanza de que se esté dominando se abre paso. Aquí se produce un cambio de la política de la oposición. Ante la evidencia de que los fallos del gobierno no son suficientemente suculentos, sino que parecen conducir a la solución, se procede, por la oposición a embarrar el campo (en el caso de VOX incluso con granjas de boots para intoxicar con noticias falsas). En el caso del PP se acusa de falta de liderazgo, de cambios en las directrices, de inutilidad. Contra toda lógica se acusa al gobierno de ser el responsables de los muertos, de la hecatombe de las residencias de mayores, de la falta de equipos de protección, de la falta de equipos de detección (todo esto, razonablemente, responsabilidad de las regiones), de los fallos en las compras en un mercado saturado (estamos ante una crisis mundial). En fin, lo que ya sabéis: embarrar el campo.

 

Paralelamente se minimiza la importancia del mando único y se exige que las comunidades controlen sus territorios.  Cuando la cosa parece que empieza a enderezarse cada cual quiere recoger los réditos del triunfo que ya se huele. Hay que saber subirse al barco cuando ya se está seguro de que no se va a hundir. Pero el gobierno sabe de esta estrategia e inicia una maniobra de opacidad informativa y de desencuentro en el diálogo, tratando de evitar que los gobiernos regionales se aprovechen de su bien hacer, en el convencimiento de que no tendrán cuajo para oponerse a la renovación del estado de Alarma. La oposición ataca por este flanco: ¡el estado de Alarma es un estado absoluto! No busca el bien de los españoles sino oscuros fines partidistas del gobierno.

 

3) Fase 3: la desescalada. Ante la presión de las comunidades autónomas el gobierno propone un plan que le permite seguir siendo el que dirige las operaciones (y que recogerá los réditos)… sin consultarlo. Las regiones se plantan y amenazan con no apoyar la renovación del estado de Alarma (lo que supondría una catástrofe), pero en un golpe de efecto C’s (hasta entonces frontalmente opuesto al PSOE y socio del PP) y el PNV apoyan al gobierno y se aprueba la renovación dejando al PP con el culo al aire, que ya podemos decir que está gestionando esta crisis con el culo. Los pactos con estos dos partidos suponen el fin de la opacidad (¿) y el principio de una colaboración, además de un giro radical de C’s hacia el PSOE. Pero como en la película: “los problemas crecen”, los que empiezan a boicotear el proceso son ahora los ciudadanos que con una profunda desconfianza ante unos políticos que han optado hace tiempo por prescindir de ellos y dedicarse a las mentiras, a la posverdad, a la descalificación, al despilfarro y a la corrupción, hacen caso omiso de las directrices y se lanzan a hacer lo que les sale de los cojones.  Volvemos a estar al borde del desastre.

 

Mención aparte merece la comunidad de Madrid que tras liderar los contagios y las muertes (a los que no son ajenos las políticas sanitarias de Aguirre) se enfrenta radicalmente al gobierno desde el primer minuto, estrategia que no secunda Martinez desde la alcaldía. Diaz organiza una fiesta para el cierre del hospital de campaña de Ifema (cuyo mérito no le corresponde, ni mucho menos pues fue instalado por el ejército) en el que saltan todas las alarmas de lo que no tiene que ser una reunión en el reinado del coranavirus. Tras declarar que Madrid posiblemente no podrá pasar a la fase 1 (las fases empiezan en la cero) decide finalmente solicitarlo. Su consejera de sanidad dimite, lo que ella minimiza diciendo que la máxima autoridad sanitaria es el Consejero, pero sin embargo presenta la solicitud sin la firma de ninguno de los dos. El gobierno la rechaza. Si el gobierno ha perdido el norte el gobierno de la comunidad de Madrid ha perdido la brújula. Ni siquiera sabe donde está el norte. Gobernando así es difícil hacer oposición.

 

En el momento de escribir esto, todas las comunidades quieren llegar las primeras al fin del coranavirus. Pero esto no es una carrera de velocidad sino de resistencia. De esto no se sale hasta que se haya aniquilado al puto bicho. La economía es importante pero no más que la vida. El imbécil que ha afirmado que lo mismo da morirse del virus, que de hambre, debería dedicarse a otra cosa (a militar nazi, por ejemplo). Sin vida no hay economía y sin embargo sin economía hay vida (nuestros ancestros lo hicieron durante milenios), quizás mucho mejor que la mierda-vida que nos ha proporcionado hasta ahora el capitalismo. Con menos de esto se puede hacer una gran película. Continuará.

 

El desgarrado. Mayo (¿de las flores?) 2020.




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