» 19-06-2025

La 15-6 Legislatura. Negocios de putas.

Por si no se hubiera demostrado hasta la saciedad, el PSOE decide recordarnos que si están ahí no es para mejorar la vida de los españoles sino para robar. Y hay que reconocer que lo han hecho a lo grande. Ahora viene la segunda parte: la responsabilidad eludida: “¡Ese señor del que usted me habla!” Nadie conocía lo que hacían -¡cómo si semejante entramado se pudiera esconder!-, cómo lo hacían y ni tan siquiera quienes eran. La corrupción no solo consiste en pillar; también se trata de no denunciar, y en eso, todos está pringados. La fórmula de que son unas cuantas frutas podridas que no representan al cesto, no tiene sentido. Saberlo y no denunciarlo es complicidad, delito y corrupción. La omertá es delito. Incluso diré que hasta los de enfrente, la oposición, también lo sabían y si no denuncian es porque se desencadenaría una guerra cruzada que acabaría con ambas facciones. Solo los que no han catado poder pueden esgrimir su inocencia, que no es si no falta de oportunidad. Todo el mundo se rasga las vestiduras fingiendo una sorpresa que están lejos de sentir. Es urgente legislar sobre la corrupción, pero no se hará, porque ningún político sabe cuando habrá de caer en ella. Solo sabe que -por acción u omisión… indefectiblemente caerá. Y -sin aplicar una sola medida contra la corrupción- se producen las maniobras de distracción. Y como lo del ¡y tú más! ya está muy gastado al PSOE se le ocurre una gran idea: acabar con la prostitución.

 

Maniobra burda, cobarde, inútil y bananera. Estamos instalados en un sistema capitalista que ya Marx definió por tres características definitorias: 1) la mercancía es el equivalente universal del intercambio comercial; 2) el dinero es el equivalente universal del valor y 3) la relación comercial es el equivalente universal de las relaciones sociales. Todo es mercancía; todo se puede cambiar por dinero, y sociedad, quiere decir, sociedad capitalista. En un sistema tal la prostitución es una relación más, aunque su premisa fundamental: cualquiera puede disponer de su cuerpo como quiera, incluso como mercancía, queda profundamente intervenida por: la trata de blancas (esclavitud de la mujer), y proxenetismo (la prostitución es una relación entre hombres en la que unos ofrecen a otros una mercancía: la mujer). Los defectos de la prostitución son -aparte de la moral religiosa- lo que en un estado laico debería estar muy mediatizado, evidentes. El machismo dominante, no es tampoco de despreciar. El “solo sí es sí” debería incluir a las prostitutas: sino declaran que lo hacen voluntaria e informadamente… la relación no puede realizarse. En una palabra: hay que hacer recaer la culpa en el usuario. Para que decir que: la prostitución es la profesión (?) más antigua del mundo y que ninguna ley va a acabar con ella, como se ha demostrado hasta la saciedad en la historia. Es fácil prometer, lo que se sabe que no se va a cumplir. ¡Encima: hipócrtitas!

 

La comunidad europea le mandó un recado al gobierno de España conteniendo un listado de cosas que había que cambiar acerca de la corrupción. Las más asequibles (o las más fácilmente fingibles) se asumieron, pero las principales se dejaron tal como estaban: es decir: el gobierno no ha querido legislar sobre la corrupción en lo relativo a: puertas giratorias, declaraciones de bienes, expulsión de las licitaciones a los involucrados, transparencia, devolución de lo robado, legislación favorable, impunidad (aforamiento, indulto, amnistía, legislación “ad hoc”) de los políticos. Todas concurren en el actual caso de corrupción. La corrupción exige dos actores: el corruptor y el corrompido y las grandes empresas que acceden a los grandes contratos figuran una y otra vez en los escándalos periódicos de corrupción, de toda la clase política con opciones de hacerlo. La nota que los organismos observadores otorgan a España es de 5,6 sobre diez. Dinamarca ostenta un 9,00 de cumplimiento de la corrección ética. Somos un país de corruptos (el 4,4% declarados y el 5,6% no detectados) y lo somos porque los políticos no quieren cerrase la puerta del robo como medio de vida. Todo políitico sabe cuando empieza en las juventudes de su partido que la mitad de sus compañeros serán juzgados por corrupción: redondearán sus ingresos robando. 

 

Lo he dicho muchas veces. Un político que no se entera de lo que pasa debajo de sus narices debe dimitir pues no cumple con su trabajo que es el de gestor. Y si roba, también debe ser expulsado de la política porque tampoco cumple con su labor y además delinque. Por supuesto el que tiene conocimiento de un delito tiene la obligación de denunciarlo. ¿Qué tipo de políticos tenemos, que sabiendo que sus compañeros trincan, se callan? En cualquier caso tienen que irse… pero no sin antes legislar sobre la corrupción. Creo que deberíamos patalear, silvar e increpar a cualquier político que hable de la corrupción (evidentemente en contra… aunque todo se andará) sin aportar medidas inmediatas de atajo de la misma. No legislan porque no quieren y no quieren porque no quieren cerrase esa puerta. No descartan robar tarde o temprano. Los analistas se quejan de que la desafección del pueblo hacia los políticos es cada vez mayor, e incluso que no es justificada porque no todos son corruptos. No es así: no hay políticos honrados simplemente: están en ello. No han completado su plan de saqueo de las arcas públicas. No es de extrañar que cuando pierden el poder se crispen como se crispan: ¡están perdiendo dinero a espuertas!

 

El mensaje de la prohibición de la prostitución a la ciudadanía es sutil: todos sois corruptos porque todos la habéis usado: sois tan corruptos como nosotros. Escucho los ecos de aquellos eslóganes : ¡habéis vivido por encima de vuestras posibilidades! ¡Todos defraudáis a hacienda! ¡Os pudo la codicia a la hora de contratar acciones subordinadas! ¡Todos defraudáis a la SS! ¡Tenéis los gobernantes que os merecéis! Entre la corrupción y el despilfarro se va al desagüe el 40% del PIB. Somos un 40% más pobres por la codicia y la inutilidad de nuestros políticos. No se trata de poner un impuesto a las grandes fortunas (que no está mal pero es el chocolate del loro) se trata de que se acabe el robo y el despilfarro. Y por cierto: porque no se publican datos sobre los montos de la corrupción y el despilfarro, de la desafección y de los errores del tribunal de cuentas. ¡Si realmente se quiere acabar con la prostitución acaben primero con la prostitución política, con el vender la dignidad del funcionario a cambio de mordidas! ¡Las putas, señorías son ustedes. La única diferencia es que ustedes venden el alma!

 

El desgarrado 2025.

 




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