» 13-08-2020 |
No bastaba con los noctábulos, los playeros, los futboleros, los familiares, los colegiales, los botelloneros, los barulleros. Faltaban los fumadores y vaporeros y Galicia ya los ha incluido. Incluso los folladores fueron señalados como candidatos a hacerlo con mascarilla. ¿Para cuando los comensales de los restaurantes? Sabemos que los voladores no tendrán problemas porque el lobby de las aéreas es demasiado poderoso. En Septiembre empezarán (¡por fin!) los colegios. ¿Cuanto permanecerán abiertos: una semana, un mes? Todas las medidas recaen en los ciudadanos. Los políticos están exentos de disponer de suficientes trazadores, incentivar la investigación, reformas las residencias de mayores (como se prometió), hacer pedagogía (sin criminalizar conductas) y sobre todo hacer la famosa auditoría que desvele lo que se ha hecho mal.
Lo de la auditoría está crudo porque desvelaría la brutal responsabilidad de los políticos, hasta ahora diluida en los comportamientos irresponsables de los ciudadanos que operan de avanzada de fuerza de choque. Sabemos que el 90% de la responsabilidad es de ellos por los recortes en sanidad y por las privatizaciones, por los privilegios dados a las farmacéuticas y por la dependencia del exterior que se ha consentido en los suministros sanitarios básicos, por las directrices confusas y contradictorias, por la falta de planes de actuación y por la confusión de los datos. Y sobre todo por convertir una cuestión de salud pública en un asunto partidista, electoralista, oportunista. No lo reconocerán o lo harán como el jefe del estado que lo hace con la boca pequeña mientras amasa su fortuna en paraísos fiscales con la que se podrá reunir ahora que se ha fugado.
Es evidente que esas -y más- medidas son necesarias, pero ¿son suficientes? Cargar la mano en las conductas de los ciudadanos no es suficiente cuando los políticos no están haciendo su parte. Diaz privatiza los rastreadores tras porfíar con el gobierno central que eran suficientes. Empieza con 20 más (aunque necesita 800) para ver como reacciona el personal. Mal, reacciona mal. El problema es que mientras los políticos no hacen nada la presión sobre los ciudadanos aumenta y aumenta. Hoy son los fumadores y mañana serán los clientes de los restaurantes. Todo para salvar el culo de los políticos que siguen sin hacer los deberes. Se les llena la boca diciendo que entre todos venceremos al virus pero la realidad es que ellos no hacen nada, ni siquiera lo que prometieron en el fragor del confinamiento. Ese “entre todos” debe hacerse real y no, como siempre, cargarlo todo en las espaldas de los ciudadanos y eso que, de momento se están conteniendo con las subidas de impuestos que son “inevitables” en una situación como esta.
Y son inevitables porque derecha e izquierda ultraderecha y ultraizquierda están de acuerdo y cuando los opuestos se ponen de acuerdo (en subirse el sueldo, en dispensarse del cumplimiento de las leyes, en salvar el culo, en irresponsabilizarse de sus actos, en colmarse de prebendas, en suma) la cosa está bendecida. Este es el espectáculo de la seudodemocracia en la que vivimos. Los ciudadanos tirando del carro y los políticos y asociados forrándose sin hacer nada útil. Es la eterna cantinela. No diré que es normal pero, es evidente, que es habitual. La intervención de los ciudadanos en la actividad pública debe intensificarse. Debemos fiscalizar su actuación y debemos exigir su responsabilidad. Lo de los políticos inviolables no es de recibo. Lo que valía para el SXVIII ya no vale hoy. Basta ya de posverdad y de intoxicación, basta ya de corrupción. Y eso no se conseguirá porque ellos cumplan con su deber sino porque los ciudadanos los persigamos y los acorralemos. Porque como diría Fraga, el fascista ministro de Franco, fundador del PP: ¡y no hay más tu tía!
El desgarrado. Agosto 2020.