» 25-05-2024

La lógica parda 16-1. Positivismo, pragmatismo, utiltarismo, funcionalismo. Cuando el fin está determinado y justifica los medios.

Hablamos de formas de conocimiento que se caracterizan (más allá de la búsqueda del saber) por los conceptos y las estrategias que las definen: verdad, ciencia, método, lógica, utilidad, éxito, descubrimiento, fin… El pragmatismo (con otros -ismos como el convencionalismo, fenomenalismo, sensacionismo, instrumentalismo, etc.) se encuadran entre el positivismo de Comte y el empirismo lógico de  Reichenbach. Las dos grandes corrientes del conocimiento han sido el Racionalismo y el Empirismo, el primero buscando la verdad en el raciocinio, en la mente y el segundo en la experiencia, en lo real. Reichenbach y el círculo de Viena representan su fusión. Empecemos por el positivismo que busca aplicar los modos de la ciencia a las humanidades desechando cualquier tipo de elucubración que no sea estrictamente alcanzable experimentalmente, como por ejemplo trascendencia, creencias, e incluso átomos y genes. Sigo en este texto a Oldroid “El arco del conocimiento” RBA 1993(1986). 

 

Comte dividió el conocimiento en tres eras históricas: teológica, metafísica y positiva. En la primera se efectuaban teorías del conocimientos basadas mitológicamente, en el segundo eran abstracciones tan simples como el conocimiento que las veía nacer y la tercera -la positiva- se dedica a descubrir las leyes de la naturaleza con la razón y la observación combinadas, manifestadas en  los fenómenos y sus relaciones. Renuncia a la verdad absoluta y al descubrimiento del origen y destino del universo. Jerarquizó, además, las disciplinas de acuerdo a su importancia, que aunque no pretendía ser reduccionista, aceptaba la fundamentación de las menos importantes respecto a las más. En su estricto concepto de la ciencia no acepta la más mínima especulación renegando de las entidades explicativas (creadas para completar el relato) como las hipótesis (que utilizaba pero a las que no reconocía demostración tras el éxito) . Este enfoque no impidió la química de Ostwald sin átomos y la termodinámica sin indagar la esencia del calor. No se detuvo en la determinación de un método. Kolokowsky definió el positivismo en cuatro reglas: fenomenalismo (estudiar la naturaleza por sus manifestaciones empíricas), nominalismo (exclusión de la esencia de la definición), antinormativismo (exclusión de los juicios de valor) y unidad del método científico. Incluyó los sistemas sociales que admitía que conducían a la felicidad.

 

Ernst Mach -el más importante positivista- fue también el más radical. Rechazó las hipótesis no demostrables experimentalmente, considerándolas útiles… sin ser ciertas. El éxito determinaba la corrección de una teoría pero no su verdad. En su fenomenalismo estricto solo aceptaba las sensaciones y sus relaciones, rechazando cualquier idea innata o apriorística. Denunció las categorías mentales como hábitos establecidos -en la mente- por pasadas experiencias (Hume). El ego (el ser consciente) era un depósito permanente de sensaciones (complejos de percepciones, sentimientos, deseos), recuerdos (grabados en la memoria) y cuerpos (sensación determinada espacio-temporalmente), para el que la indefinición de sus límites  determina su dependencia. Respecto a la ciencia consideró que los conceptos científicos son conexiones de sensaciones particulares (sensacionismo). La esencia es inexistente con un simple valor de memoria técnica o fórmula. Rechazó el átomo (y el gen) por su ausencia de evidencia experimental directa, relegándolos a instrumentos de investigación (instrumentalismo). La explicación científica no es más que la explicación económica (en tiempo y en dinero) de fenómenos mediante leyes. Las teorías científicas no aportan nada sobre el mundo real, sino tan solo, regularidades  acerca de nuestras sensaciones objetivas. 

 

Ante el callejón sin salida en el que había metido a la ciencia reconoció (en un inesperado giro evolutivo) que las ideas e hipótesis científicas pueden adaptarse o no a los hechos, sobreviviendo -solamente- en el primer caso. Al aceptar la selección de las ideas admitió tácitamente que existía algo más que las sensaciones: ideas y pensamientos. Mediante este biologismo adaptó su visión de la ciencia, a la existente. Criticó la mecánica newtoniana, en lo que tenía de metafísica, tanto el concepto de masa (por redundante: cantidad de materia) como las acciones a distancia (atracción gravitatoria) o el espacio y el tiempo absolutos. Acogió, sin embargo sus experimentos mentales a los que equiparó con las prácticas experimentales tanto por su valor aclaratorio como por su forma de análisis conceptual. También eran pedagógicos y baratos. En este caso disculpó su idealidad o virtualidad, pues no dejan de consistir en un antiexperimento. En cualquier caso amplió el concepto de experimento (tan material él) a lo mental.

 

Los herederos de este movimiento positivista -aunque con discrepancias- fueron los pragmatistas: Peirce, James y Dewey. La característica común de los pragmatistas es la creencia en que la verdad y/o el sentido de las ideas quedaban suficientemente explícitos en sus consecuencias prácticas. Es en el uso, en lo real, donde las teoría muestran su valor. La comprobación práctica (el experimento) los hermanaba con los positivistas, pero respecto a los otros puntos enunciados por Kolokowsky solo coincidían en la unidad del método científico. El concepto de verdad de los pragmatistas (el éxito en el funcionamiento) -como hemos indicado en Mach- no coincide: tanto el modelo cosmológico geocéntrico de Ptolomeo como el heliocentrico de Copérnico funcionan (explican) pero no son ambos ciertos: el éxito en explicar no es lo mismo que la verdad. Correcto (verdadero) y satisfactorio (útil) son conceptos diferentes. Pero ello no desautoriza al pragmatismo, pues podríamos considerar el éxito en explicar, el estándar a aplicar. 

 

Peirce estudió en profundidad la lógica del descubrimiento. Amplió el campo de la deducción (de la ley general al caso particular, y la inducción (del caso particular a la ley general) añadiendo un tercer actor: el resultado y un tercer modo lógico: la abducción. Así, la cosa queda de la siguiente manera:

Deducción:Ley general > caso particular > resultado. V, V, V.

Inducción:Caso particular > resultado > ley general.V, V, F

AbducciónLey general >resultado > caso particular     V, V, Indeterminado.

La abducción se produce cuando conocemos la ley general y el resultado (de aplicar la ley general al caso particular) pero no éste. Se abre, así, un espacio de indeterminación (de hipótesis). En la deducción el resultado se deduce; en la inducción la ley general se induce y en la Abducción el caso se abduce. La abducción es la lógica del descubrimiento científico. Una vez inventada una hipótesis (el caso particular) debe ser comprobada aplicándole la ley general y deduciendo el resultado. ¿Cómo se establece la hipótesis? Peirce piensa que más allá de la intuición existe un componente ético e incluso estético. Lo que implica que la lógica no solo es cómo pensar, sino además cómo deberíamos pensar (´ética o estéticamente). Deberían pues formularse hipótesis que pudieran explicar  (deducir) fenómenos satisfactoriamente y que pudieran comprobarse experimentalmente, y debería hacerse del modo más económico posible. Y con esto último se introducen factores socio-económicos en la lógica del descubrimiento científico.

 

El concepto de hipótesis de Comte y Mach queda así ampliado de “comprobado por experiencia directa” a la comprobación indirecta y admitiendo entidades por encima de su valor instrumental. La verdad pragmática es función de su consecuencias prácticas (tanto la teoría de Ptolomeo como la de Copérnico eran verdad). Como ambas eran contradictorias (heliocentrica y geocéntrica), estamos en una paradoja que conducirá al pragmatismo al instrumentalismo (Dewey). Pero también se evidencia que los distintos -ismos se solapan resultando de difícil caracterización. Peirce recurre como Mach al biologismo al admitir que los hombres habían adquirido una actitud especial -una afinidad con la naturaleza- para seleccionar hipótesis. Pero la aportación de Peirce se cierra con un fracaso pues no demuestra que la abducción explique la creatividad científica. Sin embargo aporta nueva luz a la inducción al medirla desde sus resultados prácticos favorables dada la comprobación de autocorrección que se establece. Lo que significa que la inducción es un proceso que evoluciona dinámicamente, corrigiéndose.  James abonó la idea con el siguiente razonamiento: si ideas verdaderas son las que podemos asimilar, validar, corroborar y verificar, entonces las ideas falsas son las que no se prestan a esto. Esta diferencia es el significado propio de la verdad. La verdad no es inherente sino algo que le ocurre a la idea. Es un proceso. La verdad no es lo mismo para los pragmatistas que para los positivistas, la cuestión es si se puede aceptar.

 

Para Dewey, sí resultaba aceptable, pues la verdad es para él la asertabilidad garantizada, lejos de la correspondencia entre idea y realidad. Los objetos experimentados tienen una supremacía filosófica, y no simplemente apariencia de fenómenos, como para los sensacionistas. Para el filósofo de la acción el pensamiento se encara a descubrir hechos importantes en las decisión a tomar y que sirvan a su propósito. Esto sencillo hecho tenía el valor de un modelo de la forma en que la experiencia, el pensamiento y la acción se interrelacionan dinámicamente. Lamentaba la distinción tradicional social entre teoría y práctica, entre pensadores y personas de acción. El énfasis en la acción lo llevó del pragmatismo al instrumentalismo. Las teorías pueden considerarse como un  análogo a herramientas para determinados propósitos. Así se alinea con la visión nominalista del lenguaje de Locke: las esencias reales no podían ser reveladas a través de definiciones lingüísticas. La verdad es identificable con el éxito pragmático: “Por sus frutos los conoceréis”. Lo que le condujo a una subvaloración del concepto social de conocimiento, pues el éxito depende de alguna forma de sistema social o de control. Fue un utilitarista, estaba dispuesta a considerar el bienestar económico como un fin en sí mismo. Como la mayoría de los norteamericanos del siglo XX confundió crecimiento con el único fin moral posible, el árbitro final de la verdad del conocimiento científico.

 

El desgarrado. Mayo 2024




Comentarios publicados

    Añadir comentario


    Acepto las condiciones de uso de este sitio web