» 21-05-2024

La lógica parda 12. El sentido común. El pensamiento como medio de dominación. El pensamiento de los pobres. La partición de lo inteligible.

Sobre este tema os sugiero leer el blog “Animales racionales 1. El sentido común” , “Reflexiones tipográficas 311. Políticos y estupidez”, .en el que dije todo lo sustancial que sé del asunto. En él relacionaba el sentido común con la omnipotencia de las ideas, la dominación, la dialéctica como lucha, el gran concepto que tenemos de nosotros mismos, etc. Estamos convencidos que estamos hecho a imagen y semejanza de Dios y por tanto podemos recrear el mundo en cualquier momento con la sola ayuda de nuestra mente… que ni siquiera tenemos necesidad de cultivar. Si en otra parte he defendido (siguiendo a Rancière) la igualdad de las inteligencias de lo que hablaría ahora sería de la superioridad de cada inteligencia. Si Fraga tenía toda España en la cabeza, cada uno de nosotros tiene el mundo en la suya. Todo el mundo habla de todo y opina de todo, aunque hay campos especialmente atractivos (en los que con poco esfuerzo  se obtienen grandes resultados) como el deporte o la política pero siempre desde la superficialidad más tediosa hasta el punto que ser demasiado “intenso” es sospechoso. Hablar de todo superficialmente, esa es la cuestión.

 

El conocimiento no es una opción activa: no se impone, sino que es pasiva: es reconocida por los demás. Son los otros los que nos entronan en el conocimiento. Si a eso añadimos que menospreciamos al otro, al que suponemos (necesitamos) ignorante y un gusto por la polémica, es decir, la compulsión a realizar la hazaña cotidiana de derrotar al otro en la confrontación, en cumplimiento de nuestra fantasía del superhombre, componemos el cuadro del sentido común al que servimos con denuedo. No nos especializamos por presión social que nos obliga a tener un campo propio en el que competir, sino que nos especializamos para dominar en un tema determinado, para ser únicos. El campo del saber no se estructura en su racionalidad sino en la conveniencia personal. Cuando un científico escoge el tema de su tesis no lo hace por su relevancia o su necesidad, sino por las posibilidades que le ofrece de trabajar con determinadas mentes privilegiadas, en temas de moda, posibilidades de obtener el premio Nobel. Publicar se convierte en una obsesión dado que es la medida de la valía de un científico… reconocida por sus pares. 

 

Aunque existen motivaciones admirables no podemos soslayar que la fantasía de la épica y de la epopeya, del salvador del mundo y del superhombre colaboran para hacerlas aún más grandes. El humanitarismo no es una elección sino una etiqueta que todos queremos lucir, porque está socialmente bien considerado. Nuestra enorme dependencia social del reconocimiento del otro está en la base de este comportamiento. Todos los animales aspiran a liderar la manada. Conlleva el premio del mejor acceso al sexo,  a la comida o al territorio. Cuando Freud en “Totem y tabú” nos habló de la horda primitiva que se alía para derrocar al padre y repartirse las hembras, está hablando del nacimiento de la sociedad de los iguales. Pero es un mito. Ni la comunión del consumo del cuerpo del padre (de la culpa), ni el estado de igualdad de su sucesión, ni la culpa insoportable de su muerte, evitarán que el modelo se repita sucesivamente. La igualdad sucumbirá a manos de un nuevo líder que será nuevamente derrocado. Freud urdirá una separación del consciente e  inconsciente, y del yo en el superyó y el ello: la rebelión se produjo en el inconsciente, el superyó es la figura del padre interiorizada y el anhelo de las hembras (las madres) es la pulsión del incesto cuya resolución fundará la sociedad, nos socializará. Buscando una explicación simple lo enredó todo mucho más de lo que estaba. Pero era una explicación, al fin.

 

Los sistemas indiciarios (abductivos) no son, ni de lejos, exactos y el sicoanálisis es un sistema indiciario. De los síntomas abducimos las causas siempre con un margen de error inevitable. El sicoanálisis nos propuso la existencia de “otra escena”, el inconsciente, en el que nuestra mente tenía una segunda vida y expulsó a ese cajón de sastre todo lo socialmente reprobable: deseo, sexo, perversiones, etc. Nos eximió de la culpa. Según esto el sentido común reside en el inconsciente, porque no puede ser otra cosa que socialmente reprobable: superyó, dominación, lucha, envidia y sociedad de los pares que no quieren serlo. Quizás eso es la democracia: una ecuación sin solución, una síntesis imposible entre individualidad y sociedad. El sentido común es la vía de escape de esa insoportable contradicción, la armonización de los contrarios, el pensamiento de los pobres. O, no.

 

¿Existe una partición de lo inteligible al igual que la partición de lo sensible? Si la partición de lo sensible es la división del mundo en parcelas, en enfoques, en puntos de vista previas a la función estricta de pensar, la partición de lo inteligible sería el equivalente dentro de la mente. La mente no sería única (lo que cuadraría con nuestros cerebros aditivos) sino que sería susceptible de dividirse en “áreas de interés” de distinta intensidad de acuerdo con las necesidades intelectivas del momento. En una primera aproximación lo natural (que corresponde al mundo, a lo sensible) es distinto de lo inteligible: las categorías en que dividimos el mundo para entenderlo. No dividimos el mundo sino la mente. Ello explicaría la separación de lo cognitivo de lo moral, lo ético o lo político, más allá de lo que pertenece a la reflexión y lo que pertenece a la acción, en tanto que inteligible, disciplinar. Nos permitiría reflexiones de distinta intensidad de lo real: superficial,  mediopensionista, intensa. Pongo el ejemplo de la intensidad pero podrían ser otras divisiones como cualitativas (lo importante y lo banal), cuantitativas (lo reducible a números, o no) o referentes a lo social o a lo individual. El sentido común sería superficial, no numérico, individual…

 

El desgarrado. Mayo 2024. 




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