» 27-05-2024

La lógica parda 17. Los sistemas formales. Negación, complementariedad, inducción, deducción, silogismo, simplificación, abstracción, paradigma, enumeración exhaustiva, análisis, síntesis, especulación, crítica.

Estamos en un pensamiento que trata de adivinar el futuro (preverlo) porque de esa manera se convierte en un arma no solo competitiva con las de los rivales, sino mejor. Para ello necesita la universalización (aplicable en todo lugar y todo tiempo) de modo que pueda inferir leyes (por la razón) que aplicadas al caso concreto le proporciones pautas de comportamiento ganadoras, pero que deberán ser corroboradas en lo real (por el empirismo)… y en ello le va la vida. El pensamiento es así: prospectivo, competitivo, universalizante, legislador, racional, empírico y evolutivo. Estas leyes pueden ser formales (dependiente exclusivamente de su forma) y materiales/significativas/conceptuales (dependientes del significado) Ni que decir tiene que la economía de medios que proporcionan las formales no es comparable a la de las materiales. De existir, el pensamiento (lógica) formal sería el pensamiento de Dios.

 

Esta formalidad se obtiene más fácilmente con los números (cantidades) que con las palabras (conceptos) pues los primeros operan con magnitudes que se pueden aplicar a cualquier contenido cualitativo. Se llaman operaciones. El operador “suma” caracteriza la acumulación. Esta facilidad no excluye la coherencia (o sea: no es formal total) de modo que el operador no es significativo si no se respeta la coherencia cualitativa (no se pueden sumar peras y manzanas y medir el resultado en una de las dos cualidades). Pero el auténtico reto estaba en los conceptos y en la verdad, y a ello se pone la lógica formal. El término formal no tiene aquí el alcance total que buscamos, aunque la independencia lograda respecto al contenido de las premisas y conclusiones del silogismo es sustancial. Se llama formal porque es susceptible de aplicarse a cualquier premisa sea cual sea su contenido pero respetando la coherencia como en el caso de las cantidades. La coherencia se manifiesta en una serie de reglas que se pueden resumir en “cualquier individuo pero de la misma especie”. La lógica formal -declarando su dependencia de la coherencia- se llama también lógica simbólica o matemática. 

 

El mundo es demasiado complejo como para afrontarlo a pelo. Se necesitan unas simplificaciones que lo hagan accesible, sobre todo en el proto-pensamiento. Consisten en una reducción en el número y una simplificación en la cualidad. Ambas se obtienen con la abstracción (pero no sólo) que reducen el conjunto en estudio. La abstracción consigue también la universalización, necesaria para que las leyes sean eficaces, lo que la convierte en un auxiliar imprescindible. Al reducir el número de cualidades que deben cumplir los miembros de un conjunto, crece el número de integrantes del conjunto. Este menos-es-más, que simplifica y universaliza, a la vez, hace de la abstracción la operación más importante para el pensamiento. La universalización se puede obtener de otras maneras: paradigma (el valor de generalidad de un individuo), base de datos, enumeración exhaustiva inductiva, etc. pero sin el valor simplificador añadido. Las matemáticas operaron la abstracción en tres niveles: escalares, vectores y tensores. Los escalares se reducen a la magnitud (número) y son la simplificación más radical; los vectores además añaden a la magnitud, la dirección y el sentido; los tensores pueden tener tantos parámetros como variables se añadan: temperatura, masa, energía, rozamiento, velocidad, etc. Estos escalones de complejidad recorren la abstracción en sentido contrario a medida que el conocimiento y los medios de cálculo lo permiten. La causa de la continua complejificación de las ciencias se debe a la restitución de la complejidad previamente abstraída.  

 

Como expliqué en la entrega anterior (16-2) existen tres formas de lógica: deductiva, inductiva y abductiva. La primera se corresponde con el silogismo aristotélico racional, la segunda con la inducción empirista y la tercera con la lógica del pensamiento científico (a la que se debe añadir la corroboración para que sea completa). Dicho de otra manera: pensamiento racional, pensamiento inferencial empírico y pensamiento hipotético-deductivo-corroborado. De hecho estas tres operan con la verdad absoluta. Si tratamos con la verdad fraccionaria (relativa) habrá que añadir la lógica difusa. La lógica ha sido intocable (¿completa?) durante 24 siglos. Recién ahora se empieza a expandir con la lógica probabilística (difusa) y la lógica recursiva. La importancia de la lógica en el pensamiento metafísico ha sido y es fundamental. De los cuatro bloques principales de abstracción: cantidad-matemáticas, concepto-lenguaje, verdad-lógica e igualdad-ética, la lógica interviene en los cuatro: lógica matemática, lógica simbólica, lógica formal y metaética. El programa logicista, por el que se pretendió unificar la lógica conceptual-formal y la matemática, fracasó, aunque todo indicaba que sería sencillo alcanzarla, parte de cuya culpa recayó en las paradojas que hundieron a Frege y fueron resueltas por la teoría de tipos de Russell. El enfriamiento por la teoría de conjuntos (Bourbaki), tampoco ayudó.

 

Entre las operaciones lógico-matemáticas -a pesar de sus diferencias- destacan como más simples la negación y el complementario, tan ligadas a los pares de oposiciones del sistema metafísico de pensamiento, seguidas por las operaciones elementales (+, -, X, /) con distinto significado en ambas disciplinas y posteriormente las operaciones complejas. Especial significación para la filosofía y la ciencia son los principios lógicos de los que el de identidad, el de contradicción y el de tercio excluso son los más populares. Estos principios han sido impugnados por la física cuántica y la astrofísica (microfísica y macrofísica) experimentalmente. De todos estos estos temas he hablado en “La muerte de la metafísica”, “La condición humana”, “Racionales” y a ellos os remito.

 

Medios de afrontar la realidad como análisis y síntesis, han gozado de gran popularidad en la filosofía planteando el problema del minimalismo. ¿El todo es o no más que la suma de las partes? Si el todo se refiere a las piezas sustanciales la lógica dice que sí, pero si consideramos otro tipo de componentes insustanciales como relaciones o información es evidente que no. El paralelo con la ley de la entropía que afirma que la energía no se destruye pero pierde utilidad o disponibilidad, es evidente. Sobre todo si consideramos las relaciones (complejidad) y la información como formas de energía. En ambos casos se trata de formas (conformar e informar). Si consideramos con la teoría de la relatividad general que la atracción gravitatoria es una de-formación del espacio/tiempo, es decir que una geometría es equivalente a una fuerza física, las relaciones y la información o la deformación son entidades físicas inmateriales pero equivalentes a materia, de acuerdo con la ecuación de Einstein E=mc2. Esta consideración rescataría al estructuralismo del limbo en el que le metió la posmodernidad y su deconstrucción de la metafísica, equiparando información y energía. 

 

La filosofía no hace hincapié en la estructura como valor añadido sino que se centra en que el análisis no añade saber y la síntesis sí, tal como Kant instituyó. Para él la ciencia consiste en “juicios sintéticos a priori,” entendiendo por “a priori” que son frutos del raciocinio y no del empirismo… lo que, si consideramos el saber añadido como información o conformación viene a ser lo mismo. Si con el positivismo radical de Mach pensamos que de todo aquello de lo que no tenemos experiencia directa, no es relevante para la ciencia (como de los átomos o los genes… hasta hace poco)… volvemos a la casilla de partida. El tema del análisis y la síntesis tiene especial relevancias para las diferencias de género. El hombre es tendencialmente analítico, especulativo; la mujer es tendencialmente sintética, holística. Y digo tendencialmente pues la plasticidad cerebral hace que ninguna posición sea absoluta. Cuando el hombre se acogió al logos y al pensamiento especulativo hace 25 siglos, la mujer no le siguió (la topología, el cuidado, la (agri)cultura, la (re)colección, eran demasiado importante para ella como para abandonarlas) cosa que aprovechó él, para expulsarla del saber (que había detentado durante milenios). Como cláusulas de cierre añadió el papel de maestro como significación de la diferencia de inteligencias y la resolución del complejo de Edipo por separación abrupta de la madre y alineándose con las tesis socializantes del padre, y exigiendo la liberación de su comunión con ella (Irigaray). Entendiendo el complejo de Edipo como una fantasía, un relato inconsciente pero constituyente.

 

El desgarrado. Mayo 2924.




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