» 10-02-2024 |
Existen tres momentos fulgurantes en la historia del universo que marcan (desde el punto de vista de la especie humana, tres puntos de inflexión): el nacimiento del universo en el Big Bang hace 13.500 millones de años; , el nacimiento de la vida hace 4.000 millones de años (en nuestro planeta) y el nacimiento de la inteligencia hace 4 millones de años (si la ciframos en la aparición del ser humano). Hoy sabemos que la autoconciencia ya existía (o existe) en otros animales como los grandes simios, el elefante, los delfines y otros animales menores como el pulpo o el cuervo denunciando que no depende de la evolución (o al menos no de manera lineal). Así el ser humano es un ser inteligente y autoconsciente que vive en un universo mucho más grande e inaccesible de lo que necesita, es decir, que no está ahí para que él lo conozca o lo domine. Pero de la inteligencia y la autoconciencia el ser humano parte pare construir un nuevo estado de la materia: la sublimación, la idea que el ser humano se construye de sí mismo. Porque la autoconsciencia permite a un animal distinguir su ser de la imagen reflejada en el espejo pero la autosublimación lo que hace es construir un ser humano hipotético, un ideal de ser humano en el que lo objetivo y lo subjetivo se confunden.
Los estados de la materia son cuatro: sólido, líquido, gaseoso y plasma, y el paso de unos a otros se producen por cambios de temperatura (energía). El cambio es gradual y proporcional y por cada grado, un gramos de materia, aumenta una caloría. Pero al llegar al cambio de estado ocurre una cosa peculiar. El cambio de estado requiere una gran cantidad de energía adicional. En el caso del hielo a cero grados, se requieren 80º para pasar a agua a cero grados, es decir el equivalente a la energía necesaria para elevar ochenta grados (calorías) un gramo de agua. Lo mismo ocurre en el tránsito de agua a cien grados a vapor a cien grados pero ahora necesitamos 540ºC para el cambio de fase. A esta energía adicional se le llama calor latente y es como si cada cambio de estado requiriese una gran cantidad de energía para las mutación. La proporcionalidad se infringe en estos puntos de cambio de estado. En el artículo de Wikipedia “transición de fase” se introduce este tema con gran claridad, incluso en los sistemas biológicos. ¿Podríamos distinguir estos cambios de fase en la evolución? y ¿qué sentido tendría la energía latente en estos casos?
¿Existe un paralelo entre los cambios de fase de la evolución del universo y los cambios de fase de los estados de la materia? De lo que trata esta sección es de la autosublimación es decir el paso de ser humano físico a la idea de ser humano. Es evidente que esa idea de ser humano involucra un grado alto de ética, de el “deber ser” del humano, de su idealidad. Repasaré en esta sección a este ser humano sublimado con el que se confunde a menudo el simple ser físico y autoconsciente. El ser humano autosublimado (¿modelo, ideal. meta, aspiración?) solo puede acceder a este estado mediante la inteligencia y la autoconsciencia por lo que esta autosublimación es la característica más definitorio de lo que es un ser humano. No es la racionalidad lo que lo define, es la autosublimación (que es un paso más).
En este nuevo campo, el inconsciente, las fantasías, la ética biológica, el afán de perfección, la espiritualidad, la relación cuerpo-mente, la espiritualidad, encuentran un nuevo alojamiento, otra ordenación. Quizás este impulso de autosublimación pueda desplazar al de dominación que hoy explica muchas de las peculiaridades del ser humano, el por qué del humor, el amor y el candor del ser humano, el relato, las fantasías, el instinto de superación, el altruismo, la solidaridad, la generosidad, todas esas perversiones del egoísmo individual o de especie que contradicen nuestro egoísmo animal. La épica, la epopeya, los superhéroes, el complejo de maestro (la dominación por el saber), el machismo, el chauvinismo, el racismo, la sicosis, la sociopatía, quizás todos estos rasgos distintivos pueden ser incluidos en un sistema explicativo hoy desconocido, un marco más amplio en el que entender de otra manera el ser humano o simplemente no sistematizado), un ser humano que en vez de ser sólido es líquido o quizás gaseoso.
Algunos de estos rasgos ya han surgido en este blog: la preponderancia de la emotividad sobre la racionalidad (“Animales racionales”, “la nostalgia del instinto”), el pensamiento femenino: la meta-ética, el cuidado-amor como forma de pensamiento (“Señoras y señores”), el relato como forma de pensamiento (“El relato”, “Vídeoarte & Co”). Ignoro a donde conduce esta investigación (si es que conduce a alguna parte) pero creo que todos los caminos merecen la pena ser explorados. Lo máximo que puede pasar es que finalmente debamos clasificar el intento de entretenimiento… lo que en nuestra sociedad del espectáculo, tampoco estaría tan mal. Las resonancia de Arendt en el título de la sección no son fortuitas. Arendt es doblemente interesante, tanto por su pensamiento como por su condición de mujer (pensamiento femenino que bien puede considerarse alternativo). Su enigmático libro sobrevolará nuestra reflexión, así como ese concepto de la “banalidad del mal” que parece diluir la ética en la sensación.
El desgarrado. Febrero 2024.