» 27-05-2024

La lógica parda16-3. Pragmatismo, utiltarismo, funcionalismo. Cuando el fin está determinado y justifica los medios. Teleonomía. Pensamiento dirigido y pensamiento único. El inconsciente colectivo. Pensamiento líquido. La era ciborg.

Tras esta larga presentación y contextualización de la lógica pragmática y utilitaria vamos con nuestro tema. La introducción del positivismo, el convencionalismo, el sensacionismo, el instrumentalismo… no son ociosos pues marcan desviaciones de la lógica clásica y del pensamiento ortodoxo. Cada uno de ellos magnifica determinados aspectos del quehacer científico (verdad, teoría, praxis, descubrimiento, lógica, método, ciencia, utilidad, realidad…) que nos muestran hasta que punto es resbaladizo y variopinto el suelo que pisamos. Todo se podría resumir en relativismo: lo absoluto no existe; la partición de lo sensible es determinante y previa a la labor cognitiva; existen múltiples formas de relacionar ideas y distintos sistemas de pensamiento que los recogen; la metafísica es uno más de esos sistemas; la inducción y la deducción. no agotan el proceso de pensamiento. Pero antes una disgresión sobre teleología y teleonomía.

 

Es esta una diferencia que estableció J. Monod y que podríamos resumir en la intención. La teleología es un fin buscado: previsto, objetivado. Sin embargo la teleonomía se produce cuando no existe esa idea previa, no hay propósito aparente ni orientación a objetivos. Se produce sin haberse ideado, desde la inconsciencia. El ejemplo más cercano es la evolución de las especies en la que la conjunción de variación y selección determina un sujeto finalista (y un fin) no anteriormente previsto. Se alcanza un fin, por un proceso natural (no estocástico) pero no ideado. En la teleología el fin está determinado, aceptado y conocido por los sujetos; en la teleonomía debe determinarse desde el exterior. La existencia de un fin es ajeno a los contendientes. La teleonomía produce un ganador (el que accede al fin) sin que haya habido carrera. Pero ¿Es lícito introducir el tema de la carrera y el ganador?

 

Empecemos por el principio ¿Qué es un fin? Para la RAE: Término, remate o consumación de algo; límite o confín. Entiendo que se pueden resumir en dos significados: punto material (espacio-temporal) o inmaterial (espíritu, sentimiento, deseo) al que se dirige un proceso (remate, consumación) o donde deja de existir sustituido por otra cosa, donde acaba su identidad (límite, término, confín), Si buscamos “meta”: termino señalado a una carrera; fin a que se dirigen las acciones o deseos de alguien. De nuevo aparece el significado de punto material en el que acaba un proceso (termino señalado a una carrera) o inmaterial (a que se dirigen las acciones y deseos). En el fin termina algo: un proceso o una existencia. De hecho rematar tiene esas dos significaciones contradictorias: culminar y destruir. Hablar de fines es hablar de causas. El tema dio para que Aristóteles viera cuatro fines distintos de acuerdo con los condicionantes de la causa que lo produce (material, formal, eficiente y final). Las dos primeras corresponden a la idea de límite (espacio, tiempo y sustancia) y las otras dos a la idea de proceso definido por su origen y final. La idea de carrera (proceso) y de ganador (fin) son totalmente coherentes con el complejo de causas y fines. No implica que el fin esté determinado (cuando no esté previsto) pero deberá estarlo en caso contrario (previsto). 

 

Por tanto el proceso teleológico y teleonómico son dos procesos de origen-final por causas eficientes y finales cuya diferencia es el conocimiento (consciente o inconsciente del sujeto, acerca del proceso de cambio y el final al que se dirige. Solo en el primer caso (consciente, previsto) se podrá dar un proceso de abducción en el que sabiendo el resultado y la ley se podrá abducir el caso concreto en forma de hipótesis diversas (Peirce). Dado que la abducción es el proceso lógico del método científico, éste es un proceso en que es el fin el que justifica los medios (las hipótesis). Sea por intuición, afinidad, revelación o conjunción cósmica, el proceso del método científico es abductivo y determina cuál de las hipótesis termina en el fin predeterminado. Así la relación entre razón y experimento es: la razón propone un fin y las hipótesis para obtenerlo y la experiencia la confirma. El método científico es mayormente abductivo. Peirce estaba en lo cierto.

 

El pensamiento único es una decisión política (de acción) y no científica. Consiste en reducir las hipótesis por razones extracientíficas a una cierta voluntad o sesgo. No se trata de proponer nuevos fines (que ya están propuestos) sino de reducción de hipótesis por motivos interesados. Lo mismo podríamos decir del pensamiento dirigido que escoge las hipótesis ad hoc. El pensamiento científico no descubre fines sino medios para alcanzar un fin dado. Es así como hay que entender el pensamiento hipotético-deductivo: el que escoge hipótesis para demostrar que se alcanza un fin predeterminado. La ciencia no “descubre” (fines) sino que selecciona hipótesis (medios) adecuados a un fin dado. El cálculo de estructuras ingenieril no “encuentra” las dimensiones de los elementos de la estructura (vigas y pilares) sino que comprueba que las dimensiones hipotéticas propuestas cumplen con la ley de la resistencia de los materiales. Podemos entender el inconsciente colectivo como un acuerdo generalizado sobre las hipótesis que conducen a un fin dado, lo que no es lo mismo que alcanzar un acuerdo generalizado sobre los fines mismos, que en sí mismo, parece un acuerdo imposible, un proceso de adivinación. 

 

El pensamiento líquido de Baumann o el pensamiento débil de Vattimo jugarían en este sentido y permitirían aceptar varias hipótesis a la vez sin radicalizarse metafísicamente en una de ellas, lo que no afectaría a los fines, que serían los mismos ya predeterminados. El pragmatismo juega también en esta liga pues al sustituir la verdad por la conveniencia (utilidad) lo que hace realmente es sesgar la decisión entre las hipótesis de modo que el éxito -la asunción plena de los fines- prevalezca sobre cualquier posibilidad de cuestionarlos, o sea, cambiar el procedimiento de fijación de los mismos por intuición, afinidad, etc. en definitiva por la razón. El pragmatismo es la prohibición de cambiar los fines a la que se añade la medida de su asunción por la coincidencia perfecta con las hipótesis. En cualquier caso nos movemos siempre en la lógica abductiva y no en las más evidentes lógicas deductiva e inductiva. Por eso quizás es tan fácil mostrar la incoherencia de estas últimas. El proceso de pensamiento (por lo menos el científico) no es un procedimiento lineal simple que “descubre” la verdad sino -como corresponde a un proceso empírico (experimental)- de corroboración de un fin que ha sido descubierto (fijado) previamente. 

 

El enorme esfuerzo invertido (la historia de la ciencia) por el hombre, en prever la realidad (adivinar el futuro) -para dominarla- ha fracasado. No hay descubrimiento de fines sino elección de medios para alcanzar fines imaginados o perseguidos por su utilidad. Pero el esfuerzo no ha sido en vano. La recursividad garantiza el éxito de la empresa: los fines imaginados por la razón desvelan una serie de hipótesis que al ser corroboradas conducen a nuevos fines en un proceso de aproximación cada vez más fino, cada vez más certero. Ahora que las grandes computadoras permiten realizar estas aproximaciones (computaciones) mediante algoritmos recursivos infinitos y memorizar bases de datos gigantescas (obviando otros procesos de abstracción/universalización) una nueva forma de pensar es posible (y se llama Inteligencia artificial: IA) Un proceso que recursiviza incluso el aprendizaje de la máquina en un proceso recursivo de segunda generación). Primero externalizamos el cálculo, después la memoria y ahora el propio pensamiento. El siguiente escalón evolutivo es la máquina, la computadora recursiva y auto-aprendiente. ¡La era ciborg ya está aquí!

 

El desgarrado. Mayo 2024.




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