» 19-02-2021

La 14- 86 Legislatura. Condenar, apoyar, soslayar.

Los políticos son muy dados a interpretar las cosas tal como les va a en ellas. Para ellos abstenerse o votar, pueden ser equivalentes o absolutamente distintos según les convenga. Oponerse a lo que hace el gobierno o aplicarlo cuando están en el Gobierno, también son cosas absolutamente distintas. Los políticos son topológicos. Su razón depende de la posición en la que se encuentran: gobierno u oposición, mayoría o minoría, ganador o perdedor. Los políticos actúan poco y hablan mucho por lo que las palabras les interesan más que los hechos (de los que huyen como de la peste). Solo hay que oír al PP diciendo que “tolerancia cero con la corrupción”. Lo dicen pero no hacen nada. Ni tan siquiera investigar a ese gran comisionista que es el emérito. Como en aquel momento delirante de la política USAna, en boca de Reagan: “leed mis labios: no subiré los impuestos”, que encontró su remedo en Rajoy cuando subió 40 impuestos tras anunciar en su programa que los bajaría. Se han acostumbrado a declarase impotentes, es su coartada.

 

UP no condena la violencia. Mal. Por lo menos desde el gobierno. El gobierno como institución no puede ir contra sus propios actos. Como partido puede seguir las tesis de Tiqqun (que hemos oído en boca de Hasél) de que solo la violencia puede cambiar las cosas. Agambem -pacífico filósofo- respaldó a los detenidos de Tiqqun y a sus presupuestos. Todas las revoluciones han sido cruentas. La violencia es el privilegio que tiene el pueblo contra los privilegios de los que detentan los títulos del poder (cuna, riqueza, fuerza, saber). Siempre ha sido así, y si ahora no lo es, responde a la habilidad del capitalismo para dotar de propiedad privada a todos y cada uno. Ninguna constitución aclara que la soberanía popular no pueda alcanzar su efectividad por cualquier medio. Claro que sabemos que cualquier revolución es el pueblo de ariete tras el que se esconde una facción aristócrática, oligárquica, burguesa, tecnocrática. La soberanía del pueblo ha sido siempre un subterfugio para que otras facciones se hicieran con el poder.

 

Pero UP representa en el Gobierno a esos ciudadanos que está enormemente cabreados por lo que hace el Gobierno con uno de sus iconos. Todo esto se podría haber arreglado derogando antes los artículos del CP que están en juego. Sin Hasél, todo esto no hubiera ocurrido y solo los políticos son culpables de no tener prisa de derogar lo que en la oposición señalaron como filodelictivo. Vivimos la sociedad de la hipocresía. La única ideología de los políticos es “al enemigo ni agua” y eso lleva a que lo que exigen en la oposición no lo quieran conceder en el Gobierno. Y eso cabrea a los ciudadanos. Porque por no actuar, un rapero se va a la cárcel. Que un partido político no conteste o evada las preguntas de los periodistas es el pan nuestro de cada día. ¿Se opuso el PP a la exhumación de Franco? No. ¿La apoyó?: tampoco. Arguyó que no era oportuno y lanzó a sus “tapados”, esas asociaciones que se nutren de fondos del estado y que actúan bajo su dirección como abogados cristianos, manos unidas, hazte oír, etc. ¿Alguien ha condenado desde la derecha la reciente amenaza contra el pueblo judío que se realizó en la reciente reunión de la división azul? ¿Han condenado la resolución del senado USAno absolviendo a Trump por haber incitado a un golpe de estado? ¿Comentan algo de la violencia policial USA? No. Los políticos comentan lo que les conviene, y sacar ahora que UP no condena la violencia es lo mismo que siempre hemos contemplado.

 

Se llega más lejos: se dice que no condenar es apoyar. Parece que la ignorancia de los políticos les hace confundir términos que la RAE (por si no leen otra cosa) define con precisión. Se puede reprobar una ley por dos cuestiones: por que es contraria o por que es insuficiente. Eso lo hacen lo políticos continuamente. Si es aceptable no votar una ley positiva, pero no suficientemente positiva, ¿cómo se atreven a condenar la abstención a condenar la violencia, cuando ellos han dado la callada por respuesta un millón de veces. ¿O es que piensan que lo hacen porque no es suficientemente violenta?. Y recordemos que quien ha rehusado condenar, es un dirigente del partido y no un dirigente del Gobierno. El problema de nuestro país es que los políticos son palabreros y los periodistas también. Ni los primeros actúan (gobiernan, opositan) ni los segundos informan. Todos narran, todos son novelistas. La prueba es la tendencia que tienen ambos a escribir libros. Un político no tiene que escribir libros, tiene que escribir la vida; un periodista no tiene que escribir libros, tiene que informar. Pero cuando llega Sant Jordi (el día del libro) solo ellos venden, porque ellos se amplifican por los medios; diarios, internet, TV, etc. No se trata de si tienes algo que decir sino de si tienes la oportunidad de colocar un ladrillo. Ninguno pasará a la historia de la literatura: ¿por qué escriben entonces. Por la pasta, la fama, el poder, postureo?

 

Hablar de estos temas me produce reflujo ácido. Lo dejo… aunque hay mucho que hablar.

 

El desgarrado. Febrero 2021.




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