» 20-05-2024 |
Sobre este tema he escrito varios blogs a los que os remito (aparte de los que componen esta serie): “El pensamiento geométrico”, “La muerte de la metafísica”, “La condición humana”. En este trataré extremos poco mencionados en aquellos.
Entre el pensamiento con las manos, en gestos, en lo real y el pensamiento simbólico en palabras, en lo mental, se inserta el pensamiento en imágenes. Las primeras asociaciones de imágenes se realizaron en lo real (la forma de las plantas hepáticas recuerda un hígado lo que sugiere que la naturaleza -suprema sabiduría)- te está diciendo que es un remedio). Cuando este proceso pasó a lo mental se establece el pensamiento analógico, el que relaciona imágenes. Por supuesto manejar imágenes resultaba muy caro energéticamente y la simbolización (anudar una palabra a una imagen) resolvió económicamente el problema. Pero lo real y lo imaginero fueron la escuela de los procesos mentales simbólicos. Primero se pensó con gestos (manipulación), después en imágenes (imaginación) y finalmente en palabras (simbolización). Hoy la cibernética piensa en dígitos: ceros y unos.
La principal operación entre imágenes es la comparación: igualar (=), ordenar (>), relacionar (f(x)), la semejanza (∼), la contención (⊂), límite (⟶), etc. Nuestro cerebro está preparado para manipular imágenes de modo que se sitúen en la misma situación espacial ,que como las estamos viendo (Norbert Wiener: “Cibernética”) y de ese modo compararlas y reconocerlas. Nuestro reconocimiento de imágenes es asombroso. Podemos reconocer una persona de espaldas. Una cuarta parte de nuestro cerebro está destinado a la visión. La igualdad es una operación que alcanza desde lo político hasta lo matemático, pasando por lo axiológico o lo conceptual. Es probablemente la operación más versátil que manejamos, y sin embargo es un caso particular, una abstracción. La metafísica la trata desde dos aspectos: como forma de abstracción/universalización socio-política y como operación (método de comparación) privilegiado. El dicho “Una imagen vale más que mil palabras” cobra hoy su pleno significado. Vivimos en un mundo de pantallas, hasta las emociones y los sentimientos se han hecho imagen (emojis, redes sociales, cine, literatura…). Los grandes computadores han solucionado el problema económico (en gasto de energía) que suponía el gran volumen de datos que conllevaba su manejo. La ficción fotorrealista nos invade desde el cine a los videojuegos, y además el acceso a su producción cada vez es más fácil y más económico (en gasto de dinero). Pronto saber leer no será necesario o se convertirá en una rareza de snobs. ¿Cambiará eso nuestro cerebro?
La distinción entre lo real y lo imaginado (recreado en imágenes artificiales) cada vez es más tenue. La inteligencia artificial (IA) parece que dedica todos sus esfuerzos a ello. Pronto el concepto de verdad se verá afectado como ya lo ha sido en el mundo de la política. La posverdad está del lado del “Si non e vero e ben trobatto”. Nadie espera de un político que sea veraz y nadie se lo exige. Y si los personajes públicos mienten descaradamente (y lo que es peor: banalizan) ¿qué esperar del resto de la sociedad? La verdad como soporte de la metafísica pierde sentido. No creo que sea una pérdida de valores (en el sentido negativo de pérdida) por que no creo que los valores sean morales. Pero lo que es evidente es que vamos a otro tipo de valores. El valor-imagen le ha ganado la partida al valor-palabra. Al final era simplemente una cuestión económica. El gran ganador en esa pugna es el mercado. Ese mercado en el que ya solo somos mercancías.
La igualdad ha sido llevada al extremo por Rancière al establecer la igualdad de las inteligencias. La capacidad total es la misma, lo que las diferencia son los campos de interés, el reparto de los temas. Es un enfoque cualitativo y no cuantitativo… como el que nos propone el test de inteligencia. De hecho si la capacidad del cerebro es enorme (se especula que solo usamos un 10%) la cantidad no tiene importancia. El genio sería aquel que concentra toda su inteligencia en un solo campo. Su genialidad sería la medida de sus otras carencias. ¿Qué diferencia hay entre la genialidad de Einstein y la de Messi? En cuanto genios, ninguna; en cuanto al campo (en un gesto jerárquico-moralista) magnificamos el conocimiento científico sobre el conocimiento deportivo. ¿Hay alguna razón para ello? Sólo son cuestiones de prestigio pero no de cantidad de inteligencia. Ambos tenían carencias importantes en las áreas descuidadas. Podríamos comparar a ambos con Picasso: Si fuéramos razonables aceptaríamos que no es posible compararlos pues los tres están en la cima de su genio. La diferencia es el aprecio social de sus respectivos campos: ciencia, deporte, arte.
El maestro no debe enseñar al alumno porque es una forma de dominación. Maestro y alumno deberían colaborar en una empresa que los enriquezca a ambos, desde la igualdad de las inteligencias, aunque no de los saberes. ¿Que sentido tiene hoy acumular saberes cuando cualquier máquina nos deja en ridículo? ¿Es sensato competir con una calculadora en cálculo mental. Sabemos que el maestro es un mecanismo de perpetuar la dominación. Cuando el hombre desbancó a la mujer de su posición dominante (desde su punto de vista) sustituyendo el cuidado, la síntesis, el diálogo y la paz por sus contrarios, se reservó el papel de maestro para que nunca se le escapara su nueva posición, para reproducir el sistema de dominación que había estrenado. La educación es hoy el campo de batalla política en lo que se juega es el adoctrinamiento, la formación del pensamiento político del futuro. Así como en las autoescuelas no nos enseñan a conducir sino a aprobar el examen, en la escuela no nos enseñan a analizar bando sino a alinearnos con uno u otro. El ideal de que el conocimiento nos hará libres se ha desvanecido. Nos quieren contra menos informados, cultivados y analistas, mejor. Pero eso sí: con una sólida formación sobre dominación: sobre la mujer, sobre los emigrantes, sobre los pobres, sobre los trabajadores, sobre los animales, sobre los niños, sobre el medio ambiente. Una escuela de jerarquías, una puesta de cada uno en su sitio. Lomque rancière llama: policía.
El desgarrado. Mayo 2024.