» 26-10-2020

La 14-58 Legislatura. La inefable Diaz la caga de nuevo.

Es indiscutible que la Diaz adora a Trump. No es la primera vez que lo emula en sus afirmaciones y en sus actitudes. Hoy mientras anunciaba que el Hospital de Valdebebas se unirá a la defensa contra el coranavirus sin perder ni un ápice de su capacidad de respuesta en la asistencia primaria (es decir: la multiplicación milagrosa de los médicos y los sanitarios), ante la insistencia de la periodista frente al fenómeno paranormal que suponía su afirmación, espetó a la reportera: ¡Esas preguntas no se hacen! Es una afirmación que hemos oído muchas veces a Trump en su campaña de desprestigiar a los periodistas. Le falto añadir: ¡usted es muy malo, muy mal periodista. Otra pregunta!

 

No se sabe que es peor, que sea rematadamente tonta o que sea incapaz de darse cuenta de que ha entrado en un bucle y que a base de decir que es una gran idea o un buen plan no podrá doblegar a la lógica más acendrada. La periodista no se lo podía creer. Ante sus ojos la presidenta multiplicaba los recursos sanitarios por arte de magia. En su escalada de mentir no ha dudado en afirmar que la lógica no es formal sino que depende de sus deseos. Para que lo entendamos: si quitas recursos materiales y humanos de un hospital y los llevas a otro, eso no implica que pierdas recursos en el primero: ¡la multiplicación milagrosa de los recursos! ¿Cómo se llega a semejante lógica milagrera? No es difícil. Solo tienes que llegar a la conclusión de que los ciudadanos y los periodistas son idiotas y se les puede engañar por el solo impulso de tu extraordinaria habilidad dialéctica. Y ya está. Que la afirmación implique una paradoja lógica no tiene mayor importancia. ¡Al fin y al cabo hace tiempo que solo hablamos de fantasías imposibles.

 

¿Qué impulsa a unos y a otros a poner en puesto de responsabilidad (es un decir) y de necesaria eficacia a alguien totalmente incompetente? Hay varias razones. La primera es el cuñadismo: lo importante no es la eficacia en la gestión sino la lealtad a toda prueba. Es algo a lo que estamos acostumbrados. No se si recordáis a aquella inefable ministra de sanidad que Rajoy nombró por agradecimiento y que no solo era incapaz de distinguir un jaguar en su garaje sino que hubo que sustituir a toda prisa en cuanto tuvo su primera incidencia sanitaria. O el mismo Rajoy manejando el asunto del Prestige y “los hilillos de chapapote que se desprendían”, o aquel ministro Zoido, de Rajoy que vivía en Sevilla y que colapsó la red de autopistas manejando una crisis meteorológica desde el salón de su casa. Es ell cuñadismo -así llamado por Suñer el cuñado de Franco- que tantos servicios prestó a la dictadura.

 

La segunda es la inoperancia dado que el jefe máximo lo dirige todo, limitándose los sicarios a repetir el argumentario. “El que se mueva no sale en la foto” dijo Guerra en un momento dado. La tercera es el afianzamiento en la poltrona. Cada colaborador es un posible enemigo por lo que, cuanto más imbécil, mejor para todos. ¡Bueno, menos para los ciudadanos! que tienen que aguantar un muerto en un puesto de decisión importante. Todos estos “mecanismos” los utilizó Rajoy para mantenerse en el poder y lo largaron sin contemplaciones en un pis pas. No apostar por la excelencia es un error, si no para mantenerse en el poder sí para no vivir en un polvorín. La Diaz se curtió en la política paseando al “Pecas” y llevando las redes sociales de Aguirre, que como todos sabemos, era un lince contratando colaboradores de los que no salen ranas.

 

Esta manera de hacer política tiene que acabarse. Poner floreros (femeninos y masculinos… que también los hay) en los puestos de decisión importantes es un error descomunal. ¿Cuantos muertos habrá conseguido Diaz en su presidencia? Es evidente que -herencias aparte- Madrid ha sufrido la pandemia con una ferocidad sobresaliente. De los 15.000 que ha tenido Madrid (a ojo de buen cubero) bien bien podemos pensar que unos miles son obra exclusiva de Diaz. Muchos militares se han muerto sin conseguir semejantes cifras. No se puede poner a incapaces al frente de operaciones de alto riesgo, por bien que paseen al perro o lleven las redes sociales. Las muestras que ha dado este simulacro de presidenta de que no está capacitada (¡ni de coña!) para el cargo son abrumadoras. Desde que empezó la campaña hasta que se alió con los ultras para robar a los socialistas lo que habían ganado en las urnas (argumento que ha utilizado el PP contra Sánchez innumerables veces) pasando por la entera gestión del coranavirus, Diaz ha demostrado suficientemente que alguien tiene que pararle los pies, por más que haya sido la punta de lanza contra el Gobierno de coalición por encargo de Casado.

 

Evidentemente Casado no puede recusar a otra mujer sin sufrir un descrédito importante, por lo que seguirá en su puesto mientras los madrileños siguen muriendo. ¡Total, Qué importancia tienen unos cuantos de miles de ciudadanos! Lo importante es el partido.

 

El desgarrado, Octubre 2020.




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