» 01-02-2021

La democracia 3. Las dos revoluciones de la modernidad.

A finales del SXVIII se producen dos revoluciones con escasa diferencia de tiempo, pero de muy distinto cariz. La independencia americana: una guerra (des)colonial y la revolución francesa: una revuelta político-social. La primera es una revolución burguesa contra la monarquía pero en realidad es una revolución contra otros burgueses. Una revolución sobre impuestos y no sobre derechos humanos o sistemas de gobierno, una guerra, de independencia de la metrópoli . Una revolución esclavista, en la que la libertad se entiende como autonomía impulsada por propietarios burgueses que solo buscan la libertad de empresa y de dominación. Es en definitiva una revolución (anti)colonialista que lo que pretende es deshacerse del yugo metropolitano sin cambiar nada más que el sentido del poder. El músculo lo puso el ejército profesional  francés y rebelde. Evidentemente hubo que hacerse eco de los aires ilustrados pero solo eran un barniz. Tuvieron el acierto de canalizar sus anhelos a través de una constitución (hecho diferencial respeto a la metrópoli que nunca la tuvo) que se convertiría en el estándar de todas las democracias modernas. Como el tiempo demostró aquella democracia era una democracia burguesa, sin ningún interés por el pueblo (negro, femenino, colonizado, altersexual) y sus miserias como demostraba que fuera esclavista, antisocialista e individualista. Por el contrario se considera que el individualismo, la búsqueda de la libertad y el desarrollo personal son los signos de la nueva nación. De alguna manera era una revolución descolonizadora. Pero desde la burguesía. Los colonizados no burgueses (los indios americanos y los mejicanos serán masacrados, como ocurrirá con los esclavos negros tanto antes como después de la guerra de secesión.

 

Unos años después en Francia ocurre otra cosa muy distinta y sin embargo  aparentemente muy similar. También son los burgueses contra la monarquía absoluta pero esos burgueses son el cerebro, y el músculo lo pone el pueblo enormemente castigado por la monarquía. En USA el músculo lo pusieron los propios burgueses en forma de ejército profesional. La revolución no se produce por una cuestión de reparto de impuestos sino por que hay un pueblo desesperado por una situación insostenible. En Francia es una revolución y en USA era una reivindicación. La guerra y los muertos se produjeron en ambos casos pero no eran iguales. No había (des)colonialismo en Francia, lo que había era un enorme problema social. La revolución industrial había empezado antes que la revolución francesa. El capitalismo ya se inicia antes de que la guillotina funcionara. No es solo una revolución de burgueses contra monarcas sino (también) de proletarios contra capitalistas pero los beneficios serán mayormente para los burgueses que dirigen la revuelta. Muy pocos años de lapso pero una diferencia abismal. Y esa diferencia todavía se manifiesta.

 

La revolución americana encontró su zona de confort inmediatamente. La revolución francesa todavía no lo ha encontrado. Pero para lo que estoy analizando aquí ambas son revoluciones de la burguesía contra la monarquía absoluta poniendo como excusa la democracia de la soberanía popular. Es exactamente lo que había pasado en Grecia: la utilización del pueblo (como supuesto depositario de la soberanía popular) para oponerlo a la legitimación de la monarquía absoluta (cuna y riqueza, pero también Dios. La legitimación se había fortalecido). Los derechos humanos son una de las piedras de toque de la revolución francesa con una fórmula peculiar que hará correr ríos de tinta: los derechos del hombre y el ciudadano, es decir una cuestión antropológica (el hombre desnudo: una imposibilidad) y una cuestión política (el ciudadano en cuanto perteneciente a una Nación:una tautología pues ya posee esos derechos). Con el tiempo esta fórmula se revelará contradictoria (Arendt, Rancière, Derrida, Lyotard) y dará paso a un humanistarismo que es subrogación de los derechos de las víctimas (incapaces de defenderse), en favor de un ejército exterior que ejerce el derecho de injerencia. Pero eso será más tarde.

 

La constitución americana será abiertamente una constitución de propietarios: esclavista, libre empresa, defensa de la propiedad, y con las primeras enmiendas: el derecho a defenderse individualmente por las armas. Una constitución del yo, del individualismo desorbitado, federalista para integrar la cosa común, que dificulta la cosa común, cimienta el capitalismo y bloquea el socialismo y el comunismo. La revolución francesa -siendo tan burguesa como la USAna- es mucho más humanista y aunque utiliza de la misma manera al pueblo como coartada contra la monarquía, sitúa los derechos del hombre desnudo y del ciudadano en primera línea. Como sabemos la república francesa caería a los pocos años en manos de Napoleón con lo que pasó de monarquía absoluta a Imperio, iniciándose un turno de monarquía/república que llenará el siglo. En 1847 (Un año antes de la revolución del 48) aparece el Manifiesto comunista que como Rancière desvela se había gestado cincuenta años antes, de la mano de unos jóvenes alemanes (Hegel, Schiller, Hölderling) decepcionados por la marcha de la revolución del 89. Pero Marx quiso liberar al proletario (aquel cuya única riqueza es su progenie) y obvió clamorosamente a la mujer, que se encontraba en peor situación que el hombre puesto que al hecho de trabajadora añadía el horror del género.

 

Desde el decreto de Clístenes hasta la Revolución francesa han pasado 2.300 años y no ha cambiado nada. La soberanía del pueblo sigue siendo un título subterfugio para oponer una legitimidad alternativa a las fratias en Grecia y a la monarquía absoluta en la revolución francesa y americana. En ambos casos la soberanía popular solo fue un espejismo que nunca se llego a aplicar. Por ello Rancière acuña las etiquetas: el título de los sin título, la parte de los sin parte, la cuenta de los sin cuenta (Rancière 2019, 101). En la actualidad (SXX)   la soberanía como subterfugio ya no puede ser enarbolada y se impone otra estrategia. Lo veremos en la próxima entrega.

 

El desgarrado. Febrero 2021.




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